
Montevideo (Mesa Américas), 26 mar (Sputnik).- Cuando ya se creía que la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) era un capítulo archivado en la historia, la izquierda regional comienza silenciosamente a tejer las redes de su reactivación.
Todo empezó el 1 de marzo, en Montevideo, durante la asunción de Yamandú Orsi como presidente de Uruguay, en una reunión donde los mandatarios Lula da Silva (Brasil) y Gustavo Petro (Colombia) movieron la primera pieza de un tablero que algunos países aún miran con suma cautela.
Fuentes de varios gobiernos sudamericanos confirmaron a la Agencia Sputnik que dicha reunión en Montevideo existió, que el tema fue discutido, y que existe buena disposición en varios países pese a los desafíos.
Por ahora, las posiciones son muy cautas, sobre todo desde el lado brasileño, que espera el momento indicado para volver a impulsar esta propuesta, teniendo claros tanto los desafíos internos de cada país, como los externos, con una fuerte resistencia de la derecha regional.
Más resuelto a encarar el tema se mostró Bolivia, cuyo embajador en Uruguay, Adalid Contreras, confirmó a Sputnik que su país quiere adoptar un rol más activo en la reactivación del bloque, la cual se está «tejiendo» lentamente con un «amplio consenso» entre varios presidentes.
Poco a poco, pese a los reparos, el progresismo latinoamericano coincide en que los mecanismos de integración son claves ante el escenario internacional adverso y el desafío que implica la nueva postura internacional que impulsa EEUU bajo el liderazgo de Donald Trump.
«Es fundamental que América del Sur reconstruya un espacio de concertación política para enfrentar tiempos tan turbulentos como los actuales. Lo que ha estado ocurriendo es que cada país trata de distanciarse de las decisiones de EEUU, pero hace falta una concertación mínima basada en la defensa de principios básicos del derecho internacional», señaló a Sputnik el exministro chileno de Economía y Comercio Carlos Ominami.
Además de los desafíos internos, la iniciativa enfrenta una fuerte oposición desde la derecha. En Uruguay, el senador Sebastián Da Silva, del opositor Partido Nacional (centroderecha), cuestionó la viabilidad del bloque, argumentando que no ha logrado beneficios tangibles para sus miembros.
«En la izquierda hay una fascinación por el legado del Gobierno brasileño que aún no logro entender. La Unasur es un organismo costoso que no ha conseguido un solo objetivo concreto. Es un parche ideológico que puede tener, para Brasil, algún logro como un liderazgo continental. Para Uruguay es el grito faldero que va atrás de lo que dice Itamaraty (sede de la Cancillería brasileña)», dijo Da Silva a Sputnik.
Fundada en 2008 para impulsar el intercambio cultural, social y comercial en Sudamérica, Unasur entró en crisis en 2018, cuando varios países lo abandonaron debido a diferencias políticas. En abril pasado, el presidente Lula transmitió a Petro la necesidad de «reorganizar» el bloque como un contrapeso a los extremismos regionales.
El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, decretó que el edificio que albergaba Unasur, en Quito, pasara a un Centro Múltiple de Institutos Educativos, aunque ya Petro adelantó que pedirá la restitución de la sede del bloque al ganador del balotaje presidencial del próximo 13 de abril.
Por tanto, un punto clave para el futuro de Unasur será el resultado de las presidenciales en Ecuador: en dependencia de si gana Noboa o la líder izquierdista Luisa González podría reconsiderarse el destino del edificio que albergó la sede del bloque, factor logístico relevante para su reactivación.
LA VISIÓN DE BRASIL
Fuentes diplomáticas, que prefirieron el anonimato, señalaron a Sputnik que la visión de Brasil sobre una eventual reactivación de Unasur es cautelosa y se basa en un enfoque gradual.
Las fuentes reconocieron que durante la investidura en Uruguay hubo una reunión sobre el tema, pero desde entonces no ha habido una «evolución tan rápida», aunque en las próximas semanas el Gobierno analizará si actuará, teniendo en cuenta que otros países de la región no están «muy entusiasmados».
«El consenso sobre este proyecto es difícil. Lo que sí, con un trabajo conjunto de unos siete u ocho, estamos trabajando hasta ahora siempre con la idea del Consenso de Brasilia para no chocar con el tema de los que no quieren una reedición de la Unasur para que podamos avanzar en los temas y cuando se pueda, se plantee un relanzamiento», abundaron desde Brasil.
Surgido en mayor de 2023, el Consenso de Brasilia propició las discusiones sobre temas comunes, como defensa, salud y cooperación, sin la necesidad de una estructura institucional como Unasur.
Brasil reconoce que la reactivación de Unasur sería un «proceso largo y complicado», especialmente porque países como Chile ya se retiraron del grupo.
Asimismo, la fuente indicó que el Gobierno brasileño considera que la integración regional es «crucial», pues está establecida como un mandato constitucional y es un «punto clave» de las relaciones exteriores.
