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Crónica de una travesía por el Río Rosario. Por Luciana Demaría.

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El anuncio de la Travesía nocturna de kayaks y canoas organizada por el Club Náutico Concordia de La Paz Colonia Piamontesa, despertó en mí el navegante que llevo escondido entre mis sueños.

Sergio (36 años), Ana (59) y quien escribe salimos en la canoa de cierre. De esta manera, Sergio, capitán de la canoa y miembro de la Comisión de Fomento del Club Náutico se asegura que las embarcaciones no se pierdan. Avisó a Tierra que zarpamos a las 18 hs. Llevaban remos dobles, un gran ventaja porque se rema más rápido. Los primeros ya estaban bastante adelantados. Nos esperaban en el Puente Blanco el resto de Comisión, con un fogón, café, tortas fritas y dulce de leche. Pero antes deberíamos atravesar aproximadamente 5 km de río. El primer mojón era pasar por el Puente Negro, donde según explica Sergio antes las travesías las terminaban allí, “pero quedaba medio corto” y este año se atrevieron a más. Ir de día y volver de noche.

Mientras mi cuerpo se acomodaba al lento vaivén de la canoa, empecé a escribir y tomar fotos. Confieso que por momentos me sentí inútil, al ver el esfuerzo de mis compañeros remar río arriba como dicen, a una considerable velocidad, mientras me dedicaba a la contemplación. Pero enseguida recordé la tarea de los escribanos, que en la época de la conquista viajaban solo para escribir todo lo que acontecia en el barco y sobre todo, llevar registro de lo nunca visto o conquistado. Entonces, armada con el espíritu de los adelantados me dediqué a escribir todo detalle que vi. Después de todo, eran tierras inexploradas para mí. Sergio  conoce el río como la palma de su mano. No se le escapa ningún rincón, como si fuera un pez más. Cuenta que de chico se crío entre el río, canoas, kayak, ahora está aprendiendo windsurf, y quizá algún día quiera comprarse un velero, pero todavía no está en sus planes. Conforme el sol iba bajando, la hora mágica se acercaba. Esa hora justa donde no hay sombras y todo parece más bello, que la vida es bella. Pasamos por la Escuela del Puerto de Rosario, que para mi sorpresa está funcionando y tiene siete alumnos. Por ahí también saltaban algunos pescados, pueden ser dorados, tarariras, viejas del agua, carpas, boga, y bagres.  ¿Qué es el río para ti?, le preguntó a Sergio. “El río es todo. El río es parte de mi crecimiento”. Recuerda entonces las aventuras con sus hermanos. Nos cruzamos con varios árboles caídos y arrastrados por la corriente y una pequeña playa, donde había una familia con el fuego prendido y pescando, a quienes saludamos. Atentos a los detalles, un árbol amarillo destacaba entre el monte verde, como diciendo estamos en otoño, pero mis compañeros se niegan a aceptarlo.

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Ya estamos cerca del puente Negro. Sergio explica de memoria que es Monumento histórico Nacional, construido en 1892 y que unía Colonia del Sacramento con Montevideo. Hay muchas personas viéndonos pasar. Ya está anocheciendo y se siente un poco la humedad. Entonces nos cruzamos con una señora en un kayak muy iluminado, estilo Navidad, que se quejaba del esfuerzo y comentaron que ese tipo de embarcación es para aprovechar las olas y que para los ríos como este, son mejores las canoas. Y de pronto recordé los cuentos de mi madre antes de dormir. Sin duda bloqueados por el paso del tiempo. Y uno de mis preferidos, era el relato del cruce de los 33 Orientales.

Mientras me dormía mamá me contaba cómo los libertarios, liderados por Lavalleja, se organizaron en Buenos Aires para cruzar el Río Uruguay. Lo tenían que hacer de noche, no podían prender fuego, ni nada que los delatara frente al invasor brasilero. Por eso iban más de 40 personas, remando en pequeños botes en silencio y lento. Parece que demoraron más de 7 días, pasaron hambre y se mojaron. Pero ganaron la batalla.

Llegamos la Puente Blanco y todas las embarcaciones ya estaban arrimadas a la costa. Bajar sin mojarse los championes fue todo un hito, apenas me embarré un poco y llegué justo para tomar café con dulce de leche. Una delicia. Mientras conversaba con amigos que me encontré allí con Martín Colombo, artista y pintor de brocha gorda, junto a su familia, cuya pequeña hija tuvo la suerte de ganar dos veces los sorteos de productos que realizaron, Fernando Pellegrini con sus hijos, y Mateo el menor, que hacía la travesía por primera vez.

Abajo del puente sentíamos pasar los autos, como esas “motos que van a mil”, como la canción de Serú Giran, en cambio nosotros, abajo, un grupo de casi desconocidos entre todos, unidos por la fuerza ancestral del fuego y el agua, disfrutando de la noche, tomando calor para volver, sintiendo la naturaleza como la madre siente a sus hijos, quizá me puse un poco poética al verlos pasar acelerados por llegar a ningún lugar, en una línea paralela a nuestros tiempos, regidos por el remo de la canoa.

Emprendimos el regreso. Ya era la noche cerrada. La Luna salía a las 10 de la noche pero las estrellas resplandecían, y la vi como si fuera la primera vez que vía las Tres Marías, la Cruz del Sur, y también vimos algo que no supimos que era en realidad, aunque diría que parecía un cometa porque tenía una pequeña estela y al rato desapareció. Al volver, todo fue mucho más divertido, Ana cantaba y mientras supe que trabaja en ASSE pero vivía en Nueva Helvecia, íbamos junto a más embarcaciones, cantaban canciones que solo ellos conocían, se divertían recordando una mujer que perdida en una travesía gritó “Hay alguien vivo”, y las risas se repetían, los pescadores nos saludaban a nuestro paso, iluminaban el trayecto, y sin embargo, para Sergio era mejor ir con la luces apagadas porque si no se encandilaba y se perdía. Y realmente, era mejor ir con la luces apagadas, porque los ojos se acostumbran a ver entre la noche y se podía distinguir por donde habíamos pasado. Cuando llegamos, ya éramos camaradas. Sergio dio aviso a la hora que llegamos, creo que 21.30 hs. y allí los esperaban con una gran cena de ravioles.

P.D.: Si alguien llegó hasta el final, que avise como Sergio, para que nadie se pierda en la lectura.

 

pablo

Fuente de esta noticia: https://helvecia.com.uy/2025/04/19/cronica-de-una-travesia-por-el-rio-rosario-por-luciana-demaria/

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