Brasil: buen balance para Lula

Ya pasó la mitad del tercer mandato de Lula. ¿Cuáles son sus características? Recibió una herencia que no tuvo en períodos anteriores, lo que hace que este período sea diferente.

En primer lugar, no tiene mayoría en el Congreso. Ya dije que, cuando terminó su segundo mandato, le pregunté cuál era la mayor lección que había aprendido en el gobierno. Me dijo que no se puede gobernar sin mayoría. Ésa es la situación a la que te enfrentas ahora. Ganó las elecciones, pero la oposición tiene mayoría en el Congreso.

Esto implica no sólo negociaciones difíciles cada vez que el gobierno necesita lograr que el Congreso apruebe proyectos. Pero también la incorporación al gobierno de miembros de la oposición.

El otro legado, que ahora termina, es la presidencia del Banco Central en manos de un bolsonarista y neoliberal.

Hay dos limitaciones importantes: esto no impidió que el gobierno tuviera un carácter fuertemente antineoliberal. Lo más llamativo del tercer gobierno de Lula son sus políticas sociales, principal característica de la lucha contra el neoliberalismo.

Los resultados son claros

• La tasa de desempleo más baja en 12 años;
• El segundo mejor país para invertir;
• El mayor plan Safra de la historia;
• Volver al ranking de las 10 economías más grandes;
• Fábricas globales instalándose en el país, entre otros indicadores.

La economía crece, los empleos se multiplican, los intercambios internacionales se expanden. Brasil, a través de los BRICS, consolida alianzas internacionales que le permiten proyectarse como una potencia estratégica a escala global.

El eje de oposición, en lo económico, está en el capital financiero. Es el sector hegemónico en el modelo neoliberal. No es el sector el que financia la producción, la investigación o el consumo. ¿Pero quién vive de altas tasas de interés y especulación financiera?

Políticamente, la oposición tiene su liderazgo en los medios de comunicación, el sector que señala los caminos que le quedan a la derecha. Principalmente en los intentos de reducir la dimensión política de Lula.

Tenemos un buen gobierno, pero estamos perdiendo la batalla de las comunicaciones. Una situación que Lula ha conocido y pretende cambiar, con cambios de responsables. Lo cual no basta si no podemos entender la raíz del problema para formular otra política de comunicación.

El choque fundamental de nuestro tiempo es el que existe entre neoliberalismo y antineoliberalismo, cuya resolución depende de si podemos lograr el posneoliberalismo, la superación del período histórico marcado por la hegemonía neoliberal.

Éste es el mayor desafío de la segunda mitad del mandato de Lula. Para lograrlo, es necesario formular una estrategia de transformación estructural de la economía del país, con el fin de desplazar al capital especulativo del eje de la economía, para reemplazarlo por la reanudación del desarrollo económico como factor fundamental del futuro del país. .

Y revirtamos la batalla comunicacional, consolidando un proyecto hegemónico para superar el neoliberalismo y consolidar la democracia en Brasil.