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Colombia alza su Voz: Un Manifiesto de Dignidad ante las Amenazas de Trump

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Imagen @Infopresidencia

La reciente respuesta del presidente de Colombia a las provocaciones de Donald Trump no dejó espacio para dudas. Con palabras cargadas de firmeza, historia y emoción, el líder colombiano se alzó contra la postura imperialista de Estados Unidos, mostrando una actitud desafiante y a la vez reflexiva. La declaración, lejos de ser una simple réplica, fue un manifiesto de resistencia, de identidad nacional y de un profundo amor por la libertad.

El mandatario, quien confesó que viajar a los Estados Unidos no es algo que disfrute, cuestionó la percepción que Trump y otros personajes del poder mundial tienen sobre su país. A pesar de la controversia que siempre genera el tema, el presidente no dudó en señalar lo que él considera la principal falacia de quienes critican a Colombia desde una posición de privilegio: “Usted, señor presidente, me considera una raza inferior, pero ni yo ni ningún colombiano lo somos”. Esta declaración no solo refleja un reclamo contra el racismo y la xenofobia, sino también una denuncia sobre cómo los poderosos, con su arrogancia y soberbia, han intentado menospreciar a las naciones del sur global.

En su discurso, el presidente no solo se limitó a rechazar las actitudes de Trump, sino que profundizó en un tema de vital importancia para la identidad latinoamericana: la resistencia histórica. Recordó la lucha de los mártires como Sacco y Vanzetti, dos hombres asesinados en los Estados Unidos por sus ideales obreros, y los vinculó directamente con la lucha del pueblo colombiano. “Los asesinaron por líderes obreros con la silla eléctrica, los fascistas que están dentro de Estados Unidos como dentro de mi país”, dijo, señalando las continuas luchas por la justicia social que, según él, siguen vivas tanto en Colombia como en el contexto internacional. A través de esta referencia, el mandatario también señalaba una lucha común contra los sistemas de opresión, sea en Colombia, en Estados Unidos o en cualquier otra parte del mundo.

Otro de los puntos que el presidente resaltó fue la crítica a las políticas energéticas de Estados Unidos, en especial a la explotación del petróleo, acusando al presidente Trump de ser una amenaza para la humanidad a causa de su codicia. “No me gusta su petróleo, Trump, va a acabar con la especie humana por la codicia”, fue una de las frases que más resonó. Esta declaración no solo es una crítica a la política ambiental de los Estados Unidos, sino también un reclamo a la irresponsabilidad de aquellos que ponen el dinero por encima de la vida. En este sentido, la mención de su propia salud, y la ironía de que aún aceptaría un trago de whisky a pesar de su gastritis, añade una capa de humanidad a su discurso, demostrando que incluso ante la adversidad personal, se mantiene firme en su lucha por un mundo más justo.

El presidente colombiano también dejó claro que, a pesar de la presión económica y política de las potencias, su país no se doblegará. “Colombia es el corazón del mundo”, afirmó con una declaración que no solo se refiere al valor geopolítico de la nación, sino a su papel histórico en la lucha por la libertad y la justicia. Con una poesía que recuerda la magia de su tierra, evocó imágenes de “las mariposas amarillas” y “los coroneles Aurelianos Buendía”, personajes de la literatura que, como él mismo se describe, resisten y persisten en la lucha. Es una forma de reforzar la idea de que, al igual que los personajes de Gabriel García Márquez, los colombianos son irreductibles, y su lucha por la libertad es inquebrantable.

Pero no solo hubo críticas. En su intervención, también hubo espacio para un reconocimiento al pueblo estadounidense, al cual diferenció de su presidente. En un acto de valentía, destacó su admiración por los “blancos libertarios” y los héroes caídos en la lucha por la libertad, como Abraham Lincoln. “Estrecho las manos de los blancos libertarios herederos de Lincoln y de los muchachos campesinos negros y blancos de los EEUU”, afirmó, mostrando que su lucha no es contra el pueblo estadounidense en sí, sino contra las estructuras de poder que oprimen tanto a los pueblos de América Latina como a los mismos ciudadanos estadounidenses que luchan por la justicia y la igualdad.

El presidente también utilizó su discurso para exponer un claro mensaje sobre la soberanía de Colombia y la dirección que debe tomar su política exterior. En lugar de mirar al norte, como lo ha hecho tradicionalmente, hizo un llamado a mirar al mundo. “Colombia ahora deja de mirar el norte, mira al mundo”, proclamó, haciendo referencia a la vasta herencia histórica que define al país. En su visión, la historia de Colombia está marcada por las civilizaciones del califato de Córdoba, la herencia de los latinos romanos y la democracia ateniense, lo que le da una identidad que está más allá de las fronteras geográficas y las imposiciones externas.

Con una poderosa referencia a la “belleza” de su país y la riqueza cultural que alberga, el presidente resaltó el valor de los territorios colombianos, desde la orfebrería de los faraones hasta los artistas de Chiribiquete. Este llamado a la defensa de la cultura y el patrimonio es también un grito de resistencia frente a quienes intentan imponer una narrativa unilateral sobre lo que significa ser colombiano. En este contexto, se incluye un ataque a las políticas económicas de Estados Unidos, particularmente en lo que respecta a los aranceles impuestos a los productos colombianos. El presidente, con firmeza, declaró que Colombia no se quedará de brazos cruzados. “Que nuestra gente siembre maíz que se descubrió en Colombia y alimente al mundo”, afirmó, indicando que el país tiene mucho que ofrecer y no se someterá a las imposiciones del imperio.

El discurso culminó con una reafirmación de la dignidad latinoamericana, un concepto que está profundamente enraizado en la historia de los pueblos de América Latina. “Mi tierra es de orfebrería existente en época de los faraones egipcios, y de los primeros artistas del mundo en Chiribiquete”, dijo, como una forma de recordarle al mundo que Colombia es una nación antigua, rica en historia, resistencia y belleza. La alusión a Bolívar, el libertador que luchó por la independencia de varias naciones latinoamericanas, refuerza este sentido de unidad y lucha compartida, que va más allá de las fronteras nacionales.

Finalmente, el presidente cerró su intervención con un mensaje claro y rotundo: Colombia no se someterá. No importa cuántos bloqueos, presiones o amenazas de golpe de Estado puedan venir de los poderosos. “Túmbeme presidente, y le responderán las Américas y la humanidad”, dijo, dejando en claro que la resistencia no es solo una cuestión de un solo país, sino de todo un continente. La bandera de la libertad, como dijera el líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán, permanecerá enarbolada, desafiando cualquier intento de dominación.

En un último giro de esperanza, el presidente expresó su visión para el futuro de Colombia: “Colombia, a partir de hoy, se abre a todo el mundo, con los brazos abiertos, somos constructores de libertad, vida y humanidad”. Este no es solo un rechazo a la opresión externa, sino una invitación a colaborar con el mundo desde una posición de igualdad, solidaridad y respeto mutuo.

Con estas palabras, Colombia no solo reafirma su identidad, sino que también envía un mensaje claro al mundo: no cederá ante la opresión, sino que seguirá luchando por su libertad y por la de todos los pueblos oprimidos.

carloscastaneda@prensamercosur.org


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