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Jorge Ramos no tolera el silencio. El periodista mexicano, referente del periodismo combativo en América Latina y Estados Unidos, llevó esa consigna al escenario del Hay Festival en Cartagena, donde conversó con la periodista Diana Calderón sobre el papel del poder, la responsabilidad de los líderes y el deber inquebrantable del periodismo: cuestionar sin concesiones.
Ramos, quien recientemente se despidió de Univision tras casi cuatro décadas de carrera, conoce de primera mano el costo de confrontar a los poderosos. Fue expulsado de una rueda de prensa por Donald Trump en 2015 tras denunciar su xenofobia contra los migrantes, y en 2019, el régimen de Nicolás Maduro lo obligó a abandonar Venezuela por incomodarlo con preguntas sobre su autoritarismo. Esa vocación por interpelar a quienes detentan el poder, sin importar su ideología, fue el eje de su intervención en Cartagena.
“Los dictadores y los líderes autoritarios no surgen por generación espontánea; surgen porque hay silencio”, sentenció Ramos, refiriéndose tanto a los gobiernos como a los medios de comunicación que, por miedo o conveniencia, prefieren callar. Criticó cómo durante la campaña presidencial de Estados Unidos, algunos grandes medios evitaron pronunciarse críticamente por temor a represalias. “Nuestra obligación no es ser neutrales, sino ser veraces”, subrayó.
En un auditorio dividido, Ramos destacó el papel del presidente colombiano Gustavo Petro en la defensa de los derechos de los migrantes deportados. “Alguien tenía que hablar por ellos, y Petro lo hizo”, afirmó, aclarando que, aunque no es su admirador, reconoce el valor de alzar la voz cuando otros optan por el silencio. Ante críticas sobre las posibles repercusiones económicas de esa postura, replicó con firmeza: “Cuando se violan derechos humanos, ¿quién habla por las víctimas?”
Ramos compartió fragmentos de su historia personal para explicar su alergia al autoritarismo: un padre estricto y una educación marcada por el miedo a la autoridad. “El periodismo fue mi forma de rebelarme de manera legítima”, confesó. Esa rebeldía lo llevó a desafiar a Trump, Maduro y a cualquiera que abuse de su poder.
El debate se intensificó cuando una influencer cuestionó la presencia de migrantes en Estados Unidos, argumentando que muchos eran criminales. Ramos, sin vacilar, recordó que la mayoría de los once millones de indocumentados no tienen antecedentes penales y que los deportados recientemente no registran historial delictivo. “Son personas que huyen de la pobreza y la violencia, que sacrifican la cercanía de sus familias por un futuro mejor”, respondió.
Con la voz de quien ha vivido la migración en carne propia, Ramos reveló el costo emocional de ese sueño americano. No pudo despedirse de su hermano ni de su padre cuando fallecieron en México. “La condición del migrante parece fabulosa, pero no lo es tanto porque nos tenemos que ir”, dijo, dejando en el aire una reflexión sobre el precio de la distancia.
Aunque dejó Univision, Ramos no planea retirarse del periodismo. “Me tengo que reinventar, reencontrar otra cosa”, afirmó. En tres meses, cuando expire una cláusula de confidencialidad, volverá a hacer lo que mejor sabe: romper el silencio.
Con información de El País
