Penetrar en el mundo de las paradojas, es tan tentador como apasionante, inclusive, perturbador o inquietante. Sin embargo, en tales sensaciones persiste la contradicción como condicionante de la interpretación que pueda dársele a cualquier paradoja. Desde luego, acá se incita la imaginación toda vez que la percepción que produce la discordancia determinada por la paradoja en cuestión, anima el contraste entre lo posible y lo improbable.
Tan fuerte puede ser la discrepancia o incongruencia forjada por tan extraño momento, que la paradoja termina viéndose cual acertijo capaz de desconcertar al más astuto, por lógico que pueda parecer.
La paradoja en política
En política, la paradoja es un recurso del cual se valen las realidades políticas para animar, enrarecer o fomentar múltiples interpretaciones. Todas justificadas en la idea de confundir o instigar al adversario. Aunque muchas veces, las paradojas ocultan ciertas verdades que actúan a manera de indicios informativos a fin de encender todo un juego de posibilidades. Entre ellas, sólo una de las mismas podría responder al acertijo o incógnita que pone al descubierto la enigmática que establecida por dicha paradoja.
A veces, las paradojas configuran el argumento que comprende la crítica política para con el poder que alude a que su narrativa ponga de relieve el problema referido sin que su razonamiento pueda evidenciar lo que su realidad oculta o presume.
Ejemplo descriptivo
La siguiente paradoja podría servir como ilustración del caso arriba aludido: “a instancia de las circunstancias, vale necesario inflar un globo que ha sido inflado”. Quizás, la composición de la referida paradoja-ejemplo, ejemplifica lo que un ejercicio de política podría debatirse.
El caso podría referir, el fragor de una cruenta crisis la cual, al momento de evidenciar más elementos informativos, podría estarse alejando más de una posible solución. Es lo que comúnmente sucede cuando el análisis situacional en curso, no alcanza a dar cuenta de otras variables de igual o mayor incidencia que las expuestas en principio. Ocurre pues que la situación analizada, lejos de superarse, termina agravándose.
Ante el afán de resolver los problemas causados por la temida crisis, cualquier paradoja mal interpretada por equivocación del manejo teórico-conceptual incoada por el inmediatismo aducido o por el pragmatismo urdido en que se sumerge la politiquería, compromete intenciones endebles por evidenciar posibles razones las cuales, independientemente de ser conocidas, resultan forjando el abultamiento de la crisis. He ahí lo que puede generar una paradoja insuficientemente leída o interpretada.
De la intención al hecho
En política, quien detenta el poder, busca barajar paradojas que permitan el escamoteo o señalamiento de razones disimuladas. Ello, a fin de provocar interrogantes capaces de generar la confusión necesaria que propenda a consumir el tiempo posible mientras se prescribe alguna estrategia que invalide o evite reacciones del adversario. O quizás, la presunción de una paradoja insidiosa, podría partir del cálculo contenido en la maliciosa idea de hacer que el contrario se embarque “en un barco hundido”.
Esta sería una forma de contrarrestar la posibilidad del contrario de actuar a la ofensiva. Aunque, por imposible que pudiera parecer el hecho de lograr su propósito, podría resultar factible de cometerse.
A manera de inferencias
Cuando la política se ejercita mediante el empleo malicioso de paradojas, con el exacto sentido del carácter absurdo que configuran sus mensajes, no hay modo de negar que la vida en política lo convierte todo en un insoportable dilema. Además, difícil de sortear.
No obstante, es ahí cuando se aprecia toda la magnitud del problema que deriva de cualquier crisis política. Es cuando el valor asignado de lo auténtico y legítimo, no alcanza la duración calculada. Por cuanto, la realidad política tiende a descartar el valor de ciertos signos y símbolos de poder. Estos no sólo claudican, sino que para validar lo desatinado de realidades, justifican o validan toda forma posible de lucir enmarañadas.
O porque la incoherencia, domina el modo bajo el cual funciona la realidad en curso. Entonces la praxis política en su desespero por afianzarse en el poder, busca instituir el accionamiento de dichas circunstancias convirtiéndo sus reacciones en norma.
De forma que no hay duda de los problemas que suscitan las paradojas formuladas con la animadversión que insufla la praxis propia de la politiquería. Más, porque se ha demostrado que las realidades actúan como el mejor efecto-eco al asentir que la política se moviliza con la presunción que inspira su equivocado ejercicio. Razón por la cual busca funcionar no sólo de promesa en promesa. Sino también, de paradoja en paradoja.
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Del mismo autor: A falta de solidaridad, surge la indiferencia
Antonio José Monagas
Fuente de esta noticia: https://efectococuyo.com/opinion/de-paradoja-en-paradoja/
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