

Desde el desembarco, producido el 2 de abril de 1982, hasta el cese del fuego del 14 de junio, un grupo de militares argentinos extremadamente entrenados para operar en los ambientes más rigurosos y con conocimientos de francotiradores, paracaidismo e inteligencia militar operaron en las Islas Malvinas.
Ellos, quienes integraban las tropas especiales del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea Argentina (FAA), fueron los primeros en tocar suelo malvinense y los últimos en regresar al continente. De hecho, fueron protagonistas silenciosos de los momentos más importantes de la Guerra.
¿Cuáles fueron sus misiones y qué hazañas protagonizaron?, a continuación tres historias que ponen el foco en el papel que jugaron esos soldados de élite en las Islas Malvinas.
La operación “Rosario” y la recuperación de las Islas Malvinas
Hacia fines de marzo de 1982 se lanzó una operación secreta y solo aquellos que participarían comenzaban a tomar conocimiento. La fecha estaba programada para el día 1° de abril y se conocía bajo el nombre de “Operación Azul”.
En aquel momento, por las malas condiciones meteorológicas, el movimiento debió postergarse y quedó definido para el 2 de abril. Otro detalle: pasó a llamarse “Rosario”. ¿La razón?, la respuesta debe buscarse cientos de años antes, en 1806, cuando las fuerzas defensoras de Buenos Aires, en tiempo de las Invasiones Inglesas, le rezaron a la Virgen del Rosario (imagen que se encuentra en el convento “Santo Domingo”, en el microcentro porteño), para pedirle su ayuda en el combate. A cambio, las tropas le entregarían todos los trofeos de guerra quitados a los británicos: los estandartes que aún se conservan en la iglesia, símbolo de la victoria, el coraje y la bravura de aquellos efectivos.

Entonces, regresando a 1982, quienes conocían el plan de la Operación eran los que la protagonizarían: debían desembarcar en las playas lindantes a Puerto Argentino, tomar la gobernación de las islas y lograr la rendición de la guarnición militar local, con la consigna de no producir bajas a los británicos.
El dato: cada una de las Fuerzas Armadas tiene sus propias tropas de élite. Puntualmente en Malvinas, participaron, por el Ejército, los comandos; por la Fuerza Aérea, el Grupo de Operaciones Especiales; y, por la Armada, los comandos anfibios y los buzos tácticos.
En cuanto a la “Operación Rosario”, el primer movimiento estuvo a cargo de la Armada. Atrás venía el Ejército. Además, con los primeros rayos del sol, se esperaba el aterrizaje de los comandos de la Fuerza Aérea.

El desembarco: “Mejor llegar vivo”
En diálogo con DEF, el capitán de navío retirado Bernardo Schweizer, quien en en ese entonces tenía 24 años y el grado de teniente de corbeta, contó que él y el cabo principal Carlos Sequeira fueron los primeros argentinos que desembarcaron en Malvinas el día 2 de abril: “La navegación fue muy demorada y dificultosa. Pero, de cualquier manera, llegamos a un punto en el que yo, con el único visor nocturno que teníamos, vi la línea de olas adelante, a unos 100 metros, y decidí pasar al kayak, junto a Sequeira”.

Por entonces, los movimientos debían hacerse en absoluto sigilo y en plena oscuridad. “Los Infantes de Marina sabemos que hay una etapa en toda operación de asalto anfibio, en este caso una incursión, que es la más crítica. Se trata del movimiento buque-costa. Por entonces, mi preocupación era llegar rápido y en silencio a tierra, sin ser detectados. Recuerdo que la navegación fue muy demorada y dificultosa”, contó.

Ya en el kayak, y mientras remaban, una bengala iluminó la costa. El marino sintió que lo enfocaban y tuvo la sensación, casi la certeza, de que los habían descubierto. De todas maneras, adoptaron las técnicas que se utilizan en circunstancias como esas: se agacharon y ofrecieron la menor silueta. “Nos tiramos hacia adelante, sentados. Yo continué mirando a ver de dónde podían venir los disparos. Pero no pasó nada. Solo vimos la luz de un vehículo que circuló paralelo a la playa, pero siguió su camino. No nos detectaron. A partir de ahí, decidí llegar mucho más rápido. Con ayuda del visor encontré una playa más reducida, a unos 100 metros. Yo en ese momento dije: `mejor llegar vivo, antes que llegar muerto y tarde´”.
La llegada del Grupo de Operaciones Especiales de la Fuerza Aérea
En un encuentro con DEF, el brigadier mayor retirado Ernesto Osvaldo París contó que en abril de 1982 tenía 26 años y el grado de teniente.
Fue el 29 de marzo cuando el jefe del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Fuerza Aérea Argentina le comunicó a él y a otros 28 efectivos que participarían de una misión secreta en el sur.

