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Jorge Buxadé: “Mercosur no es sinónimo de un comercio libre, sino injusto”

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El diputado del Parlamento Europeo dice estar a favor de las energías renovables siempre y cuando no sean un riesgo para el sector agrario y le echa la culpa a la Agenda 2030.

Desde Lopera, a donde acudió para escuchar a los afectados por el proyecto de una megaplanta fotovoltaica que amenaza el olivar, el diputado del Parlamento Europeo y jefe de la Delegación de VOX en Bruselas dice estar a favor de las energías renovables siempre y cuando no sean un riesgo para el sector agrario y le echa la culpa a la Agenda 2030.

—La expropiación de 100.000 olivos para la creación de una megaplanta fotovoltaica. ¿Es oportunidad para la diversificación o destrucción de la riqueza local? ¿Qué opina Vox?

—La posición de Vox es clara. Estamos a favor de la soberanía energética, es decir, de que haya fuentes de energía suficientes como para satisfacer las necesidades de los españoles y la industria y, por lo tanto, también de las renovables. No estamos en contra de la solar, la eólica, la nuclear o la hidráulica. El problema es cuando los políticos enfrentan la energía con el campo. En esa lucha, y concretamente en este proyecto, es evidente que no se puede sacrificar el olivar jiennense por los intereses de las empresas, que pueden instalar sus plantas fotovoltaicas en cualquier otro lugar, pero no a costa de una industria que es la vida de pueblos enteros.

—¿Cuál es el mensaje que le traslada Vox a los afectados?

—Dos ideas fundamentales. Una, que si creen en lo que hacen, sigan hasta el final. Igual que vimos en Valencia, solo el pueblo salva al pueblo. Aquí es igual. Ellos pueden defenderse y, cuando las administraciones y las empresas vean cierta resistencia, pueden hasta ganar. En segundo lugar, que llevaremos este asunto al Parlamento Europeo de forma inmediata. Presentaremos las iniciativas y denuncias correspondientes en la Comisión de Medio Ambiente.

—¿Es importante contar con la opinión de los propietarios de las fincas y los vecinos de los municipios afectados antes de abordar proyectos de este tipo?

—Lo primero que uno ve cuando habla con los afectados es la falta de transparencia tanto de la Junta de Andalucía, como de los propios ayuntamientos, que conocieron el proyecto antes y no dijeron nada. Los propietarios reaccionaron cuando les llegaron las actas de ocupación de la expropiación. Esto es inadmisible y es lo que queremos cambiar, eso que Vox llama el estado autonómico fallido. Todo funciona mal y, por lo tanto, hay que cambiar de políticos y hay que cambiar de políticas.

—¿Cómo puede interceder el Grupo Patriotas por Europa (en el que se integra Vox) frente al Gobierno comunitario en favor de las reivindicaciones de los agricultores de la Campiña Norte?

—Al final, todo esto es la ejecución de lo que denominaron la Agenda 2030 y el origen es Bruselas, que es desde donde se impulsa, pero una cosa es fomentar las energías renovables y otra destruir el sector agrario español. Los propietarios, los agricultores del olivo, ya sufren suficientes restricciones de Bruselas, el Estado y las comunidades autónomas, papeleo, impuestos, cotizaciones… para que encima les traigan un nuevo enemigo, las empresas energéticas.

—¿Considera que la provincia jiennense debería reforzar su apuesta por la industria oleícola como eje de su economía?

—Sin duda alguna. Jaén tiene el mejor aceite del mundo, una gran capacidad de exportar y una producción suficiente como para cubrir las necesidades de España y de gran parte del mundo. Lo que hay que hacer es dar libertad a los productores para que hagan el mejor aceite posible, como hasta ahora, en lugar de impedirles que trabajen.

—¿Qué hay en la hoja de ruta del partido para atajar los problemas de los agricultores? Falta de rentabilidad, relevo generacional…

—Hay dos cuestiones fundamentales. Por un lado, parar toda la locura legislativa de Bruselas, parar el Pacto Verde Europeo y tirarlo hacia atrás. Por otro, defender a los agricultores frente a la competencia desleal de terceros países. El aceite de Jaén es el mejor del mundo y tiene un enemigo, el aceite marroquí. Bruselas pone trabas a los aceiteros jiennenses y, sin embargo, financia olivos en Marruecos. Eso es lo más importante. A partir de ahí, hay que dejarles porque son buenos. Hacen el mejor aceite del mundo, por lo tanto, ¿qué tiene que decir un burócrata de Bruselas, Madrid o Barcelona respecto de su trabajo?

—Al hilo de la competencia desleal que menciona, leía a finales del año pasado su artículo “Golpear a Vox aunque tenga razón”, en el que pone en evidencia una de las noticias de 2024 en el ámbito de las relaciones internacionales, como es el acuerdo llamado Mercosur… ¿Qué le parece?

—Al sector agrario español, que ya sufre todos los ataques de Bruselas, ahora, encima, se le hace competir en condiciones de desigualdad con una producción que viene de terceros países, a los cuáles no se les exige el cumplimiento de todas esas normas de fitosanitarios, productos que pueden o no utilizar, directrices de cómo tienen que cultivar o cómo deben dejar de hacerlo… Eso no es libre comercio, es un comercio injusto y lo que Vox quiere es que haya un comercio libre y que ambos productos compitan en condiciones de igualdad. Como Mercosur no garantiza eso para el sector agrario, lo rechazamos. ¿Cuál es el problema? Que el Gobierno de España no defiende a los agricultores, ganaderos y pescadores en Bruselas y los utilizó de moneda de cambio para un acuerdo comercial que va desde el aceite de oliva hasta las lavadoras alemanas.

—En ese contexto, ¿qué considera mejor opción? ¿Relajar las restricciones de los productores propios o igualar las de los ajenos?

—Lo que hay que hacer, en primer lugar, es relajar las limitaciones a los productores propios. Hay un ejemplo evidente. Hay productos fitosanitarios que se les prohiben a nuestros agricultores porque dicen que producen cáncer, pero dejamos que entre fruta o cualquier otro producto de terceros países donde sí se utilizan esos fitosanitarios… Parece ser que en esos terceros países no produce cáncer. Lo primero es, por supuesto, relajar las restricciones a nuestros agricultores, pero también exigir a los de fuera que produzcan en las mismas condiciones que los españoles. Eso es algo innegable.

FUENTE: FRANCISCO GAITÁN / DIARIO JAEN

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