A miles de kilómetros de distancia, Rusia centra la mira en incrementar y fortalecer su presencia en Latinoamérica. El objetivo es “erosionar las instituciones democráticas y conseguir los apoyos necesarios para empujar a la región hacia un totalitarismo militar y consolidar un nuevo orden geopolítico mundial”, dijo a Diálogo Douglas Farah, experto en seguridad nacional y crimen organizado.
La más visible estrategia para llevar a cabo su cometido asegura Farah, son las campañas de desinformación. A través de medios de comunicación afines al Kremlin, como Actualidad RT y Sputnik Mundo, y mediante alianzas con canales estatales de la región, influencers y diversas plataformas de redes sociales como X, Facebook e Instagram, incluyendo el uso de “bots”, Rusia difunde de manera constante y masiva falsas narrativas. Un ejército invisible que ha tenido significante impacto en Latinoamérica, pero ausente en los debates públicos donde escasea una conciencia acerca de los objetivos de la estrategia comunicativa rusa en la región. Análisis que Diálogo expuso en la primera parte de este reportaje.
Estas campañas de desinformación son sólo una muestra de los esfuerzos rusos para influenciar en la región.
Farah, quien ha investigado los pasos de Rusia en Latinoamérica durante las últimas dos décadas, asegura que Moscú está comprometido en un conjunto de objetivos estratégicos mucho más amplios. Actividades rusas que van desde distribución de la más alta tecnología en vigilancia y espionaje, pasando por el reclutamiento de personas, inversiones estratégicas y hasta una permanente presencia militar. Estas operaciones hoy más que nunca representan una amenaza para la democracia y estabilidad de Latinoamérica y merecen una urgente revisión y exposición.
Chile: la red NK SESLA
Desde hace más de dos décadas una red de inteligencia rusa ha venido operando en Chile bajo el paraguas del Comité Nacional para la Cooperación Económica con los Países Latinoamericanos (CN CEPLA) o mejor conocida por sus siglas rusas, NK SESLA. Esta red está dirigida por altos ex funcionarios de los servicios de inteligencia soviéticos, que proporcionan capacidades especializadas de criptología y vigilancia en toda la región.
Creada en 1998 y establecida en la capital chilena la NK SESLA organiza reuniones con empresarios, asociaciones y oficinas comerciales, para promover las inversiones de Rusia con la región. “Tienen una agenda muy apretada de eventos y conferencias que utilizan para reclutar personas interesadas en hacer negocios con ellos. Los invitan a Moscú donde les enseñan los mercados y les venden oportunidades de negocios”, comentó Farah.
Pero detrás de esta maniobra de poder blando, se esconde una más oscura. “Bajo el supuesto de fomentar asociaciones económicas, esta red ha puesto a disposición de los países de la región múltiples sistemas de la más avanzada y sofisticada tecnología de vigilancia estatal rusa, hoy responsables de aumentar la capacidad represiva de regímenes autoritarios como Venezuela, Cuba y Nicaragua”, afirma Farah.
Ejemplo de ello es la herramienta de vigilancia estatal rusa conocida como Sistema para Actividades Operativas de Investigación (SORM), anota Farah. “A través de este programa los operadores pueden vigilar, interceptar y rastrear transacciones con tarjetas de crédito, el correo electrónico, llamadas telefónicas y mensajes de texto por WhatsApp, o cualquiera otra conversación a través del uso de las redes Wi-Fi”. Una tecnología que, además, cuenta el experto, “permite el almacenamiento de la información por varios años y la posibilidad de crear un perfil en Internet de cada una de las personas que están siendo vigiladas”.
La avanzada plataforma utilizada por el Kremlin y otras antiguas naciones soviéticas, disponible hoy y en uso en algunos países de la región, se ha convertido en una amenaza latente para la población, alertó Farah. “Más allá de la capacidad de espiar y monitorear de una manera ilegal y antidemocrática esta tecnología ha permitido el encarcelamiento y desaparición de líderes opositores”.
Clara muestra de ello fue el asesinato de más de 300 líderes estudiantiles en Nicaragua durante las protestas que estallaron en abril de 2018 y que pedían la dimisión de Daniel Ortega. Una masacre que, asegura el experto, fue posible con el uso de SORM-3, la más avanzada de las tres versiones del sistema de vigilancia ruso. “Cuando era un movimiento orgánico de jóvenes universitarios el régimen de Ortega-Murillo monitoreó las conversaciones vía WhatsApp de los estudiantes e identificó de manera rápida y segura quienes estaban detrás de las convocatorias, y los mataron en dos semanas”.
