

El senador Daniel Borbonet no llegó a Nueva Helvecia como figura política. No llegó con discursos estudiados ni con el peso de su cargo. Llegó como se vuelve al hogar: con el alma en la mano, con los recuerdos haciendo nudo en la garganta y con la humildad de quien sabe que todo lo que es empezó ahí, “como un hijo de la Colonia Suiza”.
El comité del Frente Amplio, Nibia Sabalsagaray, recibió a militantes y vecinos más allá de banderas políticas, con una calidez que parecía venir de otro tiempo. Entre ellos lo acompañaba Julián Mesa, Darío Brugman, ex alcalde de Juan Lacaze, Julián Mesa y Félix “Ruddy” Leizagoyen y demás referentes de la zona.
Borbonet, médico pediatra, neonatólogo, profesor universitario y hoy Senador de la República, tomó la palabra no como autoridad, sino como hijo pródigo. “Esta es mi ciudad”, dijo apenas se sentó. Y fue como si todos los presentes supieran, sin necesidad de que lo explicara, que no se refería solo a la geografía. Habló de su madre, Blanca, maestra de Escuela 40. De su padre, Roberto (El loco) Borbonet, empleado bancaria. De su infancia entre libros, pizarras, lápices y sueños. “Fui engendrado acá. Solo nací en Canelones porque allá estaba el primo de mi madre, que era ginecólogo. Pero mi vida es esta. Mis alas salieron de estas calles”.
Las palabras brotaban sin apuro, como se habla entre vecinos. Contó que no es posible entender su vocación por la medicina si uno no recorre los pasillos del liceo público que lo formó, si uno no imagina al niño que fue en la escuela pública de la colonia, si uno no ve a aquel adolescente que caminaba por las calles del pueblo con un brazalete de la Cruz Roja creyendo que podía hacer algo por los demás.
Y ese niño creció, se formó, se especializó, y durante cuarenta años acompañó el primer respiro de miles de recién nacidos en el Pereira Rossell. También construyó un centro de neonatología en Mercedes. Pero esa parte de la historia, la de los títulos y los méritos, no fue la que eligió destacar. Habló, en cambio, de la herencia invisible: la ética, el sentido de justicia, la ternura como herramienta política.
“¿Cómo no devolver a la sociedad lo que me dio?”, preguntó, y no era una consigna: era un agradecimiento. La escuela, el liceo, la facultad. Lo público. Lo que se construye entre todos y no se privatiza. “Eso que me permitió volar, no me pertenece solo a mí. Le pertenece a este pueblo”.
La mención a Nibia Sabalsagaray, la joven maestra asesinada por la dictadura, no fue protocolar. Fue un susurro de memoria y de justicia. “Nibia es parte de este suelo. No solo de Nueva Helvecia. De nuestra historia. De los sueños que no se matan aunque se intente. Nombrarla es seguirla”. Sin embargo, Borbonet no era solo el que hablaba. Era la memoria colectiva de una ciudad que vivió todos los vaivenes de la historia política del Uruguay.
Habló también de los errores del Frente Amplio. No esquivó la autocrítica. “Perdimos porque nos alejamos. Porque dejamos de mirar a los ojos a los vecinos, de preguntar cómo estaban, de caminar al lado. No es que ganaron otros: fue que nos desconectamos”.
Y sin embargo, no habló con amargura. Habló con esperanza. “Hoy tenemos otra madurez. Y tenemos candidatos como Julián Mesa y Félix “Ruddy” Leizagoyen , ambos candidatos de alcaldes de Nueva Helvecia, que no vienen a prometer, sino a escuchar. Como Nicolás Viera y Carlos Fernández, que se potencian en lugar de competir por la Intendencia. Tenemos un Frente que volvió al barro, al territorio, al abrazo”.
Una sonrisa cómplice cruzó su rostro cuando mencionó a Juan Lacaze. “Una ciudad a la que han querido pisotear mil veces y sin embargo sigue floreciendo. Desde el pie, como dice la canción”. Y enseguida aclaró: “Si algún día somos gobierno, no vamos a castigar a los que no nos voten. Esa es la vieja política. La justicia social no se negocia por votos”.
Antes de cerrar, anunció que trabaja en un Proyecto de Ley para mejorar la alimentación de las embarazadas vulnerables. “En un país que exporta carne, no puede ser que tengamos niños que nacen con retrasos en su neurodesarrollo porque sus madres no comieron carne durante el embarazo. Eso lo vamos a cambiar. Eso no es cambiarse el sombrero. Es usar el mismo sombrero de siempre: el de la justicia”. Y entonces, en ese instante final, cuando parecía que ya todo estaba dicho, Borbonet miró a la sala y susurró con emoción:
“Uno no es lo que dice que va a hacer. Uno es lo que hace. Y si tengo algo que agradecerle a esta ciudad, es haberme enseñado que el verdadero poder está en servir. Si alguna vez volví a volar, fue porque esta tierra me dio alas”.
Morir con dignidad: el impulso por una ley de eutanasia en Uruguay
Con emoción contenida y un sentido profundo de respeto por la vida, el senador abordó uno de los temas más sensibles y postergados en la política uruguaya: la eutanasia. Lo hizo sin rodeos, con la serenidad de quien ha atravesado debates personales y familiares sobre el sufrimiento, y la convicción de que ha llegado el momento de dar un paso legislativo firme.
“La eutanasia es morir con dignidad”, dijo. Pero no solo eso. Es también y quizás sobre todo permitir que una persona, cuando atraviesa un sufrimiento irreversible y doloroso, sea quien decida sobre su muerte, y no otros. Ese principio de autonomía, de respeto profundo por quien ha vivido una vida consciente y plena, es el que guía la propuesta que ya comienza a reunir apoyos en distintos sectores del sistema político. No será una ley aprobada por unanimidad. Ella misma lo reconoce: hay resistencias naturales, filosóficas, éticas, religiosas. Pero sí será una ley con mayoría parlamentaria. “No tengan dudas: va a salir”, aseguró, señalando el avance en el trabajo articulado entre partidos y el impulso técnico y humano liderado por el diputado Federico Preve, del Sindicato Médico del Uruguay.
Uruguay no parte de cero. Ha discutido el tema, ha madurado socialmente y puede mirar hacia otros países para aprender de sus aciertos y errores. Canadá, por ejemplo, comenzó su camino en 2016 y ya en 2023 acumulaba más de 22.000 solicitudes de eutanasia. Tal ha sido la evolución en ese país que hoy el debate se extiende a menores de edad y a personas con enfermedades mentales graves. Esa experiencia internacional sirve como espejo para Uruguay, que apenas comienza, pero lo hace con responsabilidad y con firmeza.
Niños desnutridos en el país de la carne
El legislador también abordó otras preocupaciones estructurales, como la pobreza infantil, el descenso de nacimientos y la importancia de la nutrición durante el embarazo para garantizar el adecuado neurodesarrollo en los niños. Explicó con detalle técnico cómo factores ambientales y nutricionales, más que los genéticos, determinan la calidad del desarrollo cerebral en la infancia, y presentó los avances de un proyecto de ley que propone controles obligatorios de vitamina B12 y hierro en embarazadas.
El país, dijo, debe ser capaz de cuidar a los 30.000 niños que nacen al año, y sobre todo a los cerca de 5.000 que nacen en situaciones de alta vulnerabilidad. Desde su experiencia académica y legislativa, detalló estudios que demuestran cómo una nutrición deficiente en el embarazo puede tener efectos duraderos en el aprendizaje y en la capacidad de desarrollo de los niños.
Cerró con una defensa encendida de la sensibilidad política como motor de cambio. Para ella, la política no debe limitarse a administrar lo urgente, sino adelantarse a lo importante. En este caso, adelantarse al derecho a una muerte digna, pero también garantizar una vida que valga la pena desde el primer día.

pablo
Fuente de esta noticia: https://helvecia.com.uy/2025/05/03/el-dr-daniel-borbonet-en-nueva-helvecia-entre-la-ternura-de-la-infancia-y-las-convicciones-que-no-se-rinden/
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