Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Peñaranda de Duero, situado en la provincia de Burgos. Allí encontramos un gran número de monumentos y construcciones verdaderamente impresionantes y espectaculares, como es el caso del Palacio de los Condes de Miranda. También conocido como Palacio de Avellaneda, debe su construcción a Francisco de Zúñiga y Velasco, tercer conde de Miranda del Castañar, villa situada en la provincia de Salamanca.
Para conocer su historia, debemos remontarnos al siglo XIV, cuando los señores de Peñaranda de Duero eran nada más y nada menos que los Avellaneda. Ellos contaban con muchísimo poder, pero también con una amplia cantidad de tierras por la zona. De un momento a otro, se vieron emparentados con los Zúñiga, lo que hizo posible que, poco a poco y con el paso del tiempo, el pueblo de Peñaranda del Duero pasase a ser nada más y nada menos que el centro de su mayorazgo.
En la segunda mitad del siglo XV se dio el paso de reconstruir el Castillo pero fueron el tercer conde de Miranda y su mujer los que, con las obras de este palacio, llevaron a cabo una serie de modificaciones y mejoras que hicieron que Peñaranda pasase a tener una fisionomía de villa condal. El periodo de mayor esplendor de este palacio llegó con Juan de Zúñiga y Avellaneda, sexto conde de Miranda y nombrado duque de Peñaranda por el Rey Felipe III.
De hecho, fue a su muerte cuando comenzó la decadencia en esta construcción. Entre la vinculación de la familia con la Corte y que ésta fue trasladada tanto a Valladolid como a Madrid, este Palacio dejó de ser utilizado con tanta asiduidad. Es más, los muebles los fueron trasladando a otras construcciones. De hecho, en 1636, las reliquias que se custodiaban en la capilla fueron trasladadas a la colegiata.
Durante el siglo XIX, esta construcción sufrió los estragos de la invasión francesa. Además, en 1829, María del Carmen Josefa de Zúñiga murió sin descendencia, siendo la última de este linaje. Tras pasar por varias manos, en el año 1891, el Palacio de los Condes de Miranda terminó en las de la Casa de Alba. En 1911, el reconocido arquitecto Vicente Lampérez y Romea denunció el grave estado de abandono y expolio en el que se encontraba este Palacio.
Pero todo se acentuó unos años después, en 1925, cuando Arthur Byne ofreció a William Randolph Hearst la posibilidad de comprar este Palacio para ser trasladado, piedra a piedra, a América. Una oferta verdaderamente sorprendente e inesperada, teniendo en cuenta que por aquel entonces el edificio estaba protegido al haber sido declarado Monumento Nacional a mediados de agosto de 1923. Por fortuna, en 1940, pasó a manos del Estado. Desde entonces, se han llevado a cabo un gran número de obras de restauración y conservación. Actualmente, cuenta con el estatus de Bien de Interés Cultural.
Laura Hernández
Fuente de esta noticia: https://www.lasexta.com/viajestic/escapadas/historia-palacio-condes-miranda-penaranda-duero-vinculo-villa-salmantina_2024111567371bade378830001fbba97.html
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