Una sofisticada, pero sobre todo amenazante y peligrosa tecnología rusa que se mueve en el mercado libre y que ha llegado no solo a manos de gobiernos autoritarios, sino también a otros grupos políticos, asegura Farah, o más preocupante aún, a manos de grupos armados al margen de la ley. “Esto explica la capacidad tan alarmante que tienen hoy los grupos ilegales de interceptar información. Rusia está equipando a todos los enemigos de la democracia. En términos de vigilancia, Moscú amenaza hoy más a la región que China”, alertó Farah.
La cara detrás de la máscara NK SESLA
Por casi 10 años esta red de tecnología rusa operó en la región bajo la sombra, hasta que en el 2016 un grupo de investigadores liderado por Farah, la desenmascaró. “La antigüedad de sus miembros, y documentos que encontramos en su página web en ruso autorizando a algunos miembros de la organización a actuar en nombre de los servicios de inteligencia y el ejército ruso, reveló que poco tenía que ver esta organización con el comercio regional y que Chile era la base de todo lo que hacía Rusia que no se ajustaba a las reglas netamente diplomáticas en Latinoamérica”, reitera Farah.
Dentro de los miembros más importantes de la red se encontraba su fundador y exdirector, Aleksandr Vladimirovich Starovoitov. Starovoitov fue general de división de la KGB y oficial del ejército soviético, y fue también el primer director de la Agencia Federal de Comunicaciones e Información Gubernamental (FAPSI), heredera de la KGB soviética encargada de gestionar toda la inteligencia electrónica estatal, hoy parte de los Servicios Federales de Seguridad (FSB), el principal servicio de inteligencia civil de Rusia.
En 1998 se mudó a Chile y fundó NK SESLA. “En ese entonces nadie estaba mirando hacia Chile, así que aterrizó en la capital chilena como hombre de negocios sin levantar sospecha”, comentó Farah. Y así fue, por casi dos décadas operó bajo el radar como el hombre de Rusia en Latinoamérica, desde donde a la vez hacía de director de TsITis (Instituto central de información y comunicación), filial de FAPSI, y director general del Centro Internacional de Informática y Electrónica (InterEVMS), un consorcio para-estatal de ciencia y tecnología e información. En el 2021 falleció y su muerte fue anunciada en todos los medios rusos incluyendo Sputnik Mundo. “Fallece en Moscú una importante figura en las relaciones Rusia-Latinoamérica”, tituló el medio.
Pero ni las denuncias sobre esta red, ni el fallecimiento de su fundador y director, han sido suficiente para disolver la organización, que se encuentra hoy bajo la dirección de Tatiana Mashkova, portavoz de Putin en Latinoamérica, asegura Farah. “Mientras que esta red exista, Chile continuará siendo el corazón de los esfuerzos antidemocráticos y represivos del estado ruso en América Latina”, comentó el analista.
Ojo con Nicaragua
Aunque no menos disfrazada, si más visible es la presencia rusa en Nicaragua. Daniel Ortega, quien dirigió la insurgencia marxista y fue aliado incondicional de la Unión Soviética durante la década de los 1980, no ha dudado en expresar abiertamente su apoyo a Rusia. “Queremos reiterar que Nicaragua es el aliado estratégico de Rusia en Centro América y debemos ser considerados la plataforma regional de Rusia en todos los campos y facilitaremos todo lo que esté en nuestras capacidades”, fueron las palabras de Laureano Ortega Murillo, asesor presidencial e hijo de Daniel Ortega y Rosario Murillo, el pasado mes de diciembre durante la celebración del Día de la Amistad entre Rusia y Nicaragua.
Dos meses después, la Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó un acuerdo entre ambas naciones para la instalación de un centro de Instrucción Policial, supuestamente para impulsar la “recapacitación y superación profesional de la actividad policial nicaragüense”. Un acuerdo que no tardó en desatar dudas sobre las verdaderas intenciones detrás de esta cooperación. “Lo que estamos viendo no es más que otro eslabón dentro de los esfuerzos de Moscú para convertir a Nicaragua en el centro de la inteligencia y el espionaje ruso en la región”, indica Farah.
