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La resistencia a los antibióticos, una de las mayores amenazas para la salud global, ha impulsado a los científicos a buscar nuevas soluciones en lugares insospechados. Es por ello que hallar alternativas representa un gran desafío para la industria farmacéutica.

En vez de buscar constantemente moléculas completamente nuevas, los investigadores están volviendo a compuestos conocidos, pero con una perspectiva renovada y herramientas tecnológicas más avanzadas. Entre estas, resurgieron compuestos desarrollados hace décadas, cuando la microbiología vivía su “edad de oro”. Uno de ellos es la estreptotricina, un antibiótico aislado en los años 40 que, a pesar de su prometedor inicio, quedó relegado al olvido debido a su toxicidad.

En 2017, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una lista de patógenos peligrosos y resistentes a los medicamentos, siendo la mayoría bacterias gramnegativas. La estreptotricina despertó gran interés por su capacidad para combatir bacterias gramnegativas, un grupo de microorganismos particularmente difíciles de tratar debido a su compleja estructura celular.

A diferencia de las bacterias grampositivas, con una pared celular más accesible a los antibióticos, las gramnegativas presentan una capa externa que dificulta la penetración de los fármacos. Esta característica las convierte en un objetivo prioritario en la lucha contra las superbacterias, muchas de las cuales pertenecen a este grupo.

Reconsiderar lo descartado

Los estudios iniciales revelaron que la estreptotricina causaba daños renales significativos, lo que obligó a descartarla como opción terapéutica. No obstante, la creciente crisis de la resistencia a los antibióticos ha llevado a los investigadores a reconsiderar este compuesto, ahora conocido como nourseotricina. Un estudio publicado en PLOS Biology aborda este tema.

“Con la emergencia de patógenos resistentes a múltiples fármacos y la escasez de antibióticos efectivos, es imperativo reconsiderar y explorar el potencial de compuestos previamente descartados”, escribieron los autores del artículo.

La nourseotricina es un producto natural producido por bacterias grampositivas del suelo. Esta sustancia es una mezcla de antibióticos, que incluye variantes como la estreptotricina F (S-F) y la estreptotricina D (S-D). Aunque la nourseotricina y la S-D han mostrado ser tóxicas para las células renales en condiciones de laboratorio, se ha determinado que la S-F no presenta estos efectos nocivos. Además, la S-F es altamente efectiva para eliminar bacterias gramnegativas resistentes a los medicamentos y lo hace en concentraciones que no resultan tóxicas.

La producción de nourseotricinas por parte de las bacterias del suelo es el resultado de una larga batalla evolutiva contra otros microorganismos. A lo largo de millones de años, estas bacterias han desarrollado un arsenal químico sofisticado para defender su territorio y asegurar su supervivencia. Las estreptotricinas son un ejemplo de esta continua carrera armamentista, donde las bacterias producen compuestos cada vez más potentes para superar las defensas de sus competidores.

Renovado interés

Parece que este antibiótico se une a las bacterias gramnegativas y altera su maquinaria de producción de proteínas de una manera distinta a la de otros fármacos, inhibiendo la síntesis proteica bacteriana de una manera altamente específica, lo que induce a errores en la traducción del ARN mensajero y a la muerte celular bacteriana. Esta acción selectiva permite a la S-F eliminar incluso las bacterias más resistentes, sin afectar a las células eucariotas (que tienen un núcleo definido).

Los detalles precisos detrás del mecanismo de acción de la estreptotricina aún no están del todo claros. Sin embargo, si los investigadores logran descifrar este mecanismo, podría ayudarles a desarrollar una nueva clase de medicamentos contra bacterias que hasta ahora han demostrado ser altamente resistentes.

En experimentos con ratones, la S-F ha logrado erradicar una cepa bacteriana conocida por su resistencia a múltiples fármacos, todo esto con una toxicidad mínima o inexistente. Los investigadores explican: “Las bacterias del suelo, en su lucha por conservar su territorio, han desarrollado a lo largo de eones de evolución, la capacidad de producir antibióticos capaces de traspasar las defensas de las bacterias gramnegativas, siendo las estreptotricinas uno de los frutos de esta continua carrera armamentista”. Estos compuestos representan una estrategia novedosa para superar los mecanismos de defensa de los patógenos gramnegativos.

Los científicos ya han iniciado el estudio de métodos para mejorar las estreptotricinas naturales, como la S-F, con el fin de que sean aún más efectivas como agentes antibacterianos. Han expresado su esperanza de que se produzca un renovado interés en esta clase de antibióticos que, aunque históricamente significativos, han sido largamente olvidados.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: La ciencia del café: ¿puede una taza diaria mantener a raya la diabetes?

 

Paulino Betancourt Figueroa | @p_betanco
Fuente de esta noticia: https://efectococuyo.com/opinion/antibiotico-ancestral-arma-contra-bacterias-modernas/

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