

En la noche de ayer se llevó a cabo la 30ª Marcha del Silencio en buena parte del país, con gran respaldo ciudadano en cada una de las localidades donde se reclamó, una vez más, por Verdad y Justicia para los detenidos desaparecidos durante la dictadura cívico-militar (1973-1985), bajo la consigna: “30 veces Nunca Más: sepan cumplir. ¿Dónde están?”
En Nueva Helvecia, como ya informáramos, la marcha se realiza de manera ininterrumpida desde el año 2011. Ayer, decenas de personas, sin banderas partidarias, caminaron en silencio desde el monumento a José Gervasio Artigas hasta el de Nibia Sabalsagaray, joven neohelvética asesinada hace 50 años por la dictadura. Estuvieron presentes diferentes actores sociales y políticos de la comunidad.
HELVECIA acompañó, como siempre, con cobertura y responsabilidad periodística. Publicamos una primera nota general sobre la jornada. Sin embargo, a los pocos minutos de haber finalizado la marcha, tomamos conocimiento de un hecho inédito: la presencia de un joven con una pancarta que hacía referencia a Pascasio Báez Mena, el trabajador rural asesinado en 1971 por la guerrilla del MLN-Tupamaros. En su pancarta se leía: “Torturado y asesinado por los Tupamaros” en una cara, y en la otra: “76 personas asesinadas por los Tupamaros. 76 personas que nunca volvieron a casa.”
El joven marchaba junto al grupo principal de manifestantes. Desde la dirección de este medio consideramos que su presencia, absolutamente inédita en las 30 ediciones de esta marcha -tanto a nivel nacional como en los 14 años de movilización local-, era un hecho noticioso. Así lo informamos en una segunda nota, claramente separada de la cobertura principal. En ella incluimos además las declaraciones del concejal frenteamplista recientemente lecto, Julián Mesa, quien señaló: “El joven pudo manifestar su pensamiento en libertad, sin que nadie le dijera nada inapropiado, por más que nos pareciera inoportuno expresar esa posición en esta fecha tan especial.”
Cerrábamos esa crónica señalando que:
“Nunca antes una manifestación local de esta naturaleza había incorporado una referencia directa a víctimas de la violencia ejercida por organizaciones armadas previas al golpe de Estado. En tiempos en que el debate sobre la memoria histórica, reparación y justicia sigue abierto en América Latina, este gesto aislado, pero simbólicamente cargado, reaviva una discusión compleja: cómo se narra el pasado, quiénes son recordados y desde qué lugar se construyen las memorias colectivas.”
La noticia fue recogida por portales departamentales y medios nacionales. El hecho, sin duda, era relevante. En nuestras redes sociales, como era de esperar, hubo reacciones divididas: muchos apoyaron la actitud del joven, otros criticaron duramente su presencia, entendiendo que el contexto de la marcha no era el adecuado para ese tipo de mensaje. Ambas posturas, legítimas, convivieron en el espacio público que siempre debe fomentar el debate.
Pero lo que realmente nos preocupó profundamente fue lo que ocurrió después: referentes de la fuerza política de izquierda en Nueva Helvecia comenzaron a solicitar, en bloque, la baja de su suscripción al periódico impreso HELVECIA, medio que se edita de forma ininterrumpida desde 1914. Esta decisión colectiva, casi coordinada, fue una señal clara. No fue una discrepancia con la línea editorial, ni un debate abierto: fue un intento de disciplinamiento económico, una suerte de castigo por haber informado sobre algo que estaba ocurriendo en el espacio público y que, reiteramos, era noticia.
Nos duele.
Nos duele como medio independiente, como trabajadores de prensa, como actores de la vida democrática de nuestra ciudad. Porque este gesto no apunta solo a HELVECIA: apunta a la libertad de expresión, a la libertad de prensa, a la posibilidad de informar sin presiones, sin censuras, sin bajadas de pulgar.
Lo decimos con claridad: la libertad de expresión no es patrimonio de una ideología ni de una fuerza política. No puede ser defendida solo cuando nos conviene, ni cercenada cuando nos molesta. Quienes hoy se sienten ofendidos por una cobertura periodística, fueron los mismos que años atrás nos acompañaron cuando se intentó censurar la venta del libro “Papeles Suizos” en nuestro espacio cultural Helvecia LibrosCafé, hecho por el cual incluso recibimos amenazas.
Entonces, como ahora, dijimos: no al silencio.
Hoy, también, decimos: sí al periodismo libre, responsable y sin ataduras.
Porque sin libertad de prensa, no hay democracia posible.
Porque HELVECIA no calla.
Duele, sí. Pero no retrocedemos.
Por Pablo Cribari
Fuente de esta noticia: https://helvecia.com.uy/2025/05/21/la-libertad-de-expresion-no-se-negocia-por-pablo-cribari/
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