Eslabones del espionaje
- Presencia y apoyo militar
En junio de 2023 Nicaragua dio luz verde a la entrada de aeronaves y militares procedentes de Rusia como medida de “intercambio y asistencia humanitaria en beneficio mutuo, en caso de emergencia”. Sin embargo, a criterio de Farah, la etiqueta de “asistencia humanitaria” no es más que un disfraz para justificar la presencia de tropas militares rusas que ya están en terreno nicaragüense. “Por un error en el sistema sandinista, pudimos identificar que desde el 2017 hay una presencia fija de entre 300 y 400 militares rusos en Nicaragua que no están bajo observación, nadie sabe lo que hacen, pero están ahí”, agrega Farah.
Aunque rotan cada seis meses, el número global se mantiene aseguró Farah quien además no duda en denunciar la posibilidad de una base militar rusa en territorio nicaragüense. “Si bien no con la capacidad de lanzar operativos desde ahí, si existe una estructura en Puerto Sandino para mantener una presencia permanente de militares rusos ahí, lo que lo convierte técnicamente en una base militar”.
Por su parte, Moscú ha entregado financiamiento para el fortalecimiento y modernización del Ejército nicaragüense, lo que a criterio de Farah ha permitido a Ortega mantenerse en el poder. “El régimen de Ortega Murillo no cae por el apoyo que recibe de Rusia, los tanques que tienen, la artillería militar, no son para una guerra en Centroamérica, sino para rodear el palacio y proteger a Ortega”.
- La otra cara del centro
Otro importante avance estratégico que ha alcanzado el Kremlin en Nicaragua es el Centro de Capacitación del Ministerio del Interior ruso en Managua. Este centro que está bajo el mando del Teniente Coronel de la Policía rusa Oleg Surov, se inauguró en el 2014 bajo el supuesto de apoyar la lucha contra el narcotráfico, pero no fue sino hasta el 2017 que abrió sus puertas.
Según las investigaciones de Farah, para el 2019 cerca de 270 oficiales habían recibido algún tipo de formación, pero no sobre lavado de activos y narcotráfico según se anunció públicamente, sino sobre técnicas de espionaje. “La única influencia rusa para combatir el narcotráfico en la región es para proteger las rutas que le convienen al régimen de Putin”, manifiesta y añade que “han utilizado este lenguaje para darle legitimidad a un centro en donde forman oficiales sobre tácticas de vigilancia y represión”.
Dentro de las denuncias en contra de este centro se encuentra la participación en la represión de las protestas de 2018. Según Farah, a través de un curso que se tituló “Medios y métodos modernos para combatir el extremismo y el terrorismo”, un grupo selecto de policías nicaragüenses recibió capacitación sobre técnicas de vigilancia digital y electrónica. Técnicas que junto con la tecnología rusa en manos del régimen de Ortega-Murillo, fue la responsable de la brutal represión, condenó el experto.
Señalamiento que aceptó el régimen de Ortega-Murillo cuando, durante el acto de 44 aniversario de la Policía en septiembre de 2023, Ortega condecoró al Teniente General ruso Oleg Anatolyevich Plokhoi, y admitió que el centro militar ruso instalado en Nicaragua apoya al régimen para reprimir a la ciudadanía. “Están aquí para colaborar como lo han venido haciendo con un centro que está instalado aquí en Nicaragua desde donde los hermanos de la Federación Rusa, los militares especializados en la materia, realizan cursos (…) para enfrentar mejor a los golpistas”, fueron las palabras que públicamente manifestó Ortega.
Cabe destacar que más allá de formación a miembros de la policía nicaragüense, este centro sirve de entrenamiento a los más de 300 militares rusos con presencia permanente en Nicaragua, afirma Farah, quién además alerta sobre el uso de esta infraestructura para el espionaje y vigilancia ruso en la región.
Farah quien dio a conocer a través de su investigación que cerca de 150 policías nicaragüenses ya han sido adiestrados en territorio ruso, señala que parte de las labores de Surov son la selección de policías nicaragüenses para ser enviados a Rusia y recibir formación directamente desde allá. “Moscú busca reclutar agentes que no solo estén familiarizados con su sistema de espionaje y vigilancia, sino que además sean leales y puedan operar en Nicaragua y toda la región”, condenó Farah.
- GLONASS
La lupa también está puesta en la estación terrestre GLONASS, la versión rusa del GPS estadounidense para navegación satelital, que Rusia instaló en 2016 en la zona de la laguna de Nejapa, y a muy poca distancia de la Embajada de los Estados Unidos en Managua.
