

Los recursos siempre han ido de la mano de la geopolítica y la historia global. También serán clave en el futuro. Esta máxima es la motivación detrás de Material World (Editorial Península), el último libro del periodista británico Ed Conway, quien se lanza a explorar cómo han cambiado el mundo seis recursos clave: la arena, la sal, el hierro, el cobre, el petróleo y el litio. Hablamos con él sobre la importancia de las materias primas estratégicas y su rol en un orden internacional cada vez más competitivo, en el que Europa se está quedando por detrás de China y Estados Unidos.
PREGUNTA – En su libro analiza seis materiales que ayudan a construir nuestro mundo y que son clave para su futuro: arena, sal, hierro, cobre, petróleo y litio. ¿Por qué estos? ¿Qué los hace más relevantes que otros como el gas, el níquel u otro material?
RESPUESTA – No es la lista definitiva. Creo que hay muchos otros materiales también muy importantes, pero si los hubiese incluido el libro sería larguísimo. En cierto modo, he intentado insertar otros materiales a lo largo del camino. Por ejemplo, los fertilizantes no son un material explícito, pero dado que el fertilizante de nitrógeno es realmente importante y también la mayor parte lo obtenemos del gas natural, lo incluí en el capítulo sobre el petróleo. Y como el gas es importante, lo incluí en el capítulo sobre el petróleo. Hay más ejemplos así a lo largo del libro.
La arena, la sal, el hierro, el cobre, el petróleo y el litio son sólo la punta del iceberg, pero los escogí porque sin ellos no existiría la civilización tal y como la conocemos. La forma en que están ordenados en el libro permite comprender su importancia histórica, pero también su rol en el futuro de nuestras economías y sociedades.
Por eso empiezo con la arena, en concreto con el vidrio, que es una de las primeras tecnologías avanzadas que los humanos aprendieron a fabricar, y termino con el litio, que es clave para la transición energética por su empleo en las baterías. Y como resultado hay un arco dentro del libro. Pero no descarto escribir una secuela algún día donde examine el níquel, el uranio y otros materiales.
A propósito de otros materiales estratégicos, Donald Trump quiere que Ucrania les conceda acceso a la explotación de sus reservas de tierras raras. ¿Por qué son tan importantes estos minerales? ¿Qué viabilidad tiene su extracción en Ucrania y cómo beneficiaría a Estados Unidos?
Curiosamente, consideré incluir las tierras raras en el libro, pero las descarté porque, aunque son importantes, la civilización puede sobrevivir sin ellas. Hasta donde sabemos, no hay más tierras raras en el suelo de Ucrania de las que hay en Estados Unidos. El verdadero desafío con ellas no es extraerlas, sino refinarlas, lo que requiere mucha energía y esfuerzo, además de ser muy contaminante. Esta es una de las razones por las que China domina su producción: no porque tenga más reservas en su suelo, sino porque está dispuesta a refinarlas mientras que la mayoría de los demás países no.
La situación es mucho más compleja de lo que la cobertura mediática suele hacer creer. Hay muchos minerales en el suelo de Ucrania —principalmente carbón y hierro, y algo de litio, aunque en cantidades mucho menores que en Estados Unidos, Chile o Argentina—, pero no en volúmenes que cambien el mundo. Sin embargo, la insistencia de Trump en estos recursos subraya el hecho de que los responsables políticos reconocen su importancia, no sólo para la tecnología verde, sino, quizá incluso más en la actualidad, para la defensa y la industria.
Entonces, ¿no nos tenemos que fijar tanto en las tierras raras como argumento para la paz en Ucrania o, por ejemplo, para la anexión de Groenlandia?
De hecho, la situación con Groenlandia es bastante similar a la de Ucrania. Groenlandia tiene muchos minerales, pero no en cantidades que cambien el mundo. Y los desafíos para extraerlos serán extremos. En otras palabras, si uno fuera completamente racional, la postura de Trump sobre Groenlandia no se basa únicamente en los minerales. Si así fuera, no sería una postura muy inteligente. La gran ironía aquí es que Estados Unidos ya tiene acceso a cantidades extraordinarias de minerales tanto en su propio territorio como al norte, en Canadá. Probablemente más de los que necesitará jamás.
