

Pocas cosas en la naturaleza despiertan tanta fascinación como la bioluminiscencia animal. Este fenómeno, por el que ciertos organismos son capaces de crear luz por sí mismos, ha asombrado por siglos a científicos, exploradores y amantes de la vida salvaje. No se trata de simples destellos en la oscuridad: cada resplandor esconde historias de evolución, química y estrategias de supervivencia tan ingeniosas como hermosas.
Descubrir los secretos de los animales bioluminiscentes nos abre una ventana a innumerables adaptaciones sorprendentes, desde el fulgor táctico de un calamar, pasando por los espeluznantes destellos de criaturas abisales, hasta el misterioso resplandor de insectos y hongos en los bosques nocturnos. En las siguientes líneas encontrarás un recorrido profundo y entretenido por todo lo que la ciencia conoce (y todavía investiga) sobre la bioluminiscencia.
¿Qué es la bioluminiscencia y cómo funciona en los animales?
La bioluminiscencia es la capacidad de producir luz a través de reacciones químicas dentro de organismos vivos. Esta luz se genera sin apenas liberar calor, en procesos ultrarrápidos y perfectamente adaptados al entorno en el que vive cada especie. El fenómeno se da en animales, bacterias, hongos y algunos protistas.
La clave bioquímica reside en dos sustancias: la luciferina y la luciferasa. La luciferina es el compuesto que emite luz al oxidarse, mientras que la luciferasa es la enzima encargada de catalizar esta reacción. En la mayoría de especies, al reaccionar luciferina con oxígeno en presencia de luciferasa y, a menudo, ATP (energía celular), el resultado es la emisión de fotones, es decir, luz visible. El color de la luz dependerá del tipo de luciferina, así como de filtros y otros elementos en la piel o tejidos del animal.
Animales muy distintos han desarrollado de forma independiente mecanismos para emitir luz. Hay bioluminiscencia tanto intracelular (en células especializadas que emiten al exterior), como extracelular (en la que la reacción se produce fuera, gracias a la expulsión de los compuestos). Además, existen especies que no fabrican su propia luciferina, sino que la obtienen de microorganismos simbióticos como bacterias o algas, alojadas en sus tejidos.
La bioluminiscencia puede encontrarse en ecosistemas marinos, terrestres y de agua dulce, aunque es mucho más común en el océano. De hecho, se estima que hasta tres cuartas partes de las especies animales marinas poseen alguna forma de bioluminiscencia.

Historia evolutiva de la bioluminiscencia: ¿cuándo surgió y por qué?
La aparición de la bioluminiscencia en animales se remonta a hace más de 540 millones de años, según los estudios filogenéticos más recientes realizados en octocorales, un grupo ancestral de cnidarios marinos. Antes se pensaba que el origen estaba en ciertos crustáceos, pero los datos genéticos y el análisis de fósiles han permitido ‘rebobinar el reloj’ evolutivo hasta la explosión cámbrica, cuando la vida compleja empezó a diversificarse de forma masiva en los océanos.
La bioluminiscencia ha evolucionado de forma independiente al menos 94 veces en la naturaleza. Cada grupo la ha adaptado con fines muy diferentes: camuflaje, cortejo, comunicación intraespecífica, defensa frente a depredadores o caza de presas. Este fenómeno se mantiene porque es muy eficiente desde el punto de vista energético —la mayor parte de la energía liberada se transforma en luz fría, no calor— y porque aporta ventajas estratégicas enormes en entornos donde la luz solar es limitada o inexistente.
En los fondos marinos, la bioluminiscencia es un auténtico espectáculo natural. Cada criatura ha diversificado su capacidad lumínica de mil maneras: hay destellos fugaces para distraer a depredadores, señales intermitentes para el cortejo, luces que imitan olas para el camuflaje y apéndices que funcionan como señuelos letales.

¿Por qué brilla un animal? Funciones y ventajas de la bioluminiscencia
La bioluminiscencia cumple una sorprendente variedad de funciones en los animales, todas ellas relacionadas con la supervivencia y el éxito reproductivo:
- Camuflaje: Muchos animales marinos, como los calamares y algunos peces, utilizan la bioluminiscencia para igualar la luz ambiental que se filtra desde la superficie, de modo que su silueta desaparece ante los depredadores que miran desde abajo. Este efecto se conoce como «contrailuminación».
