

Prensa CEB El Evangelio narra la vocación de Simón Pedro y otros discípulos en Lucas 5:1-11. Este pasaje destaca cómo Jesús anuncia «la Palabra de Dios», invitando a responder con acciones concretas. La respuesta ejemplar es cuando Simón decide echar las redes, mostrando una fe activa ante el mensaje escuchado.
Esta narración subraya la importancia del contexto donde se escucha y realiza la Palabra divina viva presente en Jesús. La llamada al discipulado implica responder fielmente a su mensaje como lo hicieron los primeros apóstoles cuando dejaron todo para seguirlo. Esta historia inspira hoy día a muchos creyentes a comprometerse profundamente con su fe cristiana-misionera siguiendo el ejemplo dado por Jesús mismo durante su ministerio terrenal.
A continuación compartimos el Comentario Bíblico Misionero para este domingo V del Tiempo Ordinario – Pontificia Unión Misionera.
V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (AÑO C)
Is 6,1-2a.3-8; Sal 137; 1Cor 15,1-11; Lc 5,1-11
COMENTARIO
«Por tu palabra»
El Evangelio de este domingo narra el episodio de la vocación de Simón Pedro y de los primeros discípulos de Jesús en la versión del evangelista Lucas. Se trata del conocidísimo pasaje que muchos de nosotros hemos leído y meditado. De hecho, como Palabra del Dios viviente, ciertamente también ha inspirado a muchos hombres y mujeres a lo largo de los siglos a dejarlo todo y seguir a Jesús como los primeros apóstoles. (Se sabe que a San Juan Pablo II le gustaba especialmente la canción polaca “Barka” “La barca”, inspirada en este acontecimiento y con una melodía verdaderamente bellísima). Sin embargo, una (re)lectura más atenta de algunos detalles de este pasaje lucano, proclamado en el contexto de la Misa, nos ayuda a descubrir quizás cosas nuevas que el Espíritu Santo quiere susurrar hoy al corazón de cada uno de nosotros sobre nuestra llamada al discipulado cristiano-misionero.
1. El contexto de la Palabra escuchada y realizada. Es el primer detalle de la historia en el que no todo el mundo se detiene, quizás por los otros detalles más bonitos y vistosos. No obstante, se trata de un punto no menos importante que se subraya desde el principio: «la gente se agolpaba en torno a él para oír la palabra de Dios». Describe el escenario y sirve para dar una clave de lectura de lo que sigue en la narración. La frase resulta todavía más significativa, si tenemos en cuenta que, como apuntan los exegetas, es la única vez en los Evangelios en la que la predicación/enseñanza de Cristo viene definida explícitamente como «la palabra de Dios» (ho logos tou theou) (cf. Lc 5,1.3). Así, como ya en la sinagoga de Nazaret, la Palabra de Dios se hace ahora una realidad viva y presente en Jesús. Ella ya no queda más sólo escrita en los libros sagrados, sino que ahora viene anunciada y cumplida en las palabras y en las acciones de Jesús que invitan siempre, de hecho requieren, a los oyentes el responder al mensaje escuchado. En este contexto, lo que sucederá después con la vocación de los primeros discípulos será también una especie de respuesta ejemplar y concreta a la Palabra de Dios en Cristo.
Efectivamente, será muy interesante notar en la respuesta de Simón a Jesús la referencia a la realidad de la “palabra”: «Maestro, […] por tu palabra, echaré las redes». Para mayor claridad, aquí el término griego original para “palabra” es “rema”, a diferencia de aquel “logos” en la expresión “Palabra de Dios” mencionada al comienzo del pasaje. El vocablo “rema” designa una palabra “dicha”, “anunciada”, “comunicada”. Usado por Cristo, implica una comunicación que también tiende a realizarse y cumplirse. De este modo, la Palabra (logos) de Dios está en armonía con la Palabra (rema) de Cristo, que se convierte así en buena noticia, es decir, en “evangelio” viviente de Dios en cada palabra y obra suyas.
