

Imagen Cancillería de Colombia
Con un recorrido lleno de simbolismo y propósito, la canciller de Colombia, Laura Sarabia Torres, cerró este miércoles su agenda diplomática en Japón visitando el pabellón colombiano en la Expo Osaka 2025. Un espacio que no solo celebra la riqueza del país en innovación, sostenibilidad, cultura y negocios, sino que también se alza como una declaración audaz de confianza en el presente y el futuro de Colombia.
Colombia es el único país de América Latina con un pabellón tipo A en esta edición de la exposición universal, un reconocimiento que no solo enorgullece, sino que posiciona al país como un actor clave en la conversación global sobre desarrollo, cooperación e innovación.
Bajo el lema «Colombia, el País de la Belleza», el pabellón ofrece una experiencia inmersiva que conjuga lo sensorial con lo estratégico. La propuesta colombiana va más allá del espectáculo visual: invita a los visitantes a descubrir una nación que se reinventa con inteligencia, sin perder su esencia. En cada rincón del pabellón, se percibe la biodiversidad que convierte al país en un epicentro ambiental global, la pujanza de sus avances científicos y el eco de su herencia cultural, marcada por la magia literaria de Gabriel García Márquez y el realismo que resiste y sueña.
Durante su visita, la canciller Sarabia destacó que la Expo no es simplemente una vitrina de culturas y tecnologías, sino “una plataforma viva de diplomacia y cooperación estratégica”, donde más de 150 naciones tejen alianzas y proyectan soluciones colectivas para los desafíos del siglo XXI.
“Colombia no solo reafirma su compromiso con la cooperación internacional”, afirmó Sarabia. “También celebra los 116 años de relaciones diplomáticas con Japón, en una historia de amistad construida sobre el respeto mutuo y el trabajo conjunto. Esta exposición es testimonio de ese vínculo, y al mismo tiempo, una puerta hacia nuevas oportunidades económicas, culturales y humanas”.
La canciller subrayó el papel del pabellón como motor para atraer inversión extranjera, fomentar el emprendimiento global y fortalecer la resiliencia económica del país. Pero también hizo énfasis en un aspecto menos cuantificable, aunque igual de crucial: el intercambio cultural. “Colombia no viene solo a mostrar cifras. Viene a compartir su alma, su cocina, su música, sus historias. Y a escuchar las del mundo”.
La presencia colombiana en Osaka responde a una estrategia clara: afianzar su liderazgo regional en Asia-Pacífico, reforzar su relación con Japón —principal socio comercial en esa región— y expandir sus horizontes hacia nuevos mercados.
Con una proyección de más de 28 millones de visitantes durante los seis meses que durará la exposición, la apuesta de Colombia no es solo ambiciosa, sino calculada. Se trata de sembrar presencia, sembrar respeto y sembrar alianzas que florezcan en el tiempo.
Al cierre de su recorrido, Sarabia no dio discursos triunfalistas. Pero bastaba con verla caminar entre los espacios del pabellón, intercambiando palabras con curadores, empresarios y ciudadanos japoneses, para entender que lo que Colombia está construyendo en Osaka es mucho más que una exposición: es una nueva narrativa sobre lo que somos capaces de ser en el mundo.
carloscastaneda@prensamercosur.org
