«Estamos haciendo magia»: la distorsión del dólar afecta también a los yaracuyanos

La economía de Yaracuy se encuentra en un estado de agitación constante, impulsada por la creciente notoriedad entre el dólar del Banco Central de Venezuela (BCV) y el dólar paralelo. En las últimas semanas, los yaracuyanos han notado incrementos significativos en los precios de productos y servicios, lo que ha generado un clima de incertidumbre y descontento.

Los comerciantes locales han manifestado su preocupación. “A un buen amigo comerciante le pregunté cómo hace para establecer los precios de su negocio, y me fue sincero: los precios se establecen en paralelo, pero facturo al BCV”, Esto solo refleja la confusión que reina en el mercado, donde los precios parecen fluctuar a diario.

Desde el 28 de julio, el dólar paralelo ha experimentado un aumento del 20%, lo que ha llevado a muchos a cuestionar la viabilidad de sus ingresos. A pesar de que las autoridades han establecido que los precios deben basarse en el dólar del BCV, que se encuentra a casi 10 puntos por debajo del paralelo, la realidad es otra. “No me quiero imaginar cómo será la situación cuando llegue la Navidad”, comenta un comerciante preocupado por el futuro.

Nuevas estrategias para sobrevivir al dólar en Yaracuy

En muchos establecimientos en Yaracuy se ha implementado una estrategia que confunde aún más a los consumidores: si el pago se realiza en bolívares, el precio es de 22 dólares; mientras que si se paga en divisas, el costo es de 20 dólares. Esta práctica ha generado desconcierto entre los compradores, quienes luchan por entender cómo se determinan los precios.

Los comerciantes también enfrentan sus propios desafíos. Un vendedor de verduras menciona: “Estamos haciendo magia para mantener el negocio. Cuando el dólar sube, los precios suben, pero las ventas bajan. Estamos recibiendo el dólar según el BCV, pero estamos claros que en estos días los precios han variado”. Esta situación pone en riesgo no solo la estabilidad de los negocios, sino también la posibilidad de ofrecer precios accesibles a los consumidores.

El impacto en la canasta básica es evidente. Muchos yaracuyanos se ven obligados a reemplazar proteínas como la carne por opciones más económicas como pollo picado, mortadela o huevo.

La experiencia de Glenda Blanco

«Yo compro mortadela. A veces la hacemos hasta para el almuerzo. No es una buena alimentación, pero a veces nos toca duro y hay que comer algo, aunque sea eso”.

Esta disparidad no solo afecta a los comerciantes, sino que también repercute directamente en la calidad de vida de los yaracuyanos. Con salarios que no alcanzan para cubrir las necesidades básicas, la población enfrenta una dura realidad que se complica con cada aumento.