En la búsqueda de su hospedero, los mosquitos no se guían por una sola señal.
Una investigación dirigida por científicos de la Universidad de California en Santa Bárbara (UCSB), en EE.UU., descubrió que los mosquitos utilizan la detección infrarroja para rastrear a sus hospederos. Esta técnica termográfica, que identifica la temperatura corporal, era uno de los mecanismos de caza fundamentales de la criatura extraterrestre protagonista de la película ‘Depredador’ (‘Predator’) de 1987.
“El mosquito que estudiamos, ‘Aedes aegypti’, es excepcionalmente hábil para encontrar huéspedes humanos”, afirma el biólogo molecular de la UCSB y coautor de la investigación, Nicolas DeBeaubien. Se sabe que esta habilidad excepcional de los mosquitos para rastrear a sus presas involucra mecanismos olfativos de detección del dióxido de carbono (CO2) en nuestro aliento y ciertos olores corporales.
Sin embargo, partiendo de que la visión de los mosquitos no es muy buena y que los olores pueden ser poco fiables si hay viento o el huésped se está moviendo, el equipo científico sospechó que la detección termográfica por infrarrojos podría ofrecer a los insectos una ayuda fiable para encontrar su alimento.
Responden a una combinación de señales
Los investigadores grabaron videos cortos del comportamiento de búsqueda de huéspedes de mosquitos hembras contenidos en jaulas expuestas a una variedad de hospederos ficticios. Estos estaban representados por combinaciones de placas termoeléctricas, CO2 a la concentración del aliento humano y olores humanos. A algunos de los mosquitos se les presentó una placa termoeléctrica ajustada a la temperatura promedio de la piel humana de 34 grados Celsius, que servía como fuente de radiación infrarroja, mientras que a otros se les ajustó la placa una temperatura de 29,5 °C que no emite rayos infrarrojos.
El comportamiento de búsqueda queda evidenciado cuando “un mosquito aterriza, camina y extiende su probóscide a través de la malla de la jaula, lo que recuerda a una hembra que aterriza sobre un humano y luego camina mientras toma muestras de la superficie de la piel con su labelo”, señalaron los investigadores.
Ninguna de las señales por sí solas (CO2, olor o infrarrojos) logró despertar el interés de los mosquitos, pero la aparente sed de sangre de los insectos se duplicó cuando se añadió el factor infrarrojo a una configuración con solo CO2 y olor. “Una sola señal no estimula la actividad de búsqueda de hospedero. La radiación infrarroja solo marca una diferencia en el contexto de otras señales, como el aumento de CO2 y el olor humano”, afirmó el neurobiólogo de la UCSB Craig Montell, quien dirigió la investigación.
Los científicos eliminaron el gen de la proteína sensible a la temperatura TRPA1, que se encuentra en sus antenas, y los mosquitos no pudieron detectar los rayos infrarrojos. De esta manera confirmaron que ella forma parte fundamental de sus sensores infrarrojos.
¿Cómo defendernos mejor?
Los hallazgos ayudan a explicar por qué los mosquitos parecen particularmente atraídos por la piel expuesta y por qué la ropa holgada (a través de la cual se disipan los rayos infrarrojos) es una capa de invisibilidad tan eficaz contra ellos. Estos resultados, además, podrían conducir al desarrollo de trampas que utilicen la radiación térmica de la temperatura de la piel como cebo.
“A pesar de su diminuto tamaño, los mosquitos son responsables de más muertes humanas que cualquier otro animal”, precisa DeBeaubien. “Nuestra investigación mejora la comprensión de cómo los mosquitos atacan a los humanos y ofrece nuevas posibilidades para controlar la transmisión de enfermedades transmitidas por mosquitos“, añade. Los resultados de esta investigación se publicaron recientemente en Nature.
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