Salwan Momika, iraquí de 38 años conocido por su activismo radical contra el Islam, fue asesinado horas antes de que se diera a conocer el veredicto del Tribunal de Distrito de Estocolmo sobre su caso, el 30 de enero.

El tribunal anunció que aplazaba el anuncio de la sentencia contra Momika y un socio, investigados por “incitar al odio contra un grupo étnico”. Momika había defendido su libertad de expresión de acuerdo con la legislación sueca, alegando que sus críticas iban dirigidas contra el Islam como religión, no contra los musulmanes.

En 2023, la quema repetida de coranes en lugares públicos provocó virulentas protestas en varios países de mayoría musulmana por lo que se consideró una provocación. Los musulmanes consideran su libro sagrado como un objeto sagrado.

El gobierno sueco se enfrentó aquel año a una crisis diplomática internacional.

La policía ha detenido a cinco personas por el asesinato. Los medios de comunicación locales afirman que Momika estaba retransmitiendo en directo en las redes sociales desde un apartamento cuando le dispararon.

“No debemos renunciar a nuestros derechos”

El analista cultural y secretario general de la Alianza Evangélica Sueca, Olof Edsinger, declaró a Evangelical Focus que “siempre es una tragedia que alguien sea brutalmente asesinado, como lo ha sido ahora Salwan Momika”.

“No es la primera vez, y ciertamente no será la última, que la vida de una persona que critica el Islam termina de esta manera”, añadió.

“Para todos nosotros, es un recordatorio de que los islamistas a menudo juegan con otras reglas distintas a las que estamos acostumbrados”.

Según el representante evangélico en Suecia, “tenemos que seguir siendo prudentes para no renunciar a nuestros derechos democráticos”.

“No creo que quemar el Corán sea una buena manera de expresar tu opinión, pero como ya he dicho, no creo que este tipo de manifestaciones deban prohibirse por ley. Eso sería entrar en una terreno resbaladizo, básicamente reintroducir leyes contra la blasfemia en un contexto europeo”.

A pesar de las fuertes represalias, como los ataques a la embajada sueca en Bagdad y la expulsión de su embajador, el gobierno decidió conceder a Salwan Momika permiso para organizar sus protestas. Más tarde, las autoridades estudiaron la forma de prohibir este tipo de acciones.

La libertad de expresión, a debate

En agosto de 2023, las fuerzas de Seguridad de Suecia (SÄPO por su siglas en sueco) tuvieron que elevar su nivel de alerta a 4 (de un máximo de 5), después de que grupos terroristas islamistas como Al Qaeda, Al Shabab o Hezbolá instaran a sus seguidores a atacar Suecia como venganza.

Ya entonces, los cristianos de Suecia subrayaron que una ética cristiana excluye atacar gratuitamente o burlarse de las convicciones ajenas, pero que la solución no era “legislar contra la blasfemia”.

Restringir el derecho de las personas a expresar críticas al Islam supondría prohibir el debate sobre la religión en términos generales, vulnerando así derechos fundamentales, entre ellos la libertad de expresión.

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