Esta “palabra” concreta y personal de Cristo hace olvidar a Simón las fatigas y el fracaso de este último, quien en realidad admitió: «hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada». Ella viene después aceptada por Simón con docilidad de corazón y realizada en la obediencia. (Por qué Simón fue dócil en ese momento es realmente un misterio. Podría haberle dicho a Jesús: ¡Oye, yo me entiendo quizás mejor que tú pescando!). Así y sólo así, en la humilde y sencilla adhesión de Simón, la Palabra de Cristo se convierte en fuente de nueva energía, ayuda a “remar mar adentro”, abre nuevos horizontes. Ella hace el milagro, gracias a la fe de quien la acoge. Por lo tanto, de lo que Cristo decía a menudo a los que él curaba: «¡Tu fe te ha salvado!» (cf., por ejemplo, Lc 17,19; 18,42; Mc 10,52), podemos imaginar las mismas palabras a Simón después de la pesca prodigiosa: “¡Tu fe ha obrado el milagro!”.
Llegados a este punto, será oportuno afirmar una vez más la importancia de la comunicación de la Palabra de Dios para suscitar y vivir la fe cristiana misionera. Toda vocación cristiana nace de la escucha de la Palabra de Dios, primero anunciada y actualizada por Cristo y luego transmitida por sus discípulos. Es lo que dice San Pablo: «Así, pues, la fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra [rema] de Cristo» (Rm 10,17). Será pues fundamental que haya alguno enviado a transmitirla, para comunicarla con valentía, claridad y fidelidad, incluso a costa de la propia vida, propio como Cristo, cuya “Palabra” está en el origen de toda predicación cristiana. El mismo san Pablo apóstol se pregunta al respecto: «¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?; ¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? y ¿cómo anunciarán si no los envían? (Rm 10, 14-15a). Así, la pregunta de Dios en la primera lectura permanecerá siempre vigente: «¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?». Y Él aún espera de quienes lo escuchan hoy la pronta respuesta del profeta Isaías: «Aquí estoy, mándame».
¡Por otra parte, también será verdad que la Palabra con la fuerza del Espíritu tiene poder para hacer renacer la vida cristiana y apostólica! Nos hace volver al primer amor por Dios y por Cristo. Todo cristiano, es decir seguidor/discípulo de Cristo, está obligado a alimentarse de Su Palabra, escuchada con atención, acogida con humildad, realizada con fidelidad, para volver a la propia “pesca milagrosa” que el Señor concede a sus fieles, especialmente en los momentos de fracaso, desesperación, pérdida.
2. «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». Ante el hecho prodigioso, Simón Pedro se siente un pequeño “pobrecito” y lo que le dice a Jesús en ese momento vale una profesión/confesión de fe. (Tanto es así que el evangelista Lucas menciona aquí no solo a “Simón” sino a “Simón Pedro”). En efecto, ya no llama a Jesús “maestro” como antes, sino “Señor”, título de Cristo tan glorioso como el de Dios mismo. En efecto, Pedro lo hace de rodillas ante Jesús, como el hombre ante la manifestación del rey o de Dios. Será por lo tanto comprensible su petición a Jesús (“apártate de mí”) que parece rara a no pocos lectores modernos, porque suena como un rechazo. Estas palabras expresan en realidad la conciencia de la gran indignidad del hombre que entra en contacto con la realidad divina, como ya se puede ver en las diversas teofanías del Antiguo Testamento y, particularmente hoy, en la vocación del profeta Isaías que, viendo a Dios que se manifiesta, exclamó aún más explícita y poéticamente: «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo» (Is 6,5; Primera Lectura).
El mismo pensamiento sale de boca de Simón Pedro, confesando después: «[Apártate de mí, que] soy un hombre pecador». La frase puede aludir al pecado de Simón que había dudado, mientras cumplía el mandato de Jesús. Pero también parece indicar el sentimiento de Simón Pedro como ser humano ante la acción de Dios grande y santo.
Este sentimiento de profunda insuficiencia es el primer paso necesario para poder acoger plenamente la llamada de Dios. Será también la actitud necesaria para poder vivir bien la vocación recibida. Por gracia somos llamados, por gracia somos enviados. Quien no vive esto, no vive bien la misión encomendada.
