Colombia | Andrés Calamaro en Cali: una noche de música, abucheos y defensa de la tauromaquia que encendió la polémica


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Lo que debía ser una velada de celebración en la Arena Cañaveralejo de Cali terminó envuelto en una ola de controversia que aún sacude las redes sociales. El protagonista: Andrés Calamaro, ícono del rock en español, quien llegó el 17 de mayo a la capital del Valle del Cauca con su gira Agenda 1999, un homenaje a los 25 años de su célebre álbum Honestidad Brutal. Pero más que una cita con la nostalgia musical, el concierto se convirtió en un campo de batalla simbólico entre arte, ideología y la siempre candente discusión sobre la tauromaquia en Colombia.
Durante la interpretación de Flaca, uno de sus temas más emblemáticos, Calamaro sorprendió al público al simular una faena taurina con su chaqueta roja. El gesto, que para algunos evocaba una pasión declarada, para muchos fue una provocación innecesaria. Los abucheos no tardaron en escucharse. Lejos de calmar las aguas, el artista arrojó el micrófono al suelo y lanzó una frase que incendió aún más los ánimos:
“Quiero dedicar esta canción a todos los toreros, ganaderos, banderilleros y aficionados que se quedan sin trabajo, porque votaron para eso: dejarlos en la calle”.
En un país donde la discusión sobre las corridas de toros está lejos de ser anecdótica —y más aún en Cali, ciudad históricamente taurina pero ahora sujeta a la prohibición de estos espectáculos—, las palabras del argentino cayeron como un puñal. La audiencia, que hasta entonces había coreado sus letras, respondió con desconcierto, silbidos y gritos de desaprobación. Varios asistentes comenzaron a abandonar el recinto. Otros permanecieron, indignados, exigiendo que siguiera cantando y se limitara a la música.
“No era el lugar ni el momento para dar ese tipo de discursos. Nos sentimos usados”, comentó una joven que presenció el concierto desde las primeras filas. Las redes sociales se llenaron de testimonios que coincidían en un mismo diagnóstico: una noche decepcionante. Algunos señalaron que el artista dejó canciones inconclusas y se mostró distante durante todo el show. Un internauta fue más allá: “Cerró con su tema taurino y todos quedamos como WTF. No era lo que esperábamos”.
El cierre del espectáculo no hizo más que acentuar la tensión. Calamaro, visiblemente molesto, se despidió con una frase lapidaria: “Están cancelados. Hasta nunca”, y abandonó el escenario mientras su banda continuaba tocando.
Al día siguiente, desde su cuenta de Instagram, el cantante reafirmó su postura sin atenuantes:
“Cali jamás votó ni fue a referendo para cerrar la plaza, esto ocurre con la complicidad de la ignorancia adolescente de una minoría”, escribió.
Sus declaraciones reavivaron un debate nacional que venía en aumento tras la reciente aprobación del proyecto de ley 219 de 2023, que prohíbe los espectáculos taurinos en Colombia a partir de 2028. Si bien algunos seguidores aplaudieron la firmeza de Calamaro en defensa de lo que considera una expresión cultural, otros lo tildaron de arrogante, fuera de contexto y desconectado del sentir de una parte creciente del país.
Más allá del episodio puntual, lo ocurrido en Cali expone una fractura generacional, cultural y política que no es exclusiva de Colombia. La figura de Andrés Calamaro —siempre filosa, siempre dispuesta al riesgo— se vuelve una vez más espejo de pasiones encontradas. Pero en esta ocasión, lo que quedó en el aire no fue sólo el eco de sus canciones, sino una pregunta inevitable: ¿hasta qué punto un escenario puede ser también una tribuna?
carloscastaneda@prensamercosur.org
