A pesar de todos estos obstáculos, los guayaquileños han demostrado una resiliencia notable, que refleja la esencia de la conmemoración.
Las celebraciones por la Independencia de Guayaquil han enfrentado serios desafíos en los últimos cinco años. Un paro nacional, la pandemia del COVID-19, la crisis de violencia e inseguridad, la crisis energética y hasta la pugna entre el presidente de la República, Daniel Noboa, y el alcalde Aquiles Álvarez han dejado una huella visible en la manera en que se conmemoran estas festividades.
En 2019, las celebraciones fueron afectadas por un paro nacional que se extendió por 11 días, entre el 2 y el 13 de octubre. Las protestas, organizadas en rechazo a las medidas económicas del entonces jefe de Estado Lenín Moreno, paralizaron gran parte del país. El Municipio de Guayaquil, entonces liderado por Cynthia Viteri, tuvo que reprogramar su agenda de actividades.
Aunque el Puerto Principal no fue el epicentro del conflicto, la tensión y los bloqueos en carreteras impidieron la movilización de personas y recursos. Durante ese periodo el ambiente estuvo marcado por la incertidumbre política y social del país.
En 2020, en cambio, el impacto de la pandemia fue devastador. A Guayaquil le decían “la Wuhan de Ecuador“.
Ese año, la ciudad cumplió el bicentenario de su independencia. La Alcaldía venía planeando eventos desde 2018, pero todas las prioridades cambiaron a partir del 29 de febrero de 2020, cuando se confirmó el primer caso de COVID-19 en el país.
Según la exalcadesa Viteri, el Municipio tuvo que destinar los USD 35 millones que tenía asignados para las celebraciones a partidas relacionadas con la salud.
Las estrictas restricciones sanitarias -que aún regían para octubre de ese año- obligaron a cancelar casi todos los actos presenciales, incluidos los conciertos. Los pocos desfiles y eventos que hubo fueron reemplazados por versiones virtuales. Y las ferias populares desaparecieron temporalmente. Todo eso, además, afectó profundamente la economía local.
En los años posteriores, la violencia volcó a la ciudad -y al país- a otra pandemia. Y esta es tanto o más cruel que la anterior.
En el marco de las celebraciones por la Independencia de Guayaquil, muchas personas optaron por no participar en eventos nocturnos o en espacios abiertos por temor a la criminalidad.
En 2021 y 2022, el expresidente de Ecuador, Guillermo Lasso, y la exalcaldesa coincidieron en las sesiones solemnes. En sus discursos reconocían que el país y la ciudad libraba una batalla contra las organizaciones criminales.
A esto se sumó la crisis energética que ha sacudido al país en 2023 y 2024. Los constantes cortes de electricidad han afectado la planificación de los eventos de las fiestas de independencia, y han generado frustración entre los organizadores.
Los apagones obligaron a modificar horarios y reducir la escala de varias actividades. En muchos casos, se ha optado por funcionar con generadores eléctricos que no siempre resultan suficientes y elevan los costos de producción.
En el ámbito político, la relación entre el alcalde Aquiles Álvarez y el mandatario Daniel Noboa, ha añadido un nuevo nivel de tensión a las fiestas.
Las diferencias entre ambos líderes ya quedaron reflejadas en octubre del año pasado, cuando Álvarez ya era alcalde y Noboa aún era candidato a la Presidencia. Pese a que el regidor invitó a Noboa a la ceremonia organizada por el Municipio, el aspirante a presidente no fue y eso molestó a Álvarez.
No obstante, la brecha entre el jefe de Estado y el alcalde se extendió aún más este año tras la denuncia que presentó la Administración de Noboa contra el personero municipal, sus hermanos y otros por presunto comercio irregular de combustibles a través de las gasolineras y empresas de los Álvarez.
El caso fue denominado por la Fiscalía General del Estado (FGE) como Triple A y ha derivado en allanamientos, pero todavía no deja detenidos. Adicionalmente, desde el Ejecutivo se ha ordenado no despachar más combustibles a las gasolineras de los Álvarez implicadas en este caso.
El alcalde ha enfatizado que ni el presidente ni los altos funcionarios del Ejecutivo están invitados a la próxima sesión solemne organizada por el Municipio el miércoles 9 de octubre.
Las diferencias entre ambos políticos ha generado una atmósfera de confrontación, que también ha polarizado a la ciudadanía.
A pesar de todos estos obstáculos, los guayaquileños han demostrado una resiliencia notable, que refleja la esencia de la conmemoración.Las fiestas de independencia, aunque han atravesado una etapa de transformación y adaptación debido a factores externos, no han dejado de celebrarse.
ecuavisa.com
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