La reciente declaración del expresidente estadounidense Donald Trump sobre la necesidad de que Estados Unidos tenga “propiedad y control” sobre Groenlandia ha generado un debate internacional sobre la soberanía y el futuro del territorio autónomo.
A medida que surgen inquietudes entre los habitantes groenlandeses y las autoridades de la Unión Europea, se hace evidente que el futuro de la isla debe ser determinado por sus propios ciudadanos. Trump parece tener los ojos puestos en más de un territorio extranjero: ya había amenazado en días pasados con tratar de hacerse con el control del Canal de Panamá, generando rispideces y rechazo por parte del gobierno del país centroamericano.
Reacción de la Unión Europea
El Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) ha mantenido un perfil diplomatico bajo frente a las afirmaciones de Trump, optando por no comentar sobre las declaraciones del exmandatario. Anouar El Anouni, portavoz de la UE para asuntos exteriores y política de seguridad, se limitó a señalar: “no hacemos comentarios sobre comentarios”. Esta postura podría generar descontento entre los ciudadanos de Groenlandia, quienes mayoritariamente son ciudadanos de la Unión Europea.
Groenlandia no es un miembro de la UE, pero sí se considera un “territorio de ultramar asociado”. De los aproximadamente 57.000 habitantes de la vasta isla, solo unas 2.000 personas no poseen ciudadanía danesa. Esta peculiaridad destaca la relación entre Groenlandia y Europa, así como el impacto que una posible alteración en la soberanía podría tener sobre la población local.
El interés renovado de Trump
Trump reavivó su interés por Groenlandia en una reciente publicación en las redes sociales, elogiando su importancia para la seguridad nacional estadounidense. “Los Estados Unidos de América sienten que la propiedad y el control de Groenlandia es una necesidad absoluta”, afirmó, en alusión a su enfoque estratégico sobre la isla.
Estas palabras se produjeron pocas horas después de anunciar el nombramiento de Kenneth Howery, cofundador de PayPal, como nuevo embajador de EE.UU. en Dinamarca, un movimiento que ha sido interpretado como parte de la agenda de Trump para fortalecer la presencia estadounidense en la región.
Las declaraciones de Trump han causado inquietud entre la población groenlandesa, quienes ven en estas afirmaciones una burla a su autonomía y a sus derechos. En este contexto, el primer ministro groenlandés, Múte Egede, ha reafirmado que la isla “no está en venta y nunca lo estará”. Estas palabras resaltan la firmeza del liderazgo groenlandés en la defensa de su soberanía frente a declaraciones externas que amenazan su independencia.
Respuesta del Gobierno danés
Las autoridades en Copenhague han respaldado la postura de Egede, evidenciando un acuerdo en la importancia de la soberanía groenlandesa. Aunque las propuestas de Trump han cogido desprevenidos a muchos, la defensa nacional de Dinamarca está tomando medidas para aumentar su inversión en Groenlandia, anunciando un gasto de defensa que superará los 1.300 millones de euros.
El ministro de Defensa danés, Troels Lund Poulsen, bromeó sobre la relación entre la declaración de Trump y el momento del anuncio, sugiriendo que la coincidencia es una “ironía del destino”.
Las declaraciones de Trump han llevado a muchos a cuestionar la viabilidad de una relación basada en el dominio y las perspectivas de colonialismo moderno. Groenlandia tiene una historia rica y compleja, caracterizada por una lucha constante por su autonomía y derechos.
El interés estadounidense en el territorio no es nuevo, pero las afirmaciones recientes han reavivado temores sobre la posibilidad de poder extraterritorial.
La perspectiva groenlandesa
Aaja Chemnitz, miembro groenlandesa del Parlamento danés, también ha expresado su desdén por la postura de Trump, enfatizando que Groenlandia no es un recurso a ser adquirido. “Estamos abiertos a los negocios. No estamos a la venta”, afirmó.
Chemnitz destacó que la decisión sobre Groenlandia debe ser tomada por su pueblo, reiterando el mandato que dictamina que “nada sobre nosotros sin nosotros”.
Chemnitz ha representado a Groenlandia por casi una década, y enfatiza que el territorio tiene derechos y una autonomía bien establecida, con un gobierno propio y un parlamento que gestiona una variedad de asuntos locales.
“Groenlandia es un país autónomo. Cualquier decisión relacionada con Groenlandia le corresponde a su gente”, declaró, reafirmando que el interés estadounidense podría ser bienvenido, pero dentro de un marco de respeto y colaboración.
La diputada también ha calificado la idea de que Groenlandia esté en venta como “absurda” y ha manifestado la importancia de asegurar que las discusiones sobre el futuro de la isla se realicen con la participación activa de sus habitantes.
carlosloria
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