BOLIVIA
Mientras tanto, Bolivia apuesta por jugar un papel dinámico en la renovación de Unasur, con un enfoque «flexible y pluralista», aprendiendo de los errores del pasado.
«Posterior a esa reunión (en Uruguay), el presidente de Bolivia (Luis Arce) tuvo encuentros bilaterales con todos los mandatarios que participaron en este encuentro. Una especial con el presidente de Colombia, quien le contó ampliamente las características, contenidos y proyecciones de esta reunión. La coincidencia es absoluta», afirmó el embajador Contreras a Sputnik.
Advirtió que no hay «fechas» para dicho relanzamiento, remarcó que el tema «está tejiéndose» y propuso que la Unasur no funcione de manera aislada, sino que se articule con otros mecanismos de integración para evitar la fragmentación y fomentar la convergencia.
CHILE
En Chile, el Gobierno de Gabriel Boric manifiesta más reparos que administraciones anteriores. Aunque hay afinidad política con Brasil y Colombia, Chile no prioriza su regreso a Unasur, según indicó a Sputnik una fuente bajo condición de anonimato.
«El presidente Boric no ha respaldado poner en marcha Unasur. (…) Es evidente la afinidad política del Gobierno actual en Chile con los principales promotores de reactivar la Unasur. Dicho eso, ante la fragmentación que se vive en la región, Chile ha sostenido que el consenso de Brasilia es un mecanismo más pragmático, precisamente para fomentar la integración y poder avanzar sobre temas y desafíos comunes», remarcó.
Chile considera que, en el contexto actual, el Consenso de Brasilia permite avanzar en temas concretos y desafíos comunes sin la necesidad de una estructura institucional, añadió la fuente.
Consideró que, para que Chile se reincorpore a la Unasur sería necesario una aprobación del Congreso Nacional, lo que hace poco probable tal reactivación en el corto plazo.
URUGUAY
Fuentes de la Cancillería uruguaya confirmaron a Sputnik que el encuentro entre presidentes para hablar sobre la Unasur existió, pero remarcaron que «no fue el tema central», y prefirieron no abundar.
Sin embargo, durante la investidura de Orsi, Lula dijo a la prensa que con el regreso de la izquierda uruguaya al poder se podrá discutir la «reconstrucción» de la Unasur, ante la necesidad de hacer un «bloque fuerte en América del Sur».
En junio pasado, cuando aún era candidato, Orsi dijo que Uruguay debería promover el fortalecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en línea con la «vocación integracionista» del país, así como «poder dinamizar aquello que fue la Unasur».
LA NECESIDAD DE UNA INTEGRACIÓN
Al respecto, Ominami advirtió que falta cohesión entre los países de la región y «no hay suficiente conciencia» sobre la magnitud de los cambios en el escenario internacional.
«Hay una gran fragmentación y divisiones en distintos ámbitos. Tenemos opiniones divergentes sobre numerosos temas políticos e ideológicos, pero no deberíamos diferir en cuestiones fundamentales como el respeto a los acuerdos internacionales, el derecho internacional y la prevención de guerras comerciales que pueden tener efectos perjudiciales para todos. Es imprescindible contar con un espacio de integración que facilite la construcción de consensos», remarcó.
Para el exministro chileno, cualquier intento de reactivar un bloque regional debe incorporar las lecciones del pasado, y poner a Unasur «por encima de las coyunturas políticas y de la afinidad ideológica de los gobiernos».
Agregó que la falta de continuidad institucional obstaculiza la consolidación de una verdadera integración, y destacó que las experiencias en Europa y Asia demuestran que es posible mantener una unidad de propósito amén de las diferencias políticas.
LA OTRA MIRADA
Desde la derecha latinoamericana, la Unasur es vista con escepticismo. Da Silva la calificó como un «parche ideológico» más que como una herramienta útil para la región, y criticó a Lula por impulsar esta iniciativa sin medir el impacto real.
«Es la ‘política de la caipiriña’, donde el presidente hace lo que quiere sin que nadie evalúe la pérdida de tiempo y dinero», sentenció el legislador uruguayo, para quien la integración regional en tales términos implica una cesión innecesaria de soberanía.
Sostuvo que los intereses uruguayos difieren de los brasileños, y que su país debería enfocarse en aprovechar el contexto del Mercado Común del Sur (Mercosur) para fortalecer su comercio con potencias como China, así como capitalizar la actual sintonía entre los gobiernos de Argentina y EEUU.
Sobre la viabilidad de la Unasur, Da Silva fue tajante: «Nunca tuvo utilidad, y seguir insistiendo en revivirla es un error».
En su opinión, los mecanismos de integración deben ser eficientes y orientados a objetivos concretos, en lugar de limitarse a declaraciones sin impacto real.
Fuente
Lucía Barrios
(Sputnik)
zzz/yyy/lb/cm

