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Los colombianos enfrentan una constante subida en el costo de vida. El precio de productos y servicios esenciales se eleva año tras año, afectando la economía de familias y hogares que luchan por ajustarse a esta realidad. Desde los alimentos hasta los viajes, pasando por los servicios de mensajería, cada aspecto de la vida diaria parece ser cada vez más costoso. Aunque este fenómeno puede tener múltiples explicaciones, hay una razón fundamental y menos visible que subyace a esta realidad: la enorme concentración de mercados en manos de unos pocos actores que ejercen control en casi todos los sectores clave del país.
Un análisis de la situación muestra que en Colombia, los mercados son dominados por conglomerados empresariales y familiares que manejan la oferta y, con ello, los precios en una amplia gama de sectores. Por ejemplo, en el mercado de la carne, una industria fundamental para la alimentación de los colombianos, tan solo cuatro empresas controlan el 70% del mercado. Esto significa que las decisiones sobre el precio de un alimento básico dependen, en gran medida, de un pequeño grupo que puede establecer precios según su conveniencia, limitando la competencia y, por ende, las alternativas más económicas para los consumidores.
El problema se repite en el sector aéreo. A pesar del crecimiento de la demanda de viajes, principalmente a raíz de la necesidad de conectar distintas regiones del país y de los viajes internacionales, solo cuatro aerolíneas manejan el 80% de los vuelos. Esto significa que cualquier persona que desee viajar está prácticamente a merced de estas empresas, que pueden establecer tarifas elevadas debido a la falta de competencia. Esto se traduce en precios de boletos elevados, afectando no solo al turismo, sino también a los viajes de negocios y el transporte de carga, encareciendo a su vez otros productos.
El control no se detiene ahí. El mercado de los refrescos, otro bien de consumo masivo, está dominado por 30 familias que controlan el 92% del sector. Algo similar ocurre con los cereales, un producto básico en la dieta de muchos hogares, donde tres familias concentran el 73% del mercado. En el caso del azúcar, el 82% de este mercado está controlado por solo tres familias. Esta concentración impacta directamente en los precios finales de los productos en las tiendas y supermercados, afectando a las personas de todas las clases sociales.
Los lácteos y los embutidos, productos esenciales en la alimentación, también presentan una concentración preocupante: cuatro empresas controlan el 87% del mercado lácteo, mientras que el 68% de los embutidos es manejado por cuatro compañías. La concentración en estos sectores, al igual que en otros mencionados, pone a los consumidores en una situación de desventaja, pues tienen pocas opciones para elegir productos con precios competitivos.
Aún más impactante es la concentración de los servicios de mensajería y transporte terrestre, lo que afecta tanto a los consumidores como a las empresas que dependen de ellos para movilizar mercancías y paquetes. Solo tres empresas controlan el 76% de la mensajería, mientras que cuatro familias son dueñas del 58% de los peajes en las carreteras colombianas. Esto significa que cada vez que un colombiano envía un paquete o transita por un peaje, está contribuyendo a los ingresos de un pequeño grupo económico.
Y si bien los alimentos y los servicios son factores importantes, la situación de la tierra productiva también preocupa. En Colombia, la distribución de tierras es sumamente desigual: 11 familias son dueñas del 52% de las tierras productivas, lo cual reduce las oportunidades para nuevos agricultores y limita el crecimiento de la agricultura nacional, perpetuando una estructura económica que beneficia a unos pocos mientras encarece el acceso a productos agrícolas.
Frente a esta realidad, muchos se preguntan: ¿por qué no se conoce más sobre esta concentración? La respuesta a esta pregunta es tan desconcertante como reveladora. En Colombia, seis familias controlan el 90% de los medios de comunicación y la publicidad. Esto implica que la narrativa que llega a la mayoría de los colombianos está en manos de un pequeño grupo de personas, quienes tienen la capacidad de decidir qué temas se priorizan y cuáles se ignoran. La concentración de los medios y de la información significa que la exposición a este tipo de análisis sobre la concentración económica puede ser limitada, lo que impide que los ciudadanos estén completamente informados sobre las razones detrás del encarecimiento de su costo de vida.
La acumulación de poder económico en manos de pocos tiene consecuencias que van mucho más allá de los precios. Esta concentración de mercado también afecta la democracia y el bienestar general. Sin competencia, las empresas dominantes no tienen incentivos para mejorar la calidad de sus productos ni reducir los precios, y los consumidores no pueden ejercer su poder de elección. Además, cuando el control de los medios también está concentrado, la capacidad de cuestionar esta realidad se vuelve limitada, restringiendo el acceso a información objetiva y transparente sobre las prácticas que perjudican a la mayoría de la población.
El problema de fondo no es solo que “todo sea caro”, sino la falta de competencia y el reducido número de actores que controlan la economía del país. Esta situación afecta a todos, desde los agricultores y productores locales hasta los consumidores finales, y es un obstáculo para el desarrollo económico inclusivo y equitativo. Para avanzar hacia una economía más justa, es necesario un debate abierto sobre la concentración económica y las políticas que podrían fomentar una mayor competencia, así como medios de comunicación que sirvan verdaderamente al interés público.
La realidad es que los altos precios en Colombia son un síntoma de una estructura económica que, en muchos aspectos, beneficia a unos pocos en detrimento de la mayoría. Con una mayor visibilidad de estos temas y una demanda de cambios en las políticas, Colombia podría aspirar a un futuro donde los precios de bienes y servicios reflejen una verdadera competencia, y donde la información esté al alcance de todos.
carloscastaneda@prensamercosur.org
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