París y sus camaradas llegaron a las Islas el día 2 de abril, en el primer vuelo argentino que aterrizó en las Islas: “Cuando el Hércules comenzó a estar muy cerca de las Malvinas, el comandante de la aeronave se encontró con una dificultad: la pista estaba obstaculizada por una serie de maquinarias y viales en desuso. Así que recién a las 8.15 horas le dieron autorización para descender”. De todas maneras, el avión pudo tocar tierra y, cuando lo hizo, desplegó su rampa de lanzamiento: por allí descendieron los 29 comandos del GOE, los primeros de la FAA en hacerlo.
París: “Vimos la bandera argentina que ya estaba flameando”
“Nosotros logramos consolidar el aeropuerto y lo primero que vimos cuando bajamos fue a la bandera argentina que ya estaba flameando. Verla en parte de nuestro territorio fue una emoción impresionante”, recuerda orgulloso.

En palabras del Veterano de Guerra, en Malvinas el GOE realizó múltiples tareas, siempre ajustadas a la capacitación que tenían. Por ejemplo, en una oportunidad se desplazaron en la Isla Soledad para hacer exploración y reconocimiento. ¿El objetivo?, conocer los movimientos británicos posteriores al desembarco del 21 de mayo.
En Malvinas también cayó uno de los miembros del GOE, el capitán post-mortem Luis Castagnari. Resulta que el 29 de mayo una aeronave se preparaba para aterrizar y el GOE iba a apoyar esta acción, pero el fuego de una fragata inglesa no lo permitió.

Castagnari, por entonces primer teniente, buscó poner a salvo a sus camaradas y cayó en combate. De hecho, años después, su familia viajó a las Islas para traer sus restos al continente: sus cenizas están en Río Cuarto, provincia de Córdoba.
“Todos los que participamos en Malvinas entregamos todo sin pedir nada a cambio. Y si era necesario dar la vida, como lo dieron los 649 héroes, en particular los 55 de la Fuerza Aérea Argentina. En esa cifra está el hombre que perdimos, el primer teniente Castagnari, en la noche del 29. ¿Qué puedo decir? La guerra es lo más horrendo que le puede pasar a una persona. Nosotros nos preparamos, en la paz, para cuando la patria, la nación, nos necesite. Y si tenemos que ir a un conflicto, como nos tocó, tenemos que estar listos como corresponde. Pero, a la guerra nadie la quiere, no somos fanáticos de ella, todo lo contrario. Pero es horrenda. Puedo decir que en ella se ven las miserias humanas, pero también lo que el ser humano saca de su interior para poder ayudar y poder cumplir con los objetivos, en este caso: recuperar nuestras Islas Malvinas”, reflexionó el oficial de la FAA.

En su caso, tras la rendición, permaneció como prisionero. En total estuvo 104 días en las islas. Regresó al continente el 14 de julio de 1982.
Los comandos del Ejército: “El momento más duro fue la noche del 10 de junio”
Mauricio Fernández Funes participó de la guerra de Malvinas como comando del Ejército Argentino. Por entonces, tenía el grado de capitán y formaba parte de la Compañía 602: “El momento más difícil y más duro fue la noche del 10 de junio. Habíamos salido temprano de nuestra base en Puerto Argentino, con las últimas luces, y ya en horas de oscuridad, habíamos dispuesto una emboscada sobre estribaciones del cerro Dos Hermanas, hacia la zona de San Carlos, que es por donde se producía la aproximación de las tropas británicas”.

Esa noche los comandos tuvieron una situación de combate directo con los ingleses que habían entrado en la misma posición: de hecho, cayeron en combate el sargento Mario Antonio Cisnero (“El perro”) y el sargento ayudante Ramón Acosta, del escuadrón Alacrán de la Gendarmería.
“Más allá de la intensidad del fuego, que era realmente enorme, la única manera que encontramos de desprendernos fue que la artillería tirara sobre nosotros. Esa noche sentíamos el fuego sobre nuestras cabezas. Posiblemente, fue la noche más dramática, no solo por la intensidad del combate, sino por el dolor de las pérdidas”, contó Fernández Funes.
Patricia Fernández Mainardi
Fuente de esta noticia: https://defonline.com.ar/defensa/video-las-misiones-de-las-fuerzas-especiales-en-la-guerra-de-malvinas/
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