Y la misma fue la reacción de Jesús frente a Simón, como Dios ante el hombre temeroso de la grandeza divina: «¡No temas!» Esta frase expresa la aceptación y benevolencia divina que vale como una invitación a no tener miedo de la cercanía de Dios, sino a regocijarse en Su presencia que no presta atención a la condición del hombre indigno de tal compañía divina. De hecho, dicho esto, Jesús en realidad llama a Simón a comenzar una nueva vida con Él sin miedo, llevando a cabo una nueva misión como la Suya que cambia para siempre la identidad del llamado: «desde ahora serás pescador de hombres».
3. «Pescador de hombres». Desde el punto de vista histórico, ciertamente Jesús tuvo un gran sentido del humor y una mente muy aguda para indicar una hermosa analogía entre la profesión de Simón Pedro y su nueva misión. La frase/broma de Jesús sobre «pescador/es de hombres» también se encuentra en los evangelios de Marcos y Mateo (cf. Mc 1,17; Mt 4,19), pero a diferencia de estos últimos, el evangelista Lucas utiliza una expresión original griega para “pescador” que es aún más sugestiva y profunda: zōgrōn “aquel-que-toma-vivo” (hombres). Así, quizás se quiere subrayar la dimensión vivificante de la “pesca de hombres”, como señalaron posteriormente los Padres de la Iglesia como San Jerónimo: «En efecto, los peces, al ser extraídos del mar, mueren; a nosotros, en cambio, los apóstoles nos sacaron del mar de este mundo para que pasáramos de muerte a vida» (Sermón sobre el salmo 41).
La figura del pescador-apóstol nos hace indagar más en un punto curioso. ¿Por qué Jesús quiso llamar primero a un pescador, encomendándole de hecho el honor y el encargo de ser el “primero” del grupo de los Doce Apóstoles y en general de sus discípulos? ¿Y por qué Jesús quiso “pescar” hombres entre los pescadores cerca del lago de Genesaret, para formar el núcleo o, diríamos en italiano, el “núcleo duro” de aquellos a los que más tarde enviará para colaborar con Él en la misión de evangelización? Lo que san Pablo enseñó con autoridad divina esclarece un poco esta acción de Dios: «sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderosos» (1Cor 1,27). Sin embargo, ¿por qué pescadores, y no hombres de otros oficios igualmente humildes como carpinteros o agricultores, que tantos había en Israel? (En este punto alguien me respondería: ¡Pregunte, padre, directamente a Jesús que los eligió! No lo sé).
Es un misterio inescrutable de la gracia divina. Sin embargo, si es cierto el principio de que la gracia presupone siempre la naturaleza (Gratia supponit naturam), como nos enseña la tradición escolástica con Santo Tomás de Aquino Doctor de la Iglesia, tal vez haya alguna razón detrás de la “selección” y predilección de Cristo por los pescadores como sus apóstoles. Y viceversa, una reflexión sobre esta elección de Cristo nos ayuda a comprender algo de su deseo de que Pedro, como con cada uno de sus discípulos, se convierta en “pescador” de hombres (más allá de la analogía y el simple juego de palabras: “pescador de peces” y “pescador de hombres”).
La respuesta tal vez provenga de la naturaleza de los propios pescadores. Son aquellos que por trabajo y por su forma de vida tienen que salir cada día, incluso cada noche, para enfrentar los riesgos, los imprevistos y, a menudo, incluso los fracasos sin nunca quejarse, derrumbarse, rendirse. La vida les ha enseñado y formado constantemente a ser persistentes en la esperanza, decididos en la paciencia hasta alcanzar alguna pesca positiva. ¿Serán estas las cualidades necesarias y por lo tanto deseables en la mente de Jesús para aquellos apóstoles a quienes Él ha escogido para ser “pescadores de hombres”? ¿Se aplica esto también a Sus actuales “apóstoles-misioneros”? Es para reflexionar y profundizar todavía más. Mientras tanto, podemos desde ahora elevar al Señor la bellísima oración misionera, prevista por la liturgia italiana de la Misa de este domingo (Misal Romano edición italiana 1983, Oración Colecta V Domingo Tiempo Ordinario Año C), para expresar la gratitud por Su gracia para con nosotros cristianos indignos y pecadores misioneros de su santo Evangelio:
Dios de infinita grandeza,
que encomiendas a nuestros labios impuros
y a nuestras frágiles manos
la tarea de llevar a los hombres
el anuncio del Evangelio, sostennos con tu Espíritu,
para que tu palabra, acogida por corazones abiertos y generosos,
fructifique en cada parte de la tierra.
