En La Plata aseguraron que es descabellado llevar a la justicia la disputa por el partido. Esta tarde, en un acto en Ensenada, el Gobernador volvió a decir que no lo cuenten para formar parte de una interna
Axel Kicillof está en contra de la judicialización de la disputa por la presidencia del PJ que hizo Ricardo Quintela. “Es una opción totalmente descabellada”, aseguraron en La Plata ante la consulta de Infobae. Y agregaron: “Estamos totalmente en contra”. El gobernador de Buenos Aires entiende que es inapropiado llevar la elección partidaria a la justicia federal, tal como hizo el riojano.
El mandatario está en el medio de la disputa entre Cristina Kirchner y el gobernador norteño. No porque quiera, sino porque el kirchnerismo, incluso la propia ex vicepresidenta, lo acusaron de estar detrás de la candidatura del “Gitano”. “El que tiene que hablar con Quintela es Axel, que es el que lo apoya”, dijo CFK doce días atrás.
Pese a estar parado en un lugar incómodo, Kicillof ha decidido inclinarse por el silencio respecto a algunos temas puntuales. No se expresó a favor de la candidatura de la ex mandataria y tampoco lo hizo en contra de la judicialización del proceso electoral partidario.
Sin embargo, desde su entorno fueron claros y contundentes al plantear su disconformidad con el accionar del mandatario de La Rioja. El bonaerense estuvo al tanto de las inconsistencias de la lista del “Gitano” a través de Gabriel Katopodis, ministro de su gabinete e integrante de la junta electoral del PJ. Supo, desde el viernes pasado, que había demasiadas irregularidades en la lista del gobernador norteño. Tenía información fina.
Esta tarde, en paralelo a los cruces por la presidencia del PJ, Kicillof envió un mensaje a la interna del peronismo que fue en sintonía con lo que dijo el 17 de octubre en Berisso. En esta oportunidad fue durante un encuentro que encabezó en Ensenada. Un Pre-encuentro Provincial de Salud Popular y Comunitaria. Volvió a pedir por la unidad.
“Nuestro pueblo nos pide que estemos unidos. Que en lugar de plantear cualquier tipo de división y disputa, busquemos la unidad. Que tiene que estar en nuestra concepción, en la lucha, en la calle y en la gestión de gobierno. A todo lo que digan, les vamos a responder lo mismo: unidad de acción, unidad de concepción, nada de internas, nada de quilombos”, sostuvo.
En el tramo final de su discurso fue más contundente. “Si a mi me buscan para una discusión, una disputa o una lucha, con el único que me quiero pelear es con el que está quebrando nuestro país, con Milei y con sus socios. Nunca me van a encontrar contra un compañero”, sentenció.
Kicillof mantiene su línea discursiva. No se mueve ni un centímetro. Sigue sin decir que Cristina Kirchner es la mejor candidata para el PJ, pero, por lo bajo, siempre dejó saber, desde que se presentaron las dos listas, que iba a apoyar su candidatura. Tampoco expresó en público sus cuestionamietos a la judicialización del partido, pero desde la gobernación lo dejaron en claro. Hace lo que quiere, no lo que le piden. Ese es el gesto de autonomía que busca dar.
No quieren que lo involucren en la interna, aunque sea imposible salirse de ese lugar. Trata de ponerse por encima de las discusiones y las acusaciones, y le deja el trabajo sucio a sus socios políticos, que bajaron el nivel de cuestionamientos pero que se mantienen en la trinchera. La disputa permanente es con el cristinismo y el camporismo.
Desde que comenzó la disputa partidaria entre CFK y Quintela, el economista siempre dejó saber que no iba a inclinarse públicamente a favor de alguno. Dos semanas atrás, en una carta que publicó en sus redes sociales, aclaró que el riojano no era su candidato, pero jugó con el silencio de su postura frente a la ex presidenta.
Esa posición molestó, y mucho, a la ex mandataria, que en un acto en SMATA dijo: “No se trata de elegir entre San Martín y Belgrano. Me hace ruido y me provoca dolor que haya gente que no se defina”. Lo que dijo CFK es lo que siguen sin entenderse en el kirchnerismo duro, donde aseguran que la forma de moverse de Kicillof es “una gran decepción”.
Esperan contundencia y un posicionamiento claro respecto a la figura de la ex presidenta. Pero no lo encuentran. Entonces, sin dudarlo, lo acusan de traidor. La mayoría de las veces sin la brutalidad que está adosada a la pronunciación de la palabra. Una muestra más de la grieta interna que ha modificado la convivencia política en el mundo K.
infobae.com
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