Descubre el salvaje mundo de armas, bailes, asesinatos y traición del cortejo entre insectos

Los borregos cimarrones chocan sus cuernos cuando llega el momento de aparearse. Los pavos, que incluso cuentan con su propio verbo, se pavonean por sus territorios. Las ranas toro se gritan unas a otras en tonos de barítono.

Quizá ya estés familiarizado con las distintas maneras en que los animales grandes señalan que están listos para el amor.

Pero, ¿y los más pequeños? Al fin y al cabo, los escarabajos, las arañas y las moscas también tienen que encontrar pareja. Y que el escenario sea más pequeño no significa que haya menos drama.

Aprovechando el estreno de la nueva temporada de Bichos: la verdadera aventura disponible en Disney+ desde del 15 de enero, echamos un vistazo a otros fantásticos y extraños comportamientos de apareamiento de insectos y arácnidos.

Combate de sumo de escarabajos lucanos ciervos

Aunque los ciervos volantes (Lucanidae) están armados con gigantescas piezas bucales de aspecto medieval, es poco probable que alguno de los dos muera cuando se enfrentan en combate.

“Los biólogos los llaman armas naturales”, dice Ainsley Seago, conservadora asociada de zoología invertebrada del Museo Carnegie de Historia Natural de Pittsburgh (Estados Unidos). “Y lo bueno de ellas… es que si las usas bien, nadie sale herido”, explica.

Pero seguro que alguien sale catapultado.

Curiosamente, Seago dice que cuando los escarabajos macho se enfrentan, no están luchando por una hembra en concreto. Más bien defienden un recurso o una zona en la que es probable que haya hembras, como los flujos de savia.

“Es un alimento gratuito, delicioso y azucarado, en el que a menudo crece levadura. Esa combinación de comida azucarada y levadura deliciosa es como un batido muy saludable”, dice. “Y, siento tener que decir esto, pero ese batido es un imán para todas las chicas”.

Cuando varios machos quieren reclamar una zona, las cosas pueden llegar a las manos. En lugar de correr unos contra otros como caballeros en una justa, Seago dice que los escarabajos se enzarzarán en algo parecido a un combate de sumo.

Es “básicamente una prueba de fuerza en la que uno intenta tirar al otro del tronco”, dice.

El intenso amor de los caballitos del diablo

Si alguna vez has pasado tiempo cerca de un estanque, lago o río y has visto a un par de caballitos del diablo haciendo la forma de un corazón con su cuerpo, habrás presenciado lo que la comunidad científica llama una rueda copulatoria.

Pero puede que no sea tan romántico como crees.

Para convencer a una hembra de que se aparee con ella, el macho utiliza unas pinzas especializadas para agarrarla por la parte posterior de la cabeza. Y este permanecerá pegado a la hembra aunque intente huir volando.

“En realidad, es una forma de acoso”, dice Jessica Ware, conservadora del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York (EE. UU.) y experta en el orden de insectos Odonata, que incluye libélulas y caballitos del diablo.

Cada momento que pasa pegada a un macho es tiempo que la hembra podría dedicar a alimentarse, poner huevos o aparearse con otros machos. Pero esa es también la razón por la que los machos lo hacen: para asegurarse de que su material genético es el que se utiliza para crear la siguiente generación.

Incluso después de que una hembra haya aceptado a un macho y colocado su abdomen en posición para recibir su esperma, el macho puede mantener su agarre durante media hora o más. A veces, el macho incluso arrastra a la hembra hasta la superficie del agua y la mantiene bajo el agua mientras ella deposita sus huevos en un trozo de vegetación (una burbuja que se forma alrededor de la cabeza de la hembra le permite respirar mientras está sumergida).

“Yo diría que no siempre es voluntario. Porque en cuanto la suelta, puede venir otro macho y sacarle su esperma”, dice Ware.

Los caballitos del diablo macho pueden ser tan persistentes, que algunas hembras del género Ischnura incluso han ideado una forma de esconderse de ellos: “De hecho, las hembras cambian su color para parecerse al de los machos”.

¿Luciérnagas… o ‘femmes fatales’?

Cuando una luciérnaga muestra su trasero bioluminiscente por la noche, está intentando indicar a las luciérnagas de su misma especie y sexo opuesto que está soltera y dispuesta a emparejarse.

Sin coacciones. Sin demostraciones de fuerza. Ni siquiera sonidos: sólo suaves volutas de luz.

Pero las hembras de las luciérnagas del grupo de especies Photuris versicolor saben cómo aprovecharse de esa sutil estrategia.

“Sus hembras imitan los destellos de las hembras de otras especies y atraen a los machos para aparearse”, explica Seago. “Cuando los machos se acercan para aparearse con ella, ella se da la vuelta y se lo come”.

La comunidad científica cree que las hembras Photuris, conocidas como femmes fatales, se comen a los machos de otras especies para robarles sus compuestos defensivos, es decir, las sustancias químicas de la sangre que hacen que las luciérnagas resulten desagradables a los depredadores (las femmes fatales infunden esos compuestos en sus huevos).

Arañas pavo real que bailan como locas

En Australia hay un grupo de arácnidos diminutos conocidos como arañas pavo real. A primera vista, parecen arañas saltarinas. “Tienen el cuerpo diminuto de una araña, patas robustas y grandes ojos delante de la cara”, explica Sebastián Echeverri, científico especializado en arañas de la Xerces Society, y autor de Spiders of the United States & Canada [Arañas de Estados Unidos y Canadá].

“Pero hay algo muy especial que ocurre cuando un macho adulto de araña pavo real ve a una hembra”, añade.

Con una hembra a la vista, el macho levanta la grupa en el aire y la abre, como un abanico de colores brillantes, convirtiendo su abdomen en una hipnotizante mini-pantalla. Según Echeverri, algunas especies de arañas pavo real también tienen estructuras pilosas en las patas que agitan como si fuera un código de señales.

Los colores y los dibujos dependen de la especie, al igual que los movimientos que realiza con las patas, pero la exhibición no es nada menos que un número de baile coreografiado… ¡con música! Los machos también pueden tamborilear vibraciones en el suelo, que la hembra evalúa junto con el resto de la actuación.

“Las arañas saltadoras son especiales porque han desarrollado unos ojos muy grandes que ven muy bien los detalles”, explica Echeverri. “Y por eso, su cortejo también evolucionó para utilizar el lenguaje visual, el movimiento, la danza y los colores de una forma que no hacen muchas otras arañas”.