Aunque la tragedia ha movilizado a voluntarios, y también a entidades e iglesias evangélicas, en las labores de limpieza del fango, reparto de agua, alimentos y productos de primera necesidad, han aparecido iniciativas que se enfocan en aspectos específicos de la tragedia, como la preocupación por aportar lo necesario para hacer de las casas de quienes lo han perdido casi todo hogares habitables de nuevo.

También la atención psicológica se ha convertido en una necesidad específica, pero no menos importante, con quienes han perdido a seres queridos, propiedades y bienes de cualquier tipo. De hecho, se han instalado diez puntos de asistencia psicológica en los municipios afectados, y varios Colegios de Psicología autonómicos se han puesto a disposición de los afectados.

Abigail Castellanos, psicóloga de la Asociación Butterfly, sirve en “la primera línea de ayuda”. “Nos encontramos con mucha gente quebrantada, triste, desesperada y sin esperanza. Brindarles ayuda les llena de ilusión y esperanza. Esto es fundamental si queremos recuperar la sociedad valenciana”, asegura.

“Nos comunicamos directamente con los afectados”

Castellanos, que se dedica en concreto a la distribución de productos y material de ayuda y a la coordinación de la acogida de los voluntarios que llegan a la zona, asegura que se encuentra en contacto permanente con los afectados. “Mi labor consiste en recoger información de las personas que solicitan ayuda y gestionar rápidamente las necesidades que tienen. En este punto, nos comunicamos directamente con los afectados y, al anunciarles que les vamos a ayudar, muchos rompen en llanto. Dentro de la desolación en la que se encuentran, el recibir una mano amiga es un descanso para el alma y un bálsamo dentro del horror”, dice.

Butterfly, una asociación dedicada a traer a España a niños y niñas con graves problemas físicos que no pueden ser tratados en sus países de origen, cuenta con una casa en La Pobla de Vallbona, que ahora mismo utilizan para alojar a voluntarios que han llegado para ayudar ante la situación. “La Casa Butterfly bulle por las noches cuando todos los voluntarios provenientes de toda España y parte de Europa se sientan a la mesa, comparten sus historias, se desahogan y duermen calientes, un lujo poco valorado”, explica Castellanos.

“La ayuda social está curando el impacto emocional”

Esta psicóloga describe la situación como algo “nunca antes experimentado”. “Están sumidos en lodo, fango, putrefacción, muerte y desolación. La sensación de impotencia y la frustración se ha colado en nuestros corazones”, asegura.

Castellanos explica cómo muchas personas “salen con escobas y palas a las calles para despejar la nube negra de impotencia, rabia y frustración”. “Gastan sus fuerzas y energías limpiando el barro mientras lloran por sus familiares y amigos, abrazan a los desconsolados, porque eso es lo que calma el alma”, remarca.

Y destaca la labor de los voluntarios que, afirma, “son los que realmente están llegando a todos los rincones de los pueblos y están calando en una conciencia de solidaridad como nunca antes se ha visto”. “La ayuda social no solo está rescatando a los afectados, sino que también está curando el impacto emocional que está dejando sobre nosotros el horror que estamos viviendo”, dice.

“Muchos otros, los que están oliendo ese barro putrefacto todos los días, están escuchando las sirenas, los helicópteros y el sonido de la destrucción, hablarán de lo que está siendo este calvario para ellos. Pero desde aquí, tenemos el corazón encogido desde el martes 29 de octubre y lo único que podemos hacer es ayudar a los demás con lo que tenemos a mano”, añade.

“Cada pérdida la sentimos como propia”

Junto con la importancia de la ayuda social y del voluntariado, esta psicóloga destaca lo relevante que resulta un esfuerzo de empatía que vaya más allá y se acerque a la situación, más que observarla desde lo lejos. “La motivación subyacente es la de ayudar a los demás, porque somos muy conscientes de que podríamos haber sido nosotros los damnificados. Por eso lloramos con los que lloran, abrazamos a quienes lo necesitan, rescatamos a los más perjudicados y damos esperanza en medio del caos y la destrucción que nos rodea”, señala Castellanos. “Todos somos hermanos y cada pérdida la sentimos como propia, porque el dolor a nuestro alrededor es tan grande que nos faltan manos para ayudar”, asegura.

“En situaciones extremas como estas, mostramos nuestra fe y creencias a través del ejemplo, llevando comida a las mesas de las familias, entregando colchones a aquellos que duermen en el suelo y ayudando a construir una vida basada en la solidaridad y el amor del pueblo valenciano”, subraya. “Las personas conocen nuestras acciones hechas con amor, lo cual impacta en sus vidas. Predicar con el ejemplo cambia vidas y es lo que hacemos: ayudar con sabiduría y amar sin límites”, manifiesta la psicóloga.

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