Francis Ford Coppola lleva trabajando desde principios de los 80 en su nueva y épica película de ciencia ficción y fantasía: Megalópolis.
Tras el éxito de Apocalypse Now, Coppola se sintió fascinado por la historia de Lucio Sergio Catilina, que en el año 63 a.C. intentó derrocar por la fuerza a los cónsules de la República romana, codirigidos por Marco Tulio Cicerón. Este intento de golpe de estado se conoce como la Conjura de Catilina.
Coppola quiso ambientar el conflicto de dos hombres ambiciosos con ideales muy diferentes en el Nueva York moderno, para poder establecer paralelismos entre el principio del fin de la República Romana y los Estados Unidos contemporáneos.
En una sesión de preguntas y respuestas celebrada en Nueva York antes del estreno de Megalópolis el 23 de septiembre, Coppola afirmó: “Hoy, Estados Unidos es Roma, y están a punto de vivir la misma experiencia, por las mismas razones que Roma perdió su república y acabó con un emperador”.
Coppola se empeñó tanto en subrayar las similitudes entre el Imperio romano y Estados Unidos que bautizó a los protagonistas de la película con los nombres de Catilina y Cicerón.
En Megalópolis, Giancarlo Esposito interpreta al alcalde Franklyn Cicero, que dirige la decadente ciudad “Nueva Roma” y choca con el idealista arquitecto Cesar Catilina (Adam Driver). Cuando Catilina recibe permiso para reconstruir la ciudad utilizando Megalon, un material que le permite controlar el espacio y el tiempo, recluta a la hija de Cicerón, Julia (Nathalie Emmanuel), para llevar a cabo una utopía sostenible.
Por qué estaban enfrentados Cicerón y Catilina
La versión romana de Cicerón era “un hombre nuevo en el sentido de que era el primero de su familia en entrar en la política romana”, explica Josiah Osgood, profesor de clásicas en la Universidad de Georgetown (Estados Unidos) y especialista en historia romana.
Catilina era un patricio de familia distinguida. Había luchado junto al general romano Sila, ayudándole a ganar la primera gran guerra civil de Roma, antes de ascender en el escalafón político.
En el año 64 a.C., Catilina se presentó para convertirse en uno de los dos cónsules de Roma. Los cónsules, el cargo público más alto de la República de Roma, desempeñaban un mandato de un año y eran elegidos cada año por la comitia centuriata. Acusado de corrupción, Catilina fue derrotado por Cicerón.
“Normalmente, un hombre nuevo no ganaba el consulado”, añade Osgood.
Catilina, avergonzado y desesperado, volvió a presentarse al cargo de cónsul en el 63 a.C. “Cicerón y él ya eran enemigos acérrimos y Cicerón hizo todo lo que pudo para detener a Catilina”, explica Osgood.
Además, las campañas de Catilina también le habían endeudado. “Las elecciones romanas eran extremadamente caras porque eran extremadamente corruptas”, dice Edward Watts, profesor de Historia de la Universidad de California en Estados Unidos. “Exigían pedir prestado mucho dinero y desembolsar mucho efectivo para intentar comprar el apoyo de la gente. La idea era que si ganabas el cargo de cónsul, podías obtener un mando en algún lugar o gobernar una provincia, y recuperar ese dinero. Pero si perdías, estás metido en un buen lío”.
Lo que hizo que estas derrotas fueran aún peores para Catilina es que, en ese periodo, “eran tiempos complicados para algunas familias antiguas con una profunda historia”, dice Richard Saller, clasicista estadounidense y ex presidente de Stanford. “Catilina resentía a los nuevos advenedizos como Cicerón, contra los que no podía competir a nivel financiero”, añade.
¿Cómo fue derrotado Catilina?
Con Cicerón respaldado por los romanos más ricos que prestaban dinero para obtener sus propios ingresos, Catilina adoptó un mensaje más populista y radical, insistiendo en que cancelaría las deudas y aliviaría la crisis de la deuda. Cuando Catilina perdió otras elecciones, se retiró al norte de Italia, formó un ejército de veteranos de la primera guerra civil y campesinos endeudados, y planeó marchar sobre Roma para poder convertirse en cónsul por la fuerza.
Pero en enero del 62 a.C. fue derrotado por la República en la batalla de Pistoria. El historiador romano Salustio escribiría que “Catilina era despreciable, una verdadera amenaza para la República, que representaba todo lo malo de Roma” por su tendencia a la demagogia, dice Osgood.
Con Megalópolis, Coppola se centró en la ambición de Catilina de liberar a las clases bajas de las deudas para convertirlo en una figura simpática. En su declaración como director de la película, Coppola explica: “Me pregunté si la representación tradicional de Catilina como “malvado” y Cicerón como “bueno” era necesariamente cierta… Puesto que es el superviviente el que siempre cuenta la historia, me pregunté, ¿y si lo que Catilina tenía en mente para su nueva sociedad era un realineamiento de los que estaban en el poder, y podría incluso haber sido de hecho “visionario” y “bueno”, mientras que Cicerón quizá podría haber sido “reaccionario” y “malo”?”.
Saller reconoce que los relatos de la conspiración de las Catilinarias están “centrados en Cicerón” y “desde el punto de vista de un historiador hay razones para pensar que hay sesgos.”
En 1969, Robin Seager argumentó que “Cicerón realmente fabricó la conspiración y empujó a Catilina a recurrir a la violencia, pero su opinión no es ampliamente aceptada”, añade Saller.
El mensaje de Coppola para una época moderna
Tras la conspiración de las Catilinarias, Cicerón tuvo que exiliarse brevemente por la forma en que administraba justicia a los golpistas, en particular matando a asociados de Catilina sin juicio previo. La conspiración puso de manifiesto la extensión de la pobreza y el endeudamiento en la sociedad romana, creó un clima de paranoia en el Senado y, en última instancia, se considera el primer paso hacia las Guerras Civiles que acabaron con la República y dieron paso al Imperio en la Antigua Roma.
Tanto Watts como Osgood pueden ver algunas similitudes entre la República romana tardía y la retórica política actual de los EE.UU. “Creo que se ha producido una importante pérdida de confianza en la integridad de los sistemas”, afirma Watts.
Pero Saller se muestra escéptico ante tales paralelismos. “La situación constitucional en EE. UU. y Roma son muy, muy diferentes. Una de las cosas que Roma no tenía era nada parecido a nuestro Tribunal Supremo. Independientemente de los problemas que podamos pensar que tenemos con nuestro Tribunal Supremo actual, la República Romana no tenía ninguna forma institucional de resolver las diferencias entre los principales generales senatoriales en su pugna por el poder.”
En última instancia, Esposito cree que Megalópolis es un cuento con moraleja: “Hay una frase en la película: ‘No dejes que el ahora destruya el siempre’. Es un pensamiento muy poderoso para tener ahora mismo. La película es una llamada a la esperanza, a que pensemos más allá de nosotros mismos”.
National Geographic
Fuente de esta noticia: https://www.nationalgeographic.es/historia/2024/09/megalopolis-conjura-catilina-hechos-reales-antigua-roma-inspiraron-francis-ford-coppola
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