- Cortejo y reproducción: Las luciérnagas son el ejemplo más famoso. Los patrones específicos de destellos sirven para atraer pareja y diferenciar especies. En el mar, ciertos peces y crustáceos también emplean la luz para localizar y atraer compañeros sexuales.
- Defensa y advertencia: Algunos invertebrados y peces generan flashes para asustar o confundir a sus depredadores, o incluso para atraer a otros cazadores de mayor tamaño que puedan atacar al depredador original. Otros, como el milpiés Motyxia, brillan para advertir de su toxicidad.
- Atracción de presas: El apéndice luminoso del rape abisal es un señuelo clásico. Otras especies también atraen a invertebrados o peces pequeños que quedan deslumbrados por la luz.
- Comunicación y organización social: En bancos de peces y grupos de animales bioluminiscentes, las señales lumínicas sirven para coordinar movimientos, advertir de peligros o marcar el territorio.
- Iluminación del entorno: Algunas especies, especialmente en zonas abisales, podrían usar su luz para explorar el entorno inmediato.
En tierra firme, la bioluminiscencia es menos común, pero no por ello menos útil. Insectos como la luciérnaga y el tucu tucus la usan para cortejar o disuadir depredadores. Hay hongos, como Panellus stipticus, cuyas luces atraen insectos que ayudan a dispersar sus esporas.

¿Quiénes son los grandes protagonistas de la bioluminiscencia?
La diversidad de animales con bioluminiscencia es enorme y abarca desde minúsculos microorganismos a enormes peces. Repasamos los grupos y especies más emblemáticos:
1. Animales marinos bioluminiscentes
Los océanos son el ecosistema por excelencia de la bioluminiscencia. Un auténtico desfile de criaturas luminosas:
- Medusas: Desde la Medusa Arco Iris (capaz de reflejar todos los colores del espectro) hasta las medusas peine (ctenóforos), que producen destellos azulados y crean efectos de arcoíris al mover sus cilios.
- Calamares: El calamar luciérnaga (Watasenia scintillans), el calamar vampiro del infierno (Vampyroteuthis infernalis) y el calamar bobtail (Euprymna scolopes) son maestros de la luz. Sus fotóforos pueden camuflarlos, atraer presas o despistar a los depredadores.
- Peces abisales: El famoso rape o el pez dragón tienen órganos productores de luz, usados como señuelos y para comunicarse. El pez linterna (Melanocetus) tiene una extensión luminosa sobre la cabeza con la que atrae presas y pareja.
- Plancton y dinoflagelados: El Noctiluca scintillans y otros dinoflagelados forman nubes de luz azul al ser agitados por olas o nadadores, creando auténticos mares estrellados.
- Tiburones: El tiburón linterna produce luz en fotóforos repartidos por sus aletas y bajo el vientre, tanto para camuflarse como para señalar órganos reproductivos durante el cortejo.
- Krill y crustáceos: Muchos krill y pequeños crustáceos poseen órganos luminosos en abdomen y apéndices, que pueden expulsar en secreciones como mecanismo de distracción.
Otros invertebrados marinos, como pulpos, gusanos y salpas, también poseen bioluminiscencia, a menudo en asociación con bacterias simbióticas.
2. Animales terrestres bioluminiscentes
Aunque menos abundantes, en tierra encontramos ejemplos notables de animales que emiten luz propia:
- Luciérnagas y escarabajos: Las luciérnagas (familia Lampyridae) cuentan con órganos productores de luz en el abdomen. Su brillo sirve tanto para cortejo como para advertir toxicidad a los depredadores. Otros coleópteros, como el cocuyo (Pyrophorus), también son bioluminiscentes.
- Gusanos luminosos: El «gusano de luz» (Phengodidae) de América se encuentra en estados larvarios y adultos, emitiendo patrones lumínicos para cazar o defenderse.
- Milpiés luminosos: El milpiés Motyxia avisa a los depredadores de su toxicidad mediante un resplandor inconfundible.

3. Hongos y microorganismos
Algunos hongos, como Panellus stipticus, y bacterias marinas generan su propia luz química. Los hongos producen luz constante y la aprovechan para atraer insectos dispersores de esporas.