“El acuerdo es que nosotros cedemos el espacio aéreo para que pasen los satélites. Van a pasar cinco satélites rusos, de 25 que vienen detrás para que no haya descubierto nunca un minuto de Nicaragua de observación satelital, pero para servicios sociales y desastres naturales (…)”, señaló en abril de 2016, Orlando Castillo, entonces director del Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor), durante su inauguración.
Un año más tarde, Castillo afirmó que “el sistema GLONASS contribuirá también en el combate al narcotráfico y el crimen organizado”, informó el diario guatemalteco Libre Prensa. Pero desde entonces, no se conoce operación antidroga en la que haya participado y más allá de funciones civiles hay indicios de que sus fines no son otros que la vigilancia.
“Ha habido demasiado secretismo en torno a ella” dice Farah, quien considera cuestionables el nivel de transparencia en la construcción y la gestión de la base. “No hay información sobre el costo de las instalaciones, todo el trabajo estuvo a cargo de militares rusos, y su acceso está totalmente restringido”, añadió el analista.
Situación que contrasta con las cuatro bases GLONASS en territorio brasileño, gestionadas con transparencia y fácil acceso. La de Nicaragua por el contrario permanece cerrada y entran y salen rusos de manera constante y permanente. “Todo hace parte de un paquete de movimientos rusos bajo la sombra para convertir a Nicaragua en una esfera de espionaje militar”, dijo Farah.
Dentro de este paquete de secretismos, también se encuentra el Instituto Latinoamericano de Biotecnología Mechnikov, que tuvo una millonaria inversión de Rusia. Este centro se inauguró en el 2017 para llevar a cabo la producción de vacunas, sin embargo, no ha producido ninguna hasta el momento. “Pudimos monitorear la entrada y salida de camiones, ninguno de ellos con vacunas. Nadie sabe que pasa ahí adentro, lo que sí sabemos es que es otro de los objetivos rusos”, advierte el experto.
Paraguay: sorpresa preocupante
Las incursiones económicas de Rusia en Latinoamérica, si bien son pequeñas, también han venido cobrando cierta importancia especialmente desde el punto de vista estratégico. “Desde energía hidroeléctrica hasta intereses en criptomonedas en Uruguay y Venezuela, pasando por petróleo en Argentina, todo hace parte del juego de Rusia para sobrevivir a las sanciones económicas”, subraya Farah.
Asimismo, desde economías pequeñas hasta la más grande de la región, han ido cayendo en cierta dependencia comercial con Moscú lo que ha creado un nivel de incentivo recíproco para eludir sanciones internacionales. “Casi el 100 por ciento de los plátanos ecuatorianos se venden a Rusia, y Brasil cada vez más necesita de los fertilizantes rusos”, aclaró Farah.
Estrecha relación comercial que le da poder a Rusia para aplicar una política coercitiva si así lo quisiera. “Al establecer dependencias económicas, Rusia puede ejercer una influencia significativa en las políticas y decisiones nacionales de estos países”, aclaró Farah.
Ejemplo de ello fue el golpe que sufrió la economía de Paraguay tras la invasión rusa a Ucrania. Según publicó el diario paraguayo La Última Hora, Rusia, uno de los mercados más importantes para la exportación de carne y granos paraguayos, redujo sus compras porque Paraguay hizo unas declaraciones pro-Ucrania. Las exportaciones de carne paraguayas a Rusia pasaron de 3700 toneladas a en 2021 a 1300 a diciembre de 2022.
Y es precisamente Paraguay donde Rusia ha puesto el ojo de sus inversiones estratégicas. Según información a la que tuvo acceso Diálogo, Rusia controlaría hoy cuatro de los puertos más grandes de exportación. “Se han apropiado de una importante zona fluvial”, comentó Farah.
En agosto de 2015 el gigante ruso del transporte de cereales Sodrugestvo Group adquirió el 60 por ciento de las acciones de GICAL S.A., propietaria de la mayor cadena de terminales portuarias fluviales de Paraguay, que pertenece a la familia Giménez. Con la compra, el Grupo Sodrugestvo y GICAL formaron una nueva sociedad conjunta en Paraguay llamada South American River Company S.A. (SARCOM).
Hoy, con sede en Asunción, SARCOM opera y ha ampliado cuatro terminales fluviales en San Antonio, Hohenau, Concepción y Rosario, en los canales de los ríos Paraná y Paraguay. Pero aún hay más. En marzo de 2019 SARCOM, representada por Alexander Lutensko, director general de Sodrugestvo y presidente de la junta de SARCOