Tras el balotaje del domingo que definió quién será el próximo presidente de los uruguayos, La Mañana dialogó con el periodista Daniel Castro, quien tiene una extensa trayectoria en los medios, acerca del rol de la prensa en este año electoral en el que las redes sociales jugaron un papel decisivo. Daniel Castro es un periodista de referencia en nuestro país, fue conductor de Telenoche, el informativo central de Canal 4 (2015-2022). Actualmente conduce el Informativo Sarandí y Agenda Abierta. Además, es el creador del programa Pongamos Pienso, en formato streaming.
Desde tu experiencia de tantos años en la información y en contacto con elecciones nacionales, ¿qué impresión te dejó esta elección y cuál fue el rol que jugó la prensa en todo esto?
Hay un primer aspecto que tiene que ver con la necesidad de que los medios tradicionales y los periodistas tomen muchas señales que dejó la elección. Estamos, de alguna forma, también interpelados porque muchas veces nos vimos superados por el vértigo que marcan las redes, que a veces uno tiene la tendencia a seguir subestimándolo y quedamos en off side. No me refiero ni siquiera a las más conocidas, sino que a través de estos servicios de mensajería como WhatsApp también hay una saturación enorme de información, y los periodistas en lugar de estar buscando la noticia muchas veces nos encontramos tratando de decodificar los mensajes, sin saber si lo que se está mencionando es cierto o falso y eso nos lleva tiempo, nos ocupa.
Debemos mejorar los procedimientos de la búsqueda de la noticia, no distraernos tanto en el ruido de las redes y concentrarnos un poco más en lo que hicimos desde siempre. Más allá de eso, hay una saludable señal de que el periodismo se expandió, hablando de la parte positiva de las redes. Hoy es posible ver muestras de periodismo por otras vías, en otros canales, tal vez totalmente inesperados hace un tiempo y que ya son una realidad. Hoy cualquier periodista puede tener su medio de comunicación, en sí mismo el periodista puede ser también su propio medio y eso lo posibilitó el manejo de las redes y lo que te permite la tecnología. En cuanto a lo más convencional, me parece que fue un período en el que los periodistas en su grandísima mayoría estuvieron a la altura. Hoy es posible ver periodismo televisivo en la mañana, periodismo televisivo en la tarde, periodismo televisivo en la noche, es posible ver el ejercicio del periodismo como decíamos en las redes, es posible ver periodismo de calidad en la mañana de la radio, en el mediodía, en la tarde y en la noche. Creo que hemos ganado terreno. El asunto es seguir estando a la altura, seguir actuando con el rigor y con el profesionalismo que merece el oficio. Así que creo que, por un lado, hay una expansión del periodismo y, por el otro, un ejercicio responsable, que además en buena medida fue incorporando temas a la agenda.
¿Qué pasa con el uso irresponsable de las redes? Ocurre que medios de prensa que salen por internet terminan generando una confrontación que de repente no era la idea del político.
Opino que todos tenemos una cuota de responsabilidad, que hay que revisar algunos procedimientos. Hay que asumir también que la democracia está debilitada, no porque lo que diga yo. Estos son datos que nos llegan de gente que estudia a nivel interno, pero también internacional. Hay como una situación de debilitamiento de la democracia, un indicador de marca un acentuado desinterés en la política, falta de confianza, falta de verme reflejado en el representante a quien voto, y eso tenemos que cuidarlo. Ahora, ¿cómo se ha ido erosionando esa credibilidad histórica en la democracia? Probablemente por estas prácticas irresponsables. Todos tenemos que revisar nuestros procedimientos, empezando por nuestros representantes. Ellos tienen una responsabilidad mayor, porque si hay un canal en YouTube que se dedica a hacer una especie de humor político con una edición muy cuidada y te lleva a la confusión, bueno, termina siendo un canal que utiliza la política para hacer humor. Ahora, cuando un legislador actúa irresponsablemente en las redes o toma cuestiones que nunca sucedieron y las da como ciertas, ahí estamos en un problema.
Yo sé que también la primera tentación es hablar del concepto de la regulación, y ahí ya nos estaríamos metiendo con el tema de la libertad. Pero también lo dijo el presidente apenas asumió, cuando le tocó enfrentar aquella tragedia terrible que fue la pandemia. Lo que hay que hacer es actuar con libertad responsable, todos tenemos la libertad para actuar. Ahora, una libertad con responsabilidad, porque si no termina siendo todo tan caótico que después nos vamos a quejar de que perdimos la estatura democrática. Bueno, esto es una cuestión donde todos estamos involucrados. Así como vamos a votar el domingo, nosotros tenemos que revisar nuestros procedimientos en el día a día. Es la forma también de preservar un sistema que, hasta que se conozca otro mejor, es lo mejor que tenemos.
En años pasados y actualmente se utiliza el carnaval como método de protesta para llegar a la gente a través del humor, y en su nombre se puede decir cualquier cosa. Algunos programas periodísticos han utilizado el humor para poder decir cosas que de repente el periodista no se anima a decir, ¿estás de acuerdo?
El humor político es algo serio, a pesar del juego de palabras. Creo que el humor ejercido con responsabilidad puede llegar a ser la clave para entender. Es admirable cómo un caricaturista te puede plantear en cuatro o cinco trazos una realidad incontrastable. De pronto nos llevaría muchas horas y muchas palabras decir algo que el caricaturista, con un sentido de la sagacidad, pero también del humor, te lo plantea en un dibujo. Lo mismo que tenemos también, afortunadamente, gente muy talentosa haciendo humor político y obviamente aprovecha su carisma, su lucidez, su capacidad intelectual en pro de un humor político. Lo mejor que nos pasa es que lo que observamos ahí, es algo que reciben todos, no se salva nadie. Cuando vos encontrás a un humorista inteligente, rápido, carismático, y que les pega a todos, yo con eso me quedo. Después está la cosa mucho más vulgar, más burda, que transita por el lado de la burla, del agravio. Burlarse indolentemente de las personas es agraviarlas de la peor manera. Entonces, cuando encuentro que hay prácticas que van en ese sentido, las rechazo. Esto también es parte de la libertad. Uno elige lo que escucha, lo que lee y lo que ve, en esa lógica debería haber como una convivencia. Entiendo que el carnaval y el periodismo son grupos humanos y, en consecuencia, ahí encontrás de todo. Creo que, efectivamente, como se ha dicho muchas veces, el carnaval tiene su sesgo y es absurdo plantearlo en otro sentido que no sea ese. Los humoristas también, llega un momento en que puede llegar a advertirse de qué patas renguean, como decimos a veces en campaña, pero hecho con una actitud responsable y humana. Yo creo que está muy bien que nos podamos reír todos de cosas serias, porque también el humor es una válvula de escape. El asunto es cuando persigue otros intereses, cuando lo que pretende es enchastrar y descalificar, ahí ya estamos en un problema.
Dejamos el humor y nos metemos en el periodismo. ¿Existe el periodismo militante?
Creo que lo que ha avanzado bastante es el periodismo de opinión. Históricamente, Uruguay tuvo extraordinarias manifestaciones de periodismo de opinión. De hecho, cuando el presidente Sanguinetti dice que es periodista, era un periodista de editoriales, marcando claramente su posición política, y como él hay una cantidad enorme de periodistas de opinión. Después está lo que distinguen las páginas de los diarios, donde vos sabés perfectamente que hay una página de editorial y allí se puede advertir el periodismo de opinión. Después, ¿el periodismo militante? Creo que algunos brotes podrían hacernos pensar en que efectivamente se instaló la figura del periodista militante. Pero ahí sí yo me querría tomar un tiempo para saber si esas personas, que probablemente durante este período se hayan manifestado como periodistas militantes, ¿cuál es su forma de actuar cuando tengamos un gobierno que se supone que es afín a sus ideas? Ahí es donde vamos a empezar a evaluar si efectivamente era una militancia político-partidaria o si era una práctica periodística de crítica al poder. Nosotros tenemos ahí siempre ese concepto muy claro. El periodismo debe ser como el mangangá. El mangangá molesta, fastidia, aguijonea, pero practica esa manera para tratar de llegar al mayor nivel de transparencia, de claridad o de verdad posible. Entonces, me permito tomarme un tiempo, porque es una práctica que seguramente también resulta un poco novedosa para saber cómo es la actuación de esas personas en un futuro gobierno. Lo que sí me molesta es que a veces venga gente del exterior, sin conocer la realidad, y acuse indolentemente y con cierto desparpajo de la existencia de periodistas ensobrados. Si no tenés suficientes pruebas, enchastrar la trayectoria de un profesional no es algo que me guste. Después, cada periodista también tiene la libertad de elegir de qué lado del mostrador quiere estar. En ese sentido, cuando estamos hablando de periodismo militante, creo que nos vienen a la mente casos de uno y de otro lado, está clarísimo. Eso no es que pertenezca exclusivamente a un sector o a un partido. Habrá que ver entonces cómo se actúa en el futuro. Y lo otro es que hay periodistas extraordinariamente buenos y muy buenos profesionales, que un día entendieron que había que cruzar la línea y que se tenían que pararse del otro lado del mostrador, en la política. Eso ha pasado recientemente con Blanca Rodríguez, con Gerardo Sotelo, también con Mónica Bottero. Ahí es irreprochable, tomaron una decisión. Son periodistas que ahora militan en un partido. Yo estoy convencido, dispuesto a dialogarlo para que me demuestren lo contrario, que el día que das un paso hacia ese lugar, no volvés. Es muy poco probable que vuelvas a ejercer el periodismo como lo concebimos.
¿Cuánto influye en la gente la opinión del periodista militante?
Lo que pasa es que ahora tenemos un sistema. El periodismo militante se desarrolla sobre todo en redes sociales, claramente tienen su mayor eco ahí. Hay quienes sí, efectivamente, lo hacen desde sus medios tradicionales. Lo que influye mucho es el tema de los cortes. Cuando vos vas cortando y editando tramos de determinada entrevista, a tus seguidores les puede llegar a generar una realidad que no es tal. Cuando sacás de contexto y cuando, por ejemplo, hacés una edición donde ponés a una persona de la política diciendo varias veces un concepto, más allá de la ridiculización, eso para mí es manipulación. Salvo que vos expreses claramente que es algo fuera de contexto. Cuando yo levanto algunas de las entrevistas de la radio, pongo en el título o en el hashtag que está fuera de contexto, para que nadie se llama engaño y para que además tenga la posibilidad de decir “yo quiero saber qué más se dijo en esta entrevista”. Entonces vas a la página de la radio y la entrevista está completa. Ahí es donde está mi temor, que la capacidad tecnológica e incluso artística de presentar algunas piezas, que son en la mayoría de los casos muy breves, pueda llevar a que la gente se vaya haciendo una idea de algo que no es. Te diría más, hoy me tocó entrevistar a una politóloga que mencionaba las lecciones que le dejó Giovanni Sartori, que toda su vida ha estudiado estos temas y que entiende que efectivamente, parte del debilitamiento de la democracia tiene que ver con que a la gente no le llega información de calidad. A la gente lo que le llega es el chasquiboom, ese que explota, estalla y desaparece. Pero no hay un interés, y ahí me parece que hay que hacer un mea culpa de los medios, profundizar en los temas, abarcarlos con otro criterio un poco más analítico. Acá parece que todo pasa por esa cosa chispeante, esa efervescencia del momento y nada más. Ahí sí deberíamos poner un poco más de atención.
Según tu experiencia en radio, ¿la gente busca la explicación del periodista cuando no entiende lo que quiere decir el político?
Es difícil esa pregunta. Uno no se imagina la cantidad enorme de personas que en un momento pueden estar escuchando un programa de radio y la heterogeneidad de esa audiencia. Probablemente los tengas más o menos identificados, yo creo que a mí me escucha gente de tal edad o con tal pensamiento, para eso hay estudios que te permitirían más o menos advertir algunas características de tu audiencia. Pero es tan heterogéneo que no creo que se dé aquello de antes, de los formadores de opinión. Yo creo que hoy no formamos la opinión de nadie, esa es la verdad. En todo caso, cada uno desde su estilo puede llegar a entender el oficio de determinada manera. Yo voy a hacer una entrevista que en lugar de hacerla en 8 o 9 minutos, que es lo que me demandarían estos tiempos, me voy a tomar 30 minutos, 40 minutos para hablar, para profundizar, para detallar. Lo más probable es que te digan “esto no rinde”. Ahí hay un dilema en la búsqueda de un modelo de negocio, porque por un lado decís: “Yo quiero que para que la gente entienda tenga 40 minutos de radio”, pero hoy por hoy 40 minutos de radio es una locura en términos comerciales. Ahora, ¿no vas a dar esa batalla? ¿Te vas a rendir ante la búsqueda de mayor audiencia? En ese dilema están a diario todos nuestros colegas, y ni que hablar de la televisión.
Cuando estás en contacto con la gente porque la tecnología te lo permite, ¿lo tomás como insumo para preguntar?
Sí, es extraordinariamente enriquecedora esa posibilidad que te ofrece hoy el WhatsApp. Vos preparás como una especie de plan A, vas a recibir al candidato o la candidata de tal o cual partido, de tal o cual sector, y vos estudiás, tratás de que esa entrevista sea distinta a todas las que has escuchado, buscás el título, la forma de que sea atractivo. Lo que pasa es que después, en ese mano a mano, hay dos cuestiones que no podés soslayar. Una, la eventualidad de la repregunta. O sea, no hay que seguir un guion, vos tenés que estar muy atento a lo que diga el entrevistado porque muy probablemente te esté dando la posibilidad de la repregunta, que es lo que enriquece la entrevista. Esa es mi opinión, es mi punto de vista. Y lo otro es lo que dice la gente a través de las vías de comunicación. Muchas veces no solo son mensajes muy fundamentados, sino que me ha pasado de decir “nunca se me hubiera ocurrido preguntar esto o no me acordaba de tal cosa”. Porque después está el otro tema de la memoria, estás con un candidato y armaste la entrevista en función a la coyuntura y resulta que después por WhatsApp recibís el aporte de una persona que recuerda un acontecimiento que tiene que ver con ese candidato hace 15 años. Bueno, eso te cambió totalmente la nota. También debemos tener siempre muy presente el no tomar por cierto lo que está diciendo la gente. Chequeás, en todo caso decís: “Me pregunta Iván Mourelle de Rivera si usted en un acto en Tacuarembó dijo tal o cual cosa”. Ahí claramente identificás que un oyente recuerda lo que pasó y le das el derecho a la persona que responda si efectivamente es así o no. En otras situaciones sí hay que chequear, no te podés comer ningún garrón de dar por cierto algo que te haya escrito un oyente.
Iván Mourelle
Fuente de esta noticia: https://www.xn--lamaana-7za.uy/actualidad/daniel-castro-la-busqueda-de-la-noticia-sin-distraernos-tanto-con-el-ruido-de-las-redes/
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