“Lo que importa no es sólo obtener materias primas, sino convertirlas en productos que cambien la vida de las personas”
El punto clave, que intenté destacar en el libro, es que lo que realmente importa no es sólo la obtención de materias primas como el cobre y el litio, sino la capacidad de convertirlas en productos que cambien la vida de las personas, como la electrónica y las baterías. El chip de silicio cambió la vida de miles de millones de personas porque hemos aprendido a fabricarlos de manera extremadamente eficiente. Todo esto significa que los minerales son sólo el punto de partida de un proceso largo; no son la solución en sí mismos. Sin embargo, no estoy seguro de que ciertas personas en la Casa Blanca lo hayan comprendido. Supongo que al menos es alentador que sean conscientes de su importancia.
El primer material que trata en el libro es la arena. Dice que hay muchos tipos y que se utiliza para muchos sectores, desde la construcción hasta el turismo. En países como India ya hay conflictos en torno a esta materia prima. ¿Nos estamos quedando sin ella? ¿Qué otros retos enfrenta?
Nunca nos vamos a quedar sin arena, porque hay mucha en el planeta. Pero conseguir el tipo correcto de arena, con la forma y la estructura química correcta, no siempre es sencillo. Para la construcción necesitas una en la que los granos tienen una forma angular, que es muy diferente al tipo de arena que encuentras en un desierto, mucho más redondeada por los años de erosión. En lugares donde hay importantes proyectos de urbanización y de construcción de infraestructuras, como China o India, hay una demanda masiva de este tipo de arena.
El problema es que se encuentra principalmente en lechos de ríos o de las costas, donde su extracción puede tener un impacto medioambiental grave. En India o China están intentando regular este comercio porque les preocupa los daños ecológicos, pero por mucho que regulen ya existe un mercado negro. En India existen mafias de la arena que salen a dragar los ríos durante la noche. Tienen hasta seguridad armada y ha habido informes de asesinatos y tiroteos con estos grupos. Este caso prueba hasta dónde pueden llegar ciertas personas para conseguir ciertos materiales cuando hay una fiebre por ellos.
Por otro lado, está el caso del turismo. En Europa nos gusta que nuestras playas sean bonitas y para eso necesitamos una arena que se vea bonita. Y a ser posible que sea barata. Esto lleva a que, por ejemplo, España importe arena del Sáhara Occidental, lo cuál abre importantes interrogantes éticos. Como no nos solemos centrar en los materiales, porque se suelen considerar oscuros y aburridos, estos casos pasan desapercibidos. Cuando miras debajo de la superficie, de repente se revela este mundo interesante, a veces aterrador, pero fascinante.
Un material que incluye en el bloque de la arena y sobre el que tal vez hablamos más es el silicio, por su uso en microchips. Usted explica que China domina la producción de silicio. ¿Cuáles son los riesgos geopolíticos de este control para países como Estados Unidos o Taiwán, que dominan otras partes de la cadena de suministro de la industria de los semiconductores?
Es una muy buena pregunta. El problema es que China puede producir grandes cantidades de silicio a un precio muy barato gracias a que subvenciona a los productores. También porque los estándares medioambientales y los costes energéticos son más bajos. ¡Siguen utilizando carbón! Esto dificulta a Europa o a Estados Unidos competir en igualdad de condiciones.
Aquí hay una historia interesante. El proceso de fabricación de semiconductores (chips de silicio) es casi el mismo que el que se sigue para hacer paneles solares. Sin embargo, la pureza del silicio que precisan estos últimos puede ser menor que la de los chips. Las obleas de silicio que se utilizan en los semiconductores son el producto más puro que la humanidad es capaz de producir en masa, ¡es asombroso! Cuando escribí el libro, China todavía no era capaz de fabricar las obleas de silicio con tanta pureza como Taiwán, Corea del Sur o Estados Unidos, pero se están acercando.
