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El uribismo ha pasado de enarbolar la bandera de la consulta popular a demonizarla con el mismo fervor. Hace apenas unos meses, el Centro Democrático impulsaba con entusiasmo un mecanismo de participación ciudadana para frenar las reformas del gobierno de Gustavo Petro. Hoy, los mismos dirigentes que pedían firmas en las calles descalifican la iniciativa presidencial, acusándola de ser «amañada», «costosa» y una «jugada para violar la voluntad de las mayorías». La contradicción es tan evidente como reveladora.
El cambio de postura del uribismo no responde a principios democráticos, sino a conveniencias políticas. Cuando el objetivo era frenar las reformas de Petro, la consulta era una herramienta legítima; ahora que es el presidente quien la impulsa, se convierte en una amenaza. Este doble rasero expone no solo una estrategia de oposición basada en la negación sistemática, sino también una falta de coherencia que socava la credibilidad del discurso uribista.
En 2023, el Centro Democrático puso en marcha una consulta popular con un objetivo claro: bloquear las reformas laboral, de salud y pensional del gobierno. Fabio Aristizábal, exsuperintendente de Salud de Iván Duque, lideró la iniciativa con el respaldo de figuras clave del uribismo como Paloma Valencia, Miguel Uribe y Carlos Meissel. La meta inicial era recolectar 1.991.310 firmas, pero confiaban en obtener hasta 12 millones. La estrategia de comunicación fue agresiva y buscaba movilizar a las bases del partido en todo el país.
Los uribistas no solo promovían la consulta con entusiasmo, sino que ya tenían definidas las preguntas que someterían a votación. En materia laboral, querían preguntar: «¿Rechaza usted que se elimine el contrato sindical como uno de los mecanismos fraternos de contratación entre las empresas y los empleadores?». En salud, la cuestión era: «¿Rechaza usted que se elimine a su entidad promotora de salud, EPS?». Y en pensiones: «¿Rechaza usted que las cotizaciones a fondos privados de pensiones, que son de los trabajadores, sean trasladadas en su totalidad o en una alta proporción a un fondo público, creando dificultades en las pensiones futuras?».
Sin embargo, la consulta uribista nunca llegó a materializarse. El plazo para la recolección de firmas vencía el 10 de noviembre de 2023, pero al no alcanzar el número necesario, Aristizábal solicitó al Consejo Nacional Electoral (CNE) una prórroga de tres meses, alegando problemas logísticos y dificultades derivadas del orden público. La magistrada Maritza Martínez concedió una extensión hasta el 5 de abril de 2024. Pero ni con el tiempo extra el Centro Democrático logró cumplir su objetivo. Llegada la fecha límite, el partido no pudo entregar las firmas requeridas, lo que llevó a la Registraduría a archivar la iniciativa sin más trámite.
El fracaso fue rotundo. A pesar de la alta exposición mediática y el respaldo de las figuras más influyentes del uribismo, la consulta quedó en nada. Aquello que presentaron como una gran cruzada ciudadana terminó como un intento fallido que ni siquiera logró movilizar a su propia militancia.
Hoy, el uribismo pretende borrar su propio historial y deslegitimar la propuesta de Petro con los mismos argumentos que antes rechazaban. Óscar Villamizar, coordinador de la recolección de firmas del uribismo, ahora es uno de los más férreos críticos de la consulta presidencial, asegurando que es un «despilfarro de recursos». Lo mismo ocurre con otros congresistas del Centro Democrático que en su momento defendieron la consulta como un derecho democrático y ahora la condenan como una maniobra populista.
El discurso cambió, pero los hechos no mienten. El uribismo no está en contra de la consulta popular por sus costos ni por razones jurídicas, sino porque esta vez no es suya. Lo que antes presentaban como una herramienta legítima de participación, hoy lo pintan como una amenaza a la democracia.
El uribismo, que se proclama defensor de la voz del pueblo, solo la considera válida cuando le sirve a sus intereses. Cuando la consulta es suya, es un acto democrático; cuando es de Petro, es un fraude, aducen algunos comentarios.
carloscastaneda@prensamercosur.org