Funcionamiento molecular y variantes de la bioluminiscencia
El mecanismo molecular de la bioluminiscencia varía de un grupo a otro, aunque el esquema básico es similar: una luciferina (diferente en animales, hongos y bacterias) reacciona con oxígeno y, bajo la acción de una luciferasa, se libera energía en forma de luz.
En ciertos grupos, como medusas y ctenóforos, intervienen proteínas fluorescentes que absorben la luz de la reacción primaria y la reemiten en diferentes longitudes de onda. Un ejemplo famoso es la proteína verde fluorescente (GFP) de la medusa Aequorea victoria, que revolucionó la biología molecular.
Algunas bioluminiscencias se controlan de manera muy precisa, permitiendo que la luz aparezca en patrones, parpadee o incluso forme nubes «destellantes» en el agua o el aire. En bacterias, el proceso está regulado por la densidad celular (quorum sensing), de modo que la luz solo es visible si hay suficientes microorganismos agrupados.
La fuente energética es extremadamente eficiente: hasta el 90% de la energía se transforma directamente en fotones, lo que evita el sobrecalentamiento y hace posible que la bioluminiscencia sea utilizada por animales de pequeño tamaño o en hábitats fríos y profundos.
Ejemplos fascinantes de animales bioluminiscentes y sus estrategias
Recorremos a continuación algunos de los casos más alucinantes y mejor documentados de bioluminiscencia animal:
Medusa Arco Iris
Descubierta cerca de Tasmania, esta medusa es famosa por su tamaño y delicadeza. Mide unos 13 cm, y basta un simple roce para dañarla. Su bioluminiscencia se utiliza como alarma: cuando la atrapan, emite destellos para atraer a un depredador mayor que suelte al atacante original.
Calamar luciérnaga (Watasenia scintillans)
Este calamar de unos 7 cm habita el Pacífico occidental y sube a la superficie durante su periodo reproductivo. Cuenta con fotóforos a lo largo del cuerpo, especialmente en los tentáculos y cerca de los ojos, que emiten luz azulada. Sus destellos organizan al banco de calamares y despistan a los enemigos.
Rape abisal
El mítico rape es un cazador de las profundidades oceánicas. La hem hembras poseen un apéndice con luz que sirve de cebo para incautos peces. Atraídos por el destello, las presas nadan directamente a la boca del depredador. El rape también presenta parches luminosos en otras partes de su cuerpo.
Luciérnagas
Estas criaturas son símbolo de las noches veraniegas en todo el mundo. Emiten destellos mediante la oxidación de luciferina en el abdomen. Los machos agitan sus luces buscando la respuesta de una hembra, cuyo patrón lumínico sirve de ‘contraseña’ para el apareamiento. La bioluminiscencia también les ayuda a advertir de su toxicidad a los depredadores.
Dinoflagelados y plancton
En muchas playas tropicales, agitar el agua hace que se iluminen millones de individuos microscópicos. Se trata de dinoflagelados como Noctiluca, que reaccionan con flashes azulados ante perturbaciones. El objetivo es atraer a peces que puedan comerse a los crustáceos predadores del plancton.
Krill y crustáceos bioluminiscentes
Frecuentes en mares fríos y templados, estos organismos usan su luz tanto para atraer compañeros como para distraer a enemigos. Pueden liberar nubes de sustancia brillante para confundir a los depredadores y aumentar sus posibilidades de huida.
Otros protagonistas menos conocidos
Entre los milpiés, el género Motyxia brilla para avisar de su peligrosidad al ser tóxico. Entre los insectos, aparte de luciérnagas, el tucu tucus utiliza manchas lumínicas para simular ser una presa más grande y así confundir a sus enemigos.
Bioluminiscencia frente a biofluorescencia: ¿son lo mismo?
Muchas veces se confunden la bioluminiscencia y la biofluorescencia, pero no son lo mismo. La diferencia clave está en el origen de la luz:
- Bioluminiscencia: Es la capacidad de producir luz de manera autónoma, gracias a reacciones químicas internas (luciferina-luciferasa). Muchos organismos marinos, insectos y hongos la exhiben claramente.
- Biofluorescencia: Es la capacidad de absorber luz de una determinada longitud de onda y reemitirla como otro color. Ejemplo: tortuga carey, escorpiones. Necesita de una fuente externa (como la luz ultravioleta).
Algunos animales exhiben ambos fenómenos. Por ejemplo, la tortuga carey fue el primer reptil documentado con biofluorescencia, reflejando luces rojas y verdes al recibir luz azul o UV.