Pero los chips son sólo una pequeña parte del mercado. Taiwán, Corea del Sur, Estados Unidos dominan el mercado de los chips, pero China está a la cabeza del de los paneles solares. Es la gran potencia dominante. Si asumimos que en algún momento dominarán el resto de sectores, no sólo los chips, sino las baterías y otras tecnologías, plantean un reto importante al resto del mundo. ¿Puede Occidente lograr mantener su semi-monopolio en los chips de silicio de súper alta calidad? ¿Podrá China mantener su primacía en la producción de paneles solares? Son preguntas abiertas que nos hablan de la batalla industrial que se está tejiendo en la actualidad.
“El comercio no previene las guerras. Muchos países comerciaban entre sí antes de la Primera Guerra Mundial y eso no evitó el conflicto”
Si Occidente domina algunas áreas y China otras, en el fondo nos necesitamos mutuamente. Estamos más interconectados de lo que nos gustaría. En su opinión, ¿esa dependencia nos lleva a la paz o al conflicto?
Se podrían dar los dos caminos, ese es el problema. Existe la creencia de que el comercio previene las guerras, pero no es así. Muchos países comerciaban entre sí antes de la Primera Guerra Mundial y eso no evitó el conflicto. En el libro cuento el caso de cómo en esos años Alemania tenía el monopolio de la producción del cristal que se utiliza en binoculares, prismáticos y telescopios, artilugios clave en los conflictos. Y esto fue un problema logístico para países como el Reino Unido o Francia durante la guerra.
Ahora con la globalización somos más interdependientes que nunca, pero ¿significa eso que somos más sabios? No lo sé. Me gustaría que fuese así, pero la historia no nos da ejemplos alentadores. El proteccionismo está en auge: los países están intentando construir sus propias cadenas de suministro porque les preocupa ser excesivamente dependientes de otros y quedar expuestos en caso de guerra. Por eso Estados Unidos y Europa están apostando por la reindustrialización.
A mí me preocupa bastante, pero espero que los políticos miren la interdependencia y piensen muy cuidadosamente en las consecuencias de ir a la guerra. Pero, como digo, se han tomado decisiones estúpidas en el pasado y se volverán a tomar en el futuro.
Entrevistas como esta son posibles gracias a quienes apoyan la divulgación internacional.
El proteccionismo está en auge con medidas como los aranceles que propone Donald Trump. ¿Es la forma más inteligente de afrontar los riesgos de la interdependencia?
En teoría todos deberíamos tener cero barreras comerciales, pero en la práctica no es así como funciona el mundo. China es muy proteccionista con sus productores de paneles solares porque les da grandes subvenciones y les proporciona asistencia adicional, y así hace que sea mucho más barato fabricar un panel solar o una batería porque les beneficia. Esto propicia que Estados Unidos quiera introducir aranceles, generar un campo de juego más nivelado y proteger su industria. El problema es que está llevándolo muy lejos.
Siempre que los países reaccionan de forma exagerada provocan inestabilidad. Pero sí creo que el modelo que hemos seguido hasta ahora no es perfecto. Ha permitido que Europa, que solía dominar la producción de paneles solares, que tenía la mayor parte de la propiedad intelectual sobre esta tecnología, perdiese esa fuerza industrial contra Asia. Y eso es en parte porque Asia ha sido mucho más proactiva. Por todo ello, nos encaminamos a una fase más proteccionista.
Un gran capítulo de su libro trata sobre el petróleo y cómo se ha convertido en uno de los recursos más importantes del siglo XX, tanto por su valor energético como por la producción de plásticos y otros derivados difíciles de sustituir. Sin embargo, el objetivo de la descarbonización es reducir al máximo su consumo. ¿Es esto posible? ¿Existe el “pico del petróleo”?
Durante mucho tiempo la gente se preocupó por el pico de suministro de petróleo y pensó que nos quedaríamos sin él. Pero el fracking acabó con esos temores. Dejando a un lado las consecuencias medioambientales, una de las noticias más importantes de los últimos veinte años es que Estados Unidos ha superado a Arabia Saudí como mayor exportador global de petróleo. Así que no, el problema no es quedarnos sin crudo.
