Las alteraciones que sufren los tejidos cardiacos suponen un reto para los viajes largos, como en el caso de las futuras misiones tripuladas a Marte.
Un grupo de investigadores de instituciones científicas de EE.UU. descubrió que el corazón humano muestra signos de envejecimiento después de pasar apenas un mes en el espacio, lo que proporciona información sobre cómo los prolongados períodos de los vuelos espaciales afectan la salud de los astronautas, informó la Universidad Johns Hopkins.
En anteriores investigaciones se observó que los astronautas presentaron una función reducida del músculo cardíaco y latidos irregulares (arritmias), luego de regresar a la Tierra. Esto se debe a que el sistema cardiovascular no tiene que esforzarse en mantener la sangre en el cerebro, debido a que este fluido se desplaza hacia la cabeza a consecuencia de la ingravidez.
Como resultado, los astronautas experimentan una reducción del volumen de la sangre, así como de la función del corazón y vasos sanguíneos. Sin embargo, cuando retornan a nuestro planeta, la gravedad vuelve atraer sus fluidos corporales hacia abajo.
El corazón sufre cambios por la ingravidez
En un estudio publicado en la revista PNAS se reportaron los cambios que sufrieron 48 muestras de tejido cardíaco humano que permanecieron 30 días a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI).
Los científicos explicaron que los tejidos cardíacos que usaron en el experimento fueron creados a partir de células madre pluripotentes inducidas. Posteriormente, estos tejidos fueron colocados en un contenedor, cuyo tamaño era más pequeño que el de un teléfono móvil, para imitar el entorno de un corazón humano adulto. Dichas muestras fueron enviadas a la EEI en el 2020.
Tras comparar los tejidos que permanecieron en el espacio con otros que estaban en la Tierra, los especialistas encontraron que los primeros presentaron una alteración en sus latidos y un debilitamiento.
Otros hallazgos del experimento
También se halló que las proteínas de las células que ayudan a que los tejidos se contraigan se volvieron más cortas y desordenas, lo que también ocurre en las enfermedades cardíacas. No obstante, los latidos de los tejidos volvieron a la normalidad una vez que regresaron a nuestro planeta.
“Con los planes actuales de misiones tripuladas a Marte y más allá, la necesidad de comprender, prevenir y contrarrestar mejor los efectos nocivos de los vuelos espaciales de larga duración en el cuerpo se está volviendo cada vez más importante”, indicaron los investigadores, quienes informaron que un segundo lote de tejidos cardiacos fueron enviados a la EEI con el propósito de buscar medicamentos que puedan protegerlos de los efectos de la baja gravedad.
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