Sugerencias útiles:
Papa Francisco, Ángelus, Plaza de San Pedro, Domingo, 10 de febrero de 2019:
Simón responde con una objeción: «Maestro, hemos estado bregando todo la noche y no hemos pescado nada …». Y, como experto pescador, podría haber agregado: “Si no hemos pescado por la noche, mucho menos vamos a pescar de día”. En cambio, inspirado por la presencia de Jesús e iluminado por su Palabra, dice: «…pero, en tu palabra, echaré las redes» ([Lc 5] v. 5). Es la respuesta de la fe, que nosotros también estamos llamados a dar; es la actitud de disponibilidad que el Señor pide a todos sus discípulos, sobre todo a aquellos que tienen tareas de responsabilidad en la Iglesia. Y la obediencia confiada de Pedro genera un resultado prodigioso: «Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces» ([Lc 5] v. 6).
Es una pesca milagrosa, un signo del poder de la palabra de Jesús: cuando nos ponemos con generosidad a su servicio, Él obra grandes cosas en nosotros. Así actúa con cada uno de nosotros: nos pide que lo acojamos en la barca de nuestra vida, para recomenzar con él a surcar un nuevo mar, que se revela cuajado de sorpresas. Su invitación a salir al mar abierto de la humanidad de nuestro tiempo, a ser testigos de la bondad y la misericordia, da un nuevo significado a nuestra existencia, que a menudo corre el riesgo de replegarse sobre sí misma.
El mayor milagro realizado por Jesús para Simón y los demás pescadores decepcionados y cansados, no es tanto la red llena de peces, como haberlos ayudado a no caer víctimas de la decepción y el desaliento ante las derrotas. Les abrió el horizonte de convertirse en anunciadores y testigos de su palabra y del reino de Dios. Y la respuesta de los discípulos fue rápida y total: «Llevaron a tierra las barcas y dejando todo lo siguieron» ([Lc 5] v. 11). ¡Qué la Santísima Virgen, modelo de pronta adhesión a la voluntad de Dios, nos ayude a sentir la fascinación de la llamada del Señor y nos haga disponibles a colaborar con él para difundir su palabra de salvación en todas partes!
Benedicto XVI, Homilía, Santa Misa imposición del palio y entrega del anillo del pescador en el solemne inicio del ministerio petrino del Obispo de Roma, Plaza de San Pedro, Domingo, 24 de abril de 2005:
Y Simón, que todavía no se llamaba Pedro, dio aquella admirable respuesta: “Maestro, por tu palabra echaré las redes”. Se le confió entonces la misión: “No temas, desde ahora serás pescador de hombres” (Lc 5, 1.11). También hoy se dice a la Iglesia y a los sucesores de los apóstoles que se adentren en el mar de la historia y echen las redes, para conquistar a los hombres para el Evangelio, para Dios, para Cristo, para la vida verdadera. Los Padres han dedicado también un comentario muy particular a esta tarea singular. Dicen así: para el pez, creado para vivir en el agua, resulta mortal sacarlo del mar. Se le priva de su elemento vital para convertirlo en alimento del hombre. Pero en la misión del pescador de hombres ocurre lo contrario. Los hombres vivimos alienados, en las aguas saladas del sufrimiento y de la muerte; en un mar de oscuridad, sin luz. La red del Evangelio nos rescata de las aguas de la muerte y nos lleva al resplandor de la luz de Dios, en la vida verdadera. Así es, efectivamente: en la misión de pescador de hombres, siguiendo a Cristo, hace falta sacar a los hombres del mar salado por todas las alienaciones y llevarlo a la tierra de la vida, a la luz de Dios. Así es, en verdad: nosotros existimos para enseñar Dios a los hombres. Y únicamente donde se ve a Dios, comienza realmente la vida. Sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida.
Pamela Arnez
Fuente de esta noticia: https://boliviamisionera.com/2025/02/06/comentario-biblico-misionero-por-que-jesus-quiso-llamar-primero-a-un-pescador/
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