El “pico del petróleo” al que tenemos que atender es el de demanda. Si seguimos nuestros planes de cero emisiones netas, nuestra demanda de petróleo alcanzará su punto máximo y, por lo tanto, disminuirá. Mi sensación es que estas cosas siempre suceden de forma más gradual de lo que se espera. Incluso si seguimos la política de descarbonización más ambiciosa, todavía tenemos petróleo e incluso más gas de cara a 2050. Y no estamos siendo ambiciosos. No vamos a lograr los objetivos y eso hará que sigamos demandando petróleo en el futuro.
Ahora mismo, la adopción de coches eléctricos es decepcionante: tanto en Europa como en Estados Unidos. Fabricar coches eléctricos es difícil y fabricarlos baratos todavía más. Todavía no hemos logrado que sean más baratos que los coches de gasolina una vez que se tienen en cuenta todos los costos adicionales como el seguro y el valor de reventa. Y eso es un gran problema, así como una razón para centrarse aún más en este mundo material. Es clave para que alcancemos las cero emisiones netas.
Un ejemplo representativo de la importancia de los minerales para la transición energética es el litio. En el libro, usted explica que la demanda ya ha superado nuestra capacidad para extraerlo. ¿Hay suficiente litio para todo lo que queremos hacer con él?
Va a haber suficiente litio, no nos vamos a quedar sin él. De hecho, es alentador que cuando tenemos el incentivo de encontrar formas inteligentes de sacar cosas del suelo, lo conseguimos. Somos muy buenos en eso. Lo hicimos con el cobre: mucha gente estaba preocupada en las décadas de 1910 y 1920 por agotar el cobre. Necesitábamos muchísimo para electrificar el mundo. Esta fue la primera gran era de la electrificación. Pero no sucedió, seguimos teniendo cobre.
Creo que lo mismo sucederá con el litio. Hay muchísimos proyectos de litio prometedores. El desafío no es geológico, sino político. Ahora mismo, uno de los mayores proyectos de explotación de litio en Europa es el de Rio Tinto en Serbia, que tiene grandes reservas de este mineral. Sin embargo, los lugareños están en contra del proyecto. También hay grandes interrogantes sobre si Rusia está financiando parte de la campaña en redes sociales en contra porque si hay menos litio ellos pueden vender más gas y petróleo.
Mucha gente, creo que particularmente la gente joven, cuando piensa en el cambio climático y en las cero emisiones netas, no interioriza que eso también implica mucha más minería si queremos cumplir los objetivos climáticos a la par que mantenemos nuestro nivel de vida.
En Europa somos muy reacios a abrir nuevas minas. ¿Podemos permitirnos serlo desde un punto de vista estratégico?
Exactamente, esa es la pregunta. Si Europa no abre minas, entonces tendrá que obtener el litio o las baterías de otro lugar. Ahí se abre el problema de la dependencia en tecnologías críticas. Ahora mismo, Europa está en la peor posición de todas, mucho peor que Estados Unidos y China, porque nuestros costos de energía son más altos.
Además, nuestra base manufacturera se está reduciendo. Lo vemos muy bien aquí en el Reino Unido. Cuando tus costos de energía son altos, entonces tu capacidad industrial disminuye. Ese es el gran problema de Europa: fabricar cualquier cosa en el continente es realmente difícil. Nuestras regulaciones también son bastante restrictivas con la manufactura, pero ahí está la lección: si vamos a llegar a las cero emisiones netas, necesitamos construir y fabricar muchas cosas: paneles solares, baterías, redes, infraestructuras, líneas eléctricas… Todo.
Pero va de la mano de la minería y otros sectores “sucios”. Si pensamos que podemos llegar a las cero emisiones netas sin ningún tipo de desorden, estaremos trasladando ese desorden al otro lado del mundo, a China o África, nosotros solo lo compraremos. Necesitamos tener los ojos abiertos. De lo contrario, nos estaremos engañando a nosotros mismos.
¿Cuál es su opinión sobre la energía nuclear como una alternativa limpia a los hidrocarburos?
La energía nuclear tiene que ser una gran parte de la respuesta. Si alguna vez escribo una secuela del libro, trataré el uranio. El péndulo está volviendo hacia la nuclear. Nos aporta una cantidad de energía que necesitamos para luchar contra la crisis climática. No deberíamos sofocar la cantidad de energía que estamos consumiendo, sino la cantidad de carbono que estamos emitiendo. Las dos cosas no tienen que ser lo mismo. Y la nuclear tiene que ser parte de esa solución.
Hay mucha investigación e inversión en energía nuclear ahora mismo, particular y curiosamente impulsada por empresas tecnológicas y de inteligencia artificial en Silicon Valley. Para hacer funcionar los servidores que ejecutan la IA, necesitas muchísima energía. Y obviamente quieren que sea lo más neutra posible en carbono, a la par que confiable. Así, además de invertir en energías como la solar, están invirtiendo mucho en la nuclear.
La dificultad con la energía nuclear es que los costes siguen siendo bastante altos y la regulación es muy dura. Los accidentes nucleares nos siguen poniendo paranoicos, y eso que han muerto más personas por culpa de la energía hidroeléctrica que de la nuclear. Obviamente el recuerdo de Chernóbil, Three Mile Island y Fukushima sigue muy reciente, pero son casos excepcionales. En realidad, bien hecha, la energía nuclear puede ser muy segura. Y necesitamos invertir más en ella.
Me gustaría recuperar la idea de la dificultad de luchar contra la crisis climática a la par que mantenemos nuestros estándares de vida. ¿Estamos preparados para transformar nuestras economías orientadas al consumo en economías circulares? Al final del libro trata precisamente la cuestión del reciclaje de minerales como el hierro.
El reciclaje del hierro es una historia de éxito: tiene unas tasas de reutilización muy altas. En parte se debe a que es muy fácil de clasificar. Podemos seleccionar cuál es de mayor calidad y cuál de menos y construir aceros muy buenos a partir de material reciclado. Por ejemplo, el mejor acero que hacemos en el Reino Unido ahora mismo es acero reciclado. Lo usamos para cosas como el tren de aterrizaje de los aviones, es de muy buena calidad. El hierro y el acero son casos inspiradores para el resto de la economía circular.
El litio está en sus primeras etapas, pero creo que en el futuro lograremos tasas de reciclaje muy altas. En el aluminio también. Con el cobre es más difícil porque normalmente cuesta separarlo de otros elementos con los que lo hemos integrado. Lo mismo ocurre con el plástico. Un tipo de plástico no tiene por qué ser compatible con otro, necesitas derretirlo todo junto.
Pero sí, la minería del futuro va a ser la de las cosas, no la de las rocas o el suelo. Tenemos que ser capaces de extraer materiales de los productos que ya tenemos. Y en Europa deberíamos ser líderes de este proceso, lograr que el reciclaje sea sexy. Es lo que va a reducir nuestro impacto medioambiental de forma sustancial.
Si tuviese que apostar por otro material que no haya tratado en su libro que vaya a ser clave en el futuro ¿cuál elegiría?
Los nanomateriales. Los quería haber tratado en el libro, pero no tuve tiempo. Me refiero al grafeno o a los nanotubos de carbono que producimos en laboratorios de manera similar a la que inventamos el plástico, que ha demostrado ser revolucionario.
Los nanomateriales tienen todo tipo de aplicaciones increíbles, pero el reto está en producirlos a gran escala. Y las cosas que me interesan en este libro son cosas que cambian el mundo. El hormigón es increíble porque está en todas partes. El acero es increíble porque está en todas partes y las vidas de todos se ven afectadas por él. Y hasta ahora los nanomateriales todavía no han salido del laboratorio. Pero sus promesas son muy emocionantes.
Alba Leiva
Fuente de esta noticia: https://elordenmundial.com/entrevista-ed-conway-materiales-recursos-geopolitica-mundo/
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