

Hollman Morris, Gerente RTVC – Imagen Cortesía
El Sistema de Medios Públicos de Colombia, RTVC, enfrenta una ofensiva sin precedentes que amenaza su labor periodística y cultural. En los últimos meses, una campaña de desprestigio ha puesto en la mira a sus periodistas, generando un clima de hostilidad que se traduce en agresiones físicas, ataques digitales y una feroz persecución contra su gerente, Hollman Morris. Desde sectores políticos opositores, medios de comunicación hegemónicos y usuarios en redes sociales, se ha orquestado una estrategia de acoso que no solo busca desacreditar a RTVC, sino también socavar la independencia de la prensa pública en Colombia.
La magnitud del hostigamiento ha escalado al punto de que la Fiscalía General de la Nación ha anunciado una investigación sobre el acoso dirigido desde sectores de extrema derecha contra el Sistema de Medios Públicos. Las acusaciones infundadas, la manipulación de la información y la incitación al odio han marcado una peligrosa tendencia que pone en riesgo el derecho de la ciudadanía a recibir información veraz y objetiva. Cuando los medios de comunicación públicos son atacados de manera sistemática, no solo se compromete su estabilidad, sino que se vulnera uno de los pilares fundamentales de la democracia: el acceso libre a la información.
El asedio contra RTVC ha tomado múltiples formas. En el ámbito digital, el gerente Hollman Morris ha sido víctima de un hackeo a su cuenta en X, justo después de desmentir un artículo de Infobae que buscaba estigmatizar a las Emisoras de Paz y a su equipo periodístico. Este ataque cibernético no solo afectó la comunicación oficial de RTVC, sino que también intentó silenciar su postura y manipular la información en redes sociales, evidenciando una estrategia de censura encubierta. De manera paralela, las plataformas de Radiónica y RTVC Noticias también fueron vulneradas en el contexto del ‘Concierto de la Esperanza: Latinoamérica Solidaria’, poniendo en entredicho la seguridad informática del Sistema de Medios Públicos y dejando en evidencia la existencia de una estructura coordinada para desestabilizar su operación.
El acoso no se ha limitado al ámbito digital. En las calles, periodistas de RTVC han sido agredidos mientras realizaban coberturas de manifestaciones opositoras. Empujones, amenazas y ataques directos contra su equipo de grabación han convertido su labor informativa en una actividad de alto riesgo. Estas agresiones, lejos de ser hechos aislados, responden a un clima de hostilidad alimentado por discursos de odio promovidos desde ciertos sectores políticos y mediáticos. En este contexto, las declaraciones de la senadora María Fernanda Cabal, quien acusó sin pruebas a RTVC de “hacer entrevistas a cocaleros” y “atacar a la oposición”, contribuyen a fortalecer un ambiente de estigmatización que pone en peligro la seguridad de los comunicadores.
Los ataques han tomado dimensiones alarmantes con la difusión de desinformación deliberada para desacreditar a RTVC. Infobae ha sido uno de los principales actores en esta estrategia, publicando información falsa que vincula a la entidad y a su gerente con grupos armados ilegales, además de promover noticias engañosas como la supuesta cancelación del personaje Frailejón Ernesto Pérez en la televisión pública. Estas acciones responden a un claro intento de manipulación de la opinión pública, con el objetivo de erosionar la credibilidad de los medios estatales y crear un ambiente de incertidumbre sobre su labor.
La hostilidad ha alcanzado niveles peligrosos con la incitación directa a la violencia. Desde Blu Radio, Néstor Morales mencionó la ubicación de las instalaciones del Sistema de Medios Públicos en vísperas de una marcha feminista, mientras su colega Sebastián Nohra llamó a “armar lío” frente a la entidad, en una clara invitación al amedrentamiento. Este tipo de señalamientos no son inocuos: en un país donde la violencia contra periodistas ha cobrado vidas, la exposición de un medio de comunicación a este tipo de ataques representa un grave riesgo para sus trabajadores.
La persecución también ha tomado tintes racistas, evidenciando la profundidad de la intolerancia en algunos sectores. Sandra Chindoy, periodista indígena de RTVC, ha sido blanco de ataques racistas y amenazas en redes sociales tras cuestionar a un concejal de Bogotá. Este tipo de agresiones no solo buscan amedrentarla a ella como profesional, sino que envían un mensaje de exclusión y violencia contra la diversidad dentro del periodismo colombiano.
El hostigamiento contra RTVC no se detiene ahí. La criminalización de su cobertura sobre la crisis en Gaza ha llevado a acusaciones infundadas que intentan vincular al medio con el terrorismo, a pesar de que su enfoque informativo ha sido el de condenar toda forma de violencia. Esta tergiversación de la información no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia más amplia que busca restringir la pluralidad informativa y desacreditar cualquier narrativa que no se alinee con ciertos intereses políticos.
En medio de esta arremetida, el partido Centro Democrático ha contribuido al clima de persecución con un comunicado en el que advierte que Hollman Morris “tiene mucho que responder”, en un contexto donde sus miembros han insistido en estigmatizar a RTVC como un medio afín a grupos armados. Este tipo de acusaciones, sin pruebas ni fundamentos, representan un grave peligro para la integridad de los trabajadores del Sistema de Medios Públicos.
El ataque sistemático contra RTVC no es solo un atentado contra un medio de comunicación, sino un peligroso precedente para la libertad de prensa en Colombia. La comunidad internacional, organismos de derechos humanos y la ciudadanía deben permanecer vigilantes ante cualquier intento de silenciar los medios que trabajan en defensa del interés público y la verdad. Permitir que esta ofensiva avance sin resistencia es abrir la puerta a un país donde la censura, la persecución y la violencia contra la prensa sean la norma.
carloscastaneda@prensamercosur.org
