La Santa Sede y China acuerdan prorrogar el acuerdo y lo extienden durante cuatro años en vez de dos

Tal como estaba previsto, la Santa Sede y la República Popular China han acordado prorrogar el acuerdo secreto “sobre el nombramiento de obispos” que rubricaron en 2018 y se renovó en 2020 y 2022. Pero esta vez el pacto se extiende y en vez de dos años tendrá una validez de “un cuatrienio más a partir de la fecha de hoy”.

El comunicado de la Oficina de Prensa del Vaticano dado a conocer este martes afirma que el acuerdo se prorroga “tras oportunas consultas y valoraciones” y “vistos los consensos alcanzados para una fructífera aplicación del Acuerdo Provisional”.

La apuesta del Vaticano es, pues, firme y decidida, a pesar de las críticas que ha suscitado desde su nacimiento, intensificadas en las últimas semanas ante la perspectiva de su renovación, anticipada en abril por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin. Preocupa especialmente la intensificación del control ideológico del partido comunista sobre las estructuras de la Iglesia china, bajo el concepto de ‘sinización‘.

“La parte vaticana”, concluye el comunicado, “mantiene su intención de continuar con el diálogo respetuoso y constructivo con la parte china para el desarrollo de las relaciones bilaterales, para el bien de la Iglesia católica en el país y de todo el pueblo chino”.

Realidades diferentes

Son evidentes las diferencias entre la interpretación que hace el Vaticano sobre la aplicación del acuerdo y las de numerosos otros analistas.

Justo en vísperas de esta tercera renovación del Acuerdo Provisional secreto se daba a conocer un informe de Nina Shea, directora del Centro para la Libertad Religiosa del Hudson Institute, sobre Diez obispos católicos perseguidos en China (PDF). El estudio de esta abogada especializadas en derechos humanos habla de la intensificación de la represión contra dichos prelados, que se han resistido a los intentos del Partido Comunista Chino de controlar la actividad religiosa en sus diócesis.

Las principales fuentes de Shea, aun con reserva de confidencialidad, son el Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME) y la Fundación Cardenal Kung, que salvaguarda el legado del cardenal Ignacio Kung Pin-mei (1901-2000), quien pasó media vida en las cárceles del régimen comunista.

Los obispos cuya situación se expone son:

–José Zen Ze-kiun, cardenal y obispo emérito de Hong Kong, arrestado en 2022 y condenado por supuesta colaboración con la oposición democrática;

–Vicente Guo Xijin, varias veces detenido y obligado a dejar su diócesis en favor de un obispo menos renuente que él a colaborar con las instituciones religiosas del régimen comunista;

–Agustín Cui Tai, detenido cuatro veces desde la firma del Acuerdo, y en paradero desconocido desde 2021;

–Julio Jia Zhiguo, de 90 años, detenido en 2020 poco antes de la primera renovación del acuerdo, y todavía arrestado;

–Tadeo Ma Daqin, detenido en 2012 y sometido a “reeducación”, y que se mantiene bajo arresto domiciliario;

–Pedro Shao Zhumin, detenido seis veces desde la firma del Acuerdo en 2018 por negarse a registrarse con la ‘Iglesia patriótica’;

–Melchor Shi Hongzhen, de 95 años, un cuarto de siglo en arresto domiciliario, y a quien el gobierno comunista reconoció como obispo recientemente para dar un respiro al Vaticano y facilitar la renovación del acuerdo;

–Jaime Su Zhimin, detenido en 1997 y en paradero desconocido desde entonces, creyendo sus familiares que ha muerto;

–José Xing Wenzhi, desaparecido en 2011 y sin que las autoridades hayan dado explicación alguna desde entonces, tampoco desde 2018;

–José Zhang Weizhu, detenido en 2021 cuando se estaba recuperando de una operación a consecuencia de un cáncer, y aún bajo arresto.

Peor desde 2018

Ante esta situación, el Vaticano puede alegar que el acuerdo secreto firmado en 2018 y ahora prorrogado hasta 2028 se refiere solamente al nombramiento de obispos y no define las relaciones entre ambos estados, ni siquiera entre la Iglesia y el estado chino.

Pero lo cierto es, señala Shea, que “la persecución de estos diez obispos es una terrible injusticia, poco conocida en el mundo”, en virtud de la cual “sufren una privación de su derecho fundamental a la libertad religiosa y de otros derechos básicos“. Y que, “por sus creencias religiosas, han padecido sufrimientos físicos y psicológicos”. Además, en la medida en que son representantes de la Iglesia, “la supresión de su ministerio niega también a millones de católicos chinos su libertad religiosa”.

¿Qué impacto ha tenido la firma del acuerdo de 2018? “El acuerdo secreto sobre obispos con China ha llevado a algunos a asumir erróneamente que el Partido Comunista Chino excluye a la Iglesia católica de su actual represión religiosa. Como muestra este informe (PDF), la persecución a estos diez obispos, así como la represión de la Iglesia a la que representan, no ha hecho sino empeorar desde la firma del acuerdo en 2018“.

“Este hecho revela una verdad crucial”, concluye la abogada Nina Shea: “El Partido Comunista Chino reprime masivamente a los musulmanes uyghur, a los budistas tibetanos o a los seguidores de Falun Gong principalmente porque quiere suprimir todas las religiones -incluido el cristianismo- y sustituirlas por el dogma, los valores y las imágenes del Partido“.