

Cúpula Militar, liderada por el ministro de Defensa, Pedro Sánchez y el gobernador del Magdalena Rafael Martínez
La conmoción por el asesinato del biólogo italiano Alessandro Coatti en Santa Marta no solo ha generado alarma internacional, sino que también ha dejado al descubierto la profunda crisis de seguridad, gobernabilidad y servicios públicos que atraviesa la capital del Magdalena.
En un escenario donde la ausencia de liderazgo local es cada vez más evidente, ha sido el gobernador Rafael Martínez quien, de manera excepcional, ha tenido que asumir tareas que constitucionalmente corresponden al gobierno distrital, evidenciando un preocupante vacío de poder en uno de los destinos turísticos más emblemáticos de Colombia.
Alessandro Coatti, científico apasionado por la biodiversidad, llegó el pasado 3 de abril a Santa Marta con el objetivo de realizar estudios sobre mariposas, aves y flora de la Sierra Nevada, uno de los ecosistemas más importantes del continente. Sin embargo, su entusiasmo fue interceptado de manera trágica. A través de Grindr- una aplicación de citas popular en la comunidad LGBTI-, Coatti fue contactado por miembros de una red criminal local. Engañado con la promesa de una cita, abordó un taxi que, según las investigaciones, formaba parte de una operación planificada para secuestrarlo y despojarlo de sus pertenencias.
Los registros de las cámaras de seguridad muestran a Coatti paseando solo por el centro histórico, almorzando en el sector de la Marina y regresando a su hotel. Al día siguiente, tras salir para su cita, fue llevado a una casa en el barrio El Pando, donde fue brutalmente torturado por negarse a revelar las claves de sus cuentas bancarias. Posteriormente, su cuerpo fue desmembrado en lo que las autoridades describen como una “casa de pique” y sus restos abandonados en las afueras de la ciudad. El caso ha generado un profundo impacto, no solo por la brutalidad del crimen, sino también porque expone la desprotección a la que están sometidos tanto turistas como ciudadanos locales. La respuesta estatal no tardó en llegar: el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, en compañía del gobernador Rafael Martínez, lideró una rueda de prensa para informar los avances de la investigación y las medidas adoptadas para capturar a los responsables. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue la notoria ausencia del alcalde de Santa Marta, Carlos Pinedo Cuello, quien no compareció en ningún momento ante la ciudadanía ni ante los medios.

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La inacción del alcalde ha sido interpretada por amplios sectores sociales como una muestra de indiferencia frente a la gravedad de los hechos. En contraste, la intervención decidida del gobernador Martínez ha sido valorada como un acto de responsabilidad institucional, asumiendo de facto la dirección de la respuesta de seguridad pública ante un crimen que ha sacudido la imagen internacional de la ciudad.
Más allá del trágico asesinato de Coatti, Santa Marta enfrenta un deterioro sistémico en materia de seguridad y servicios básicos. Los ciudadanos viven atemorizados ante el incremento de secuestros exprés, robos violentos y desapariciones, mientras que problemas estructurales como el colapso de las redes de aguas residuales siguen sin solución. Los desbordamientos de aguas negras afectan amplias zonas urbanas, exponiendo a la población a riesgos sanitarios graves, en un contexto de aparente abandono por parte de las autoridades municipales.
El drama que se vive en Santa Marta revela una crisis que va mucho más allá de un solo crimen: se trata de una ciudad desbordada por la criminalidad, el deterioro social y la falta de respuesta institucional. La ausencia del liderazgo local ha obligado al gobernador Rafael Martínez a desplegar acciones extraordinarias para intentar contener una situación que amenaza con agravarse en vísperas de la celebración de los 500 años de la ciudad.
Mientras tanto, los habitantes de Santa Marta claman por seguridad, infraestructura básica y un gobierno presente. El asesinato de Alessandro Coatti no puede quedar en el olvido, ni puede ser tratado como un hecho aislado. Representa el doloroso símbolo de una ciudad que, ante la indiferencia de quienes deberían gobernarla, lucha por no perder su esperanza ni su dignidad.
Hoy, Santa Marta exige justicia, pero también exige responsabilidad, acción y liderazgo verdadero. No es solo la memoria de Alessandro Coatti la que merece respeto; es toda una ciudadanía la que reclama, a gritos, ser protegida y escuchada.
carloscastaneda@prensamercosur.org
