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Lun. Nov 18th, 2024
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Imagen Cortesía- Yariv Bokor

Yariv Bokor, un ingeniero de sistemas israelí de 49 años, fue encontrado muerto en circunstancias inquietantes en un lujoso apartamento en el exclusivo barrio El Poblado de Medellín. A 48 horas del hallazgo, las causas de su deceso siguen sin esclarecerse, lo que ha generado una ola de interrogantes sobre su vida y sus actividades. Bokor estaba vinculado a Sandvine, una empresa canadiense envuelta en escándalos internacionales de espionaje, y a la controvertida compañía israelí NSO, conocida por haber vendido el software espía Pegasus al gobierno de Iván Duque.

El cuerpo inerte de Bokor fue hallado en el baño de su apartamento, en medio de vidrios rotos y manchas de sangre, lo que ha levantado sospechas de que pudo haber ocurrido un hecho violento antes de su muerte. Algunos vecinos reportaron haber escuchado gritos y sonidos que sugieren una pelea, aunque otros no percibieron ninguna anomalía. Lo único claro es que Bokor dejó de responder a su celular el martes, el mismo día en que aparentemente falleció.

Este hallazgo sacudió a la comunidad local, pero el impacto del caso va mucho más allá. La vida de Bokor en Medellín no era la de un simple ingeniero expatriado. Según la investigación realizada por El Tiempo (periódico local ), el israelí era propietario de tres apartamentos en el mismo edificio donde fue encontrado su cadáver y había fundado hace una década una empresa de consultoría tecnológica en Medellín, la cual cerró al poco tiempo sin registrar actividad comercial. Este detalle aparentemente trivial cobra relevancia al descubrirse los vínculos de Bokor con Sandvine, una compañía que ha estado en el centro de varias controversias globales por su papel en actividades de espionaje y violaciones de derechos humanos.

Sandvine, una firma de inteligencia informática con sede en Ontario, Canadá, ha sido acusada por el gobierno de Estados Unidos de proporcionar herramientas tecnológicas que facilitan la censura, el monitoreo masivo en internet y el acoso a opositores políticos y periodistas en al menos 16 países, incluidos Rusia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, y Turquía. Las acusaciones incluyen la instalación de software espía y el bloqueo de noticias para sofocar la disidencia. Uno de los casos más notorios fue el de Ahmed Altantawy, un candidato opositor a la presidencia de Egipto, cuyo teléfono fue intervenido con malware proporcionado por Sandvine.

Lo que hace más turbia la situación es la conexión de Sandvine con la empresa israelí NSO, creadora de Pegasus, el software espía que ha sido ampliamente utilizado para espiar a periodistas, políticos y activistas en todo el mundo. Pegasus, que ha sido señalado por su rol en violaciones de derechos humanos, fue adquirido por el gobierno colombiano durante la administración de Iván Duque, una operación que habría involucrado el pago de 11 millones de dólares en efectivo, transportados en un jet privado hacia Israel. El vínculo entre Sandvine y NSO reside en su propietario en común: Francisco Partners, una firma de capital privado que controló ambas compañías en distintos momentos.

En 2017, Francisco Partners adquirió Sandvine, la cual ya estaba en el ojo del huracán por sus actividades en varios países autoritarios. Simultáneamente, esta firma también poseía el 65% de NSO, hasta que, en 2019, vendió la mayoría de sus acciones a los fundadores de NSO en una compleja transacción que incluyó la entrada en Novalpina Capital, un fondo de inversión inscrito en la bolsa de Londres. Este trasfondo financiero y empresarial ha complicado aún más la investigación sobre la muerte de Bokor.

Lo que sorprende es que, a pesar de ser un ingeniero de sistemas, Bokor poseía un patrimonio significativo que no concuerda con los ingresos típicos de alguien en su campo. Según registros de Estados Unidos, Bokor tenía propiedades en áreas exclusivas como West Palm Beach en Florida, y direcciones en Nueva York y Los Ángeles, todas ellas en zonas de alto valor. Este desajuste entre sus supuestos ingresos y su estilo de vida ha despertado sospechas sobre sus actividades reales en Colombia y el papel que jugaba dentro de la red de inteligencia cibernética global.

Desde 2016, Bokor había trabajado oficialmente para Sandvine, según su perfil en LinkedIn, pero su muerte ha abierto nuevas preguntas sobre las razones por las que un ingeniero con acceso a información tan sensible estaba viviendo en Colombia. ¿Podría haber estado involucrado en alguna actividad encubierta en la región? ¿Qué papel desempeñaba exactamente dentro de Sandvine, una empresa acusada de participar en actividades ilícitas en al menos tres continentes?

Las autoridades colombianas aún no han emitido declaraciones oficiales sobre el curso de la investigación. Sin embargo, la escena del crimen sugiere que Bokor no murió por causas naturales. Mientras tanto, la muerte de este ingeniero israelí no solo deja un vacío en la comunidad internacional de inteligencia, sino que también despierta preocupaciones sobre la penetración de redes de espionaje en América Latina y la complicidad de gobiernos en la adquisición y uso de herramientas tecnológicas que violan derechos fundamentales.

El misterioso caso de Yariv Bokor plantea más preguntas que respuestas. ¿Por qué vivía en Medellín un ingeniero asociado con una empresa que ha sido sancionada por Estados Unidos? ¿Cómo llegó a poseer propiedades de lujo en varias partes del mundo? ¿Estaba involucrado en actividades más allá de su rol como ingeniero? Y, lo más inquietante, ¿qué papel jugó en la conexión entre Sandvine, NSO y la operación de espionaje Pegasus en Colombia?

A medida que avanza la investigación, el caso de Bokor se perfila como una trama digna de un thriller de espionaje internacional, que podría desvelar conexiones ocultas entre el poder, la tecnología y el control global. La muerte de Bokor en Medellín podría ser solo la punta del iceberg de una red mucho más compleja que aún no ha sido totalmente expuesta.

carloscastaneda@prensamercosur.org


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