
El gran apagón del 28 de abril en la península ibérica reactivó el debate sobre la energía nuclear. Hoy en día esta energía produce un 24% de la electricidad de la Unión Europea. Francia incluso anunció que se plantea extender su capacidad a otras zonas de Europa, imitando el paraguas de Estados Unidos en el marco de la OTAN. Ahora bien, la energía nuclear requiere uranio, y este material está en manos de Rusia.
Según la Asociación Nuclear Mundial, más del 40% del suministro de uranio global proviene de la empresa estatal rusa Rosatom. El propio Estados Unidos, otrora líder en producción nuclear en tiempos de la Guerra Fría, importa de Rusia el 12% del uranio y el 24% de las capacidades de enriquecimiento. La Unión Europea redujo esas importaciones respectivamente del 17% y 30% en 2022 al 14% y 23% en 2024.
La dependencia energética europea hacia Rusia quedó en evidencia con la invasión a Ucrania. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, reclamó sanciones a Rosatom por financiar la guerra con su dominio en el mercado nuclear. En 2024, la Unión Europea importó más de setecientos millones de euros en uranio y derivados de uranio rusos, para un total de 22.000 millones de euros en importaciones energéticas hacia Rusia. Sin embargo, Zelenski no obtuvo respaldo. El país que más se ha opuesto ha sido Hungría, que depende en más de un 40% de la energía nuclear. Con ese panorama, las soluciones ante el dominio ruso son escasas y requerirán tiempo, algo de tampoco le sobra a Occidente, inmerso en la transición energética.
Rusia, el líder de la industria nuclear
Rusia está entre los cinco países con más recursos de uranio y encima domina toda la cadena de suministro. Se calcula que cuenta con 486.000 toneladas de uranio, el 8% del suministro global, y que es el sexto productor del mundo. Pero, sobre todo, Rusia es el mayor suministrador de enriquecimiento de uranio gracias a Rosatom. Cuenta con el 40% de la infraestructura de conversión disponible y con el 46% .