

En un artículo preparado por la revista brasilera de periodismo investigativo Zelota, el artículo “A comida apodrecerá, e pessoas irão morrer” detalla el impacto significativo que las decisiones políticas de la administración Trump han tenido sobre el trabajo humanitario de organizaciones de ayuda humanitaria como ADRA y la AHI, particularmente debido al congelamiento de fondos de la USAID. Esta medida ha generado una crisis humanitaria que afecta directamente a comunidades vulnerables en América del Sur y África, así como a los trabajadores humanitarios de estas organizaciones. ADRA Int. recibió de USAID en 2024 62 millones de Dólares, para el desarrollo de diversos proyectos en diferentes partes del mundo, y ADRA Brasil recibió 2 millones de Dólares de la misma fuente de financiación, a la que ahora se puso punto final.
En África, hospitales como el Adventista de Kendu en Kenia y el de Malamulo en Malaui han enfrentado despidos masivos, interrupción de servicios médicos y desabastecimiento de medicamentos esenciales, especialmente para pacientes con VIH/SIDA. El programa PEPFAR, que había logrado avances significativos en la reducción de la transmisión del VIH, ha sido suspendido abruptamente, dejando a miles de pacientes sin tratamiento y poniendo en riesgo años de progreso en el control de la pandemia.
En Brasil, ADRA ha sufrido impactos similares, particularmente en proyectos destinados a apoyar a migrantes venezolanos en regiones como Roraima y Amazonas. La suspensión de fondos ha llevado a la cancelación de programas clave como el Proyecto Providencia, afectando a miles de personas que dependían de esta asistencia para su seguridad alimentaria y estabilidad económica. Además, se han perdido empleos y la credibilidad de la organización se ha visto comprometida ante los beneficiarios.
El artículo también resalta las implicaciones sociales y geopolíticas de estas decisiones. Por un lado, se menciona cómo el apoyo humanitario puede fomentar relaciones internacionales positivas y promover la estabilidad en regiones vulnerables. Por otro lado, se señala que el retiro abrupto de estos fondos genera desconfianza y agrava las condiciones de precariedad en las comunidades afectadas.
Los líderes y trabajadores humanitarios entrevistados expresan su frustración ante estas decisiones, pero también subrayan la importancia de buscar soluciones sostenibles y fomentar la autosuficiencia local. Aunque reconocen que depender exclusivamente de ayuda extranjera no es ideal, enfatizan que los recortes abruptos han dejado a muchas comunidades sin alternativas viables a corto plazo.
En resumen, el artículo pinta un panorama sombrío sobre cómo las decisiones políticas pueden tener consecuencias devastadoras para los más vulnerables, destacando la necesidad de un enfoque más compasivo y estratégico en la gestión de la ayuda humanitaria global.
Con información Wolfgang Streich