La bioluminiscencia en hongos y bacterias: aliados invisibles del reino animal
No solo animales, sino también hongos y bacterias han evolucionado para crear luz. En los bosques húmedos de América, Europa y Asia, especies como Panellus stipticus emiten luz blanca verdosa constante durante la noche, atrayendo insectos que transportan sus esporas a nuevos hábitats.
Las bacterias marinas como Vibrio fischeri y Vibrio harveyi forman parte vital de la bioluminiscencia. Muchas especies de calamares y peces dependen de estos microorganismos simbióticos; cultivados en órganos especializados, los animales los «alimentan» y a cambio reciben luz para camuflarse o comunicarse.
El proceso en bacterias está exquisitamente regulado. Solo cuando hay una alta concentración de bacterias, mediante el sistema de quorum sensing, se activa la producción de luz, lo que optimiza el uso energético y evita que individuos aislados «desperdicien» recursos.
Aplicaciones científicas y tecnológicas de la bioluminiscencia
El estudio y la manipulación de proteínas y genes bioluminiscentes han revolucionado la investigación biomédica y genética. La proteína verde fluorescente (GFP), obtenida de medusas marinas, es usada como marcador en la expresión génica, permitiendo visualizar procesos celulares en tiempo real, desde la diseminación de células cancerígenas, la actividad neuronal, hasta la detección de patógenos y el rastreo de virus como el VIH.
Los avances en ingeniería genética han permitido incluso experimentar con plantas y animales modificados para brillar en la oscuridad. Se ha soñado con crear árboles luminosos para iluminar calles o detectar contaminación alimentaria usando organismos bioluminiscentes.
En la industria, el conocimiento de la bioluminiscencia ha facilitado el desarrollo de sistemas de detección muy sensibles, marcadores de seguridad y materiales inspirados en la estructura de los fotóforos animales para la iluminación eficiente.
¿Dónde y cuándo observar la bioluminiscencia en la naturaleza?
Las mejores oportunidades para ver bioluminiscencia en acción se dan en zonas costeras cálidas y mares tropicales, en noches oscuras cuando el plancton brilla bajo las olas o cuando bancos de peces entrechocan. Los bosques húmedos templados y tropicales ofrecen espectáculos con luciérnagas y hongos durante la temporada de lluvias.
Algunas especies, como el calamar luciérnaga en Toyama (Japón), generan auténticas «romerías» turísticas, con mares azulados bajo la luna gracias a la concentración masiva de individuos brillantes durante la freza.
Curiosidades sobre la bioluminiscencia: lo que la ciencia sigue investigando
La bioluminiscencia sigue siendo un campo fascinante y en parte misterioso para la ciencia:
- El origen evolutivo exacto de la bioluminiscencia sigue sin estar claro: Aunque sabemos que surgió hace cientos de millones de años, probablemente en reacciones para mitigar la toxicidad del oxígeno, no están totalmente definidos los primeros pasos y fines originales del fenómeno.
- Las combinaciones de colores son casi infinitas: Aunque la mayoría de los animales emiten luz azul o verde, recientemente se han descubierto especies capaces de generar resplandores rojizos (ejemplo: medusas abisales), posiblemente adaptados a hábitats con total ausencia de luz solar.
- En ciertas especies, la luz se modula químicamente en intensidad, frecuencia y patrón, lo que permite una comunicación y defensa mucho más compleja de lo que se pensaba.

- La bioluminiscencia es tan eficiente que apenas eleva la temperatura corporal de los organismos, lo que la hace ideal para la vida en zonas profundas y frías del océano.
- Algunas especies han adaptado su bioluminiscencia para beneficios mutuos, como el calamar bobtail que «alimenta» con azúcares a sus bacterias luminiscentes. Esta relación simbiótica es un modelo de referencia para los estudios sobre cooperación interespecífica.
El impacto de la bioluminiscencia trasciende el mundo natural. Su estudio ha revolucionado desde la biología molecular hasta la ecología marina y la medicina, inspirando tecnologías de iluminación, sensores, fármacos y herramientas genéticas con aplicaciones impensables hace unas décadas. A medida que la exploración de los océanos profundos y los ecosistemas nocturnos avanza, nuevos descubrimientos seguirán desvelando los secretos de estas criaturas luminosas.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/animales-luminosos/
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