Aunque hoy puede no estar en el centro de las preocupaciones de las grandes potencias, el Atlántico Sur asume cada vez más relevancia en el ajedrez del poder mundial. La riqueza de sus recursos naturales, sus pasos interoceánicos y la proyección sobre la Antártida despiertan el interés de actores extrarregionales. Mientras tanto, Argentina y Brasil, los dos mayores países de la zona, comienzan a delinear estrategias para proteger sus recursos y defender su soberanía.
“Es cierto que el Atlántico Sur no aparece en la mayor parte de las directivas o en los grandes documentos, pero no deja de estar en el cálculo de los grandes poderes”, afirma, en diálogo con DEF, la politóloga y experta en geopolítica Mariana Altieri, directora ejecutiva de la Fundación Meridiano de Estudios Exteriores y Política Internacional. Su hipótesis es que se trata de una “futura zona de quiebre del statu quo”, por lo que, según explica, “aquello que se dirima en términos de disputa de poder en este lugar va a tener influencia global”.
Argentina tiene un especial interés en la zona, por la extensión de su plataforma continental: 4,8 millones de km², comprendidos hasta las 200 millas marinas. A ellos se sumaron, a partir de 2016, 1,78 millones de superficie del lecho y subsuelo marino, al adoptar el organismo competente de la ONU las recomendaciones de la Comisión Nacional del Límite de la Plataforma Continental (COPLA).
Argentina: recursos naturales, Malvinas y su proyección antártica
“Además de los pasos bioceánicos, el Atlántico Sur tiene dos componentes fundamentales que despiertan interés: sus recursos naturales y su proyección sobre la Antártida”, destaca Altieri. “Su importancia en materia ictícola hace que los grandes poderes empiecen a ponerlo en el mapa”, añade. Menciona, asimismo, “los recursos hidrocarburíferos, los nódulos polimetálicos y las tierras raras en su lecho submarino”.
El segundo componente, insoslayable en cualquier análisis geopolítico, es la proyección de este océano sobre el continente antártico, donde siete países -entre ellos, la Argentina– poseen reclamos territoriales, que se encuentran “congelados” en el marco del Tratado Antártico.
En ese sentido, cabe recordar que el sector antártico argentino se superpone parcialmente con el territorio reclamado por Chile y coincide casi totalmente con el área reivindicada por el Reino Unido como “territorio antártico británico”, que incluye las islas Shetland y Orcadas del Sur.
Desde la visión argentina, una prioridad de nuestra política exterior y de defensa es la ocupación británica de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y sus espacios marítimos circundantes. La existencia del complejo militar de la Royal Air Force (RAF) de Mount Pleasant (Monte Agradable) y de la estación naval de aguas profundas de Mare Harbour (Puerto Yegua), ambos en territorio de Malvinas, permiten al Reino Unido proyectar su poder en la zona.
De hecho, en el Atlántico Sur, la Corona británica conserva otros tres enclaves coloniales (“territorios de ultramar”) frente a la costa africana: Ascensión, Santa Elena y Tristán da Cunha.
Reino Unido, Estados Unidos y China, tres actores con intereses en el Atlántico Sur
¿Quién garantiza hoy la gobernanza y la seguridad de estas vías marítimas en el Atlántico Sur. “Hoy por hoy, de facto, ese actor es el Reino Unido, subsidiariamente con la presencia de la IV Flota de EE.UU.”, responde Mariana Altieri. En ese marco, añade, “un punto nodal es la base aérea en la isla Ascensión”, controlada por EE.UU. gracias a un convenio con las autoridades británicas, que detentan la soberanía sobre ese territorio y controlan allí la instalación militar de la RAF.
Esta especialista se pregunta qué sucedería si, en virtud de la importancia creciente que adquiere para China este espacio marítimo, el gigante asiático quisiera garantizar su propia seguridad en la zona. Hoy no existen grandes puntos de fricción con el gigante asiático, más allá de la espinosa cuestión de la pesca en los ricos caladeros del Atlántico Sur, al filo de la milla 200 de la zona económica exclusiva argentina.
Ahora bien, si Pekín profundizara sus ambiciones, se abren interrogantes respecto de un eventual escenario de conflicto o fricción con otras potencias globales. Hoy el gobierno de Xi Jinping no cuenta con una presencia militar en el Atlántico Sudoccidental, es decir, en la costa sudamericana del Atlántico Sur. Pero en la última década existieron rumores sobre el interés de China en la construcción de una base naval en Walvis Bay, puerto de aguas profundas de Namibia, en la costa occidental africana, sobre el Atlántico.
Brasil, la “Amazonia azul” y su fuerza submarina
Mientras tanto, el gobierno brasileño también tiene sus propias prioridades en el Atlántico Sur. El descubrimiento de las enormes reservas de hidrocarburos en la denominada “capa pre-sal” de su mar territorial, en 2007, marcó un punto de inflexión en la estrategia de defensa del gigante sudamericano.
La denominada “Amazonia Azul” alberga el preciado petróleo del pre-sal, ubicado a 7000 metros de profundidad. Se trata de un total de 3,54 millones de km2 de zona económica exclusiva (ZEE) brasileña. A ellos se sumarían otros 953.525 millones de km2 de plataforma continental más allá de las 200 millas, según la presentación realizada ante la Comisión de Límites de la Convención de la ONU sobre Derecho del Mar (Convemar).
En 2012, el Congreso brasileño aprobó la creación de la empresa estatal Amazonia Azul Tecnologías de Defensa (Amazul), que comenzó a funcionar al año siguiente bajo la órbita de la Armada y tiene a su cargo el programa que tendrá su corolario en la construcción de su primer submarino de propulsión nuclear.
Tal como enuncia su propio Ministerio de Defensa en sus documentos oficiales, lo que se busca es “garantizar los medios para negar el uso del mar a cualquier concentración de fuerzas enemigas que se aproxime a Brasil por vía marítima”. Es lo que se conoce, en la jerga militar, como capacidades anti-acceso y de negación de área (A2/NA).
“Brasil quiere mostrarse como un actor responsable que no está confrontando necesariamente con las potencias navales, pero sí está sentando su presencia en la zona”, manifiesta Mariana Altieri.
Lo que pretenden los brasileños, en definitiva, es posicionarse como “un actor capaz de garantizar el Buen Orden del Mar” y evitar que potencias extrarregionales se arroguen esa responsabilidad en el Atlántico Sur. “La amplitud del Atlántico Sur y la vocación de Brasil de ser una potencia a nivel mundial son una razón geopolítica que justifica la existencia de un submarino nuclear como parte de la estrategia nacional”, completa la analista.
Mariano Roca
Fuente de esta noticia: https://defonline.com.ar/internacionales/el-atlantico-sur-una-zona-de-paz-no-exenta-de-ambiciones-externas-y-resabios-coloniales/
************************************************************************************************************
También estamos en Telegram como @prensamercosur, únete aquí: Telegram Prensa Mercosur
Recibe información al instante en tu celular. Únete al Canal del Diario Prensa Mercosur en WhatsApp a través del siguiente link: https://whatsapp.com/channel/0029VaNRx00ATRSnVrqEHu1También estamos en Telegram como @prensamercosur, únete aquí: https://t.me/prensamercosur Mercosur
Recibe información al instante en tu celular. Únete al Canal del Diario Prensa Mercosur en WhatsApp a través del siguiente link: https://www.whatsapp.com/channel/0029VaNRx00ATRSnVrqEHu1W
- Del gol de Alexis Mac Allister para Liverpool a la polémica en el descuento de Tottenham: ¿hubo falta al argentino? - 22 de diciembre de 2024
- El Cardenal Vicente Bokalic llamó a edificar, «una iglesia samaritana y fraterna» - 22 de diciembre de 2024
- Evaluación de proyectos productivos en la Cuenca de Occidente por Delcy Rodríguez - 22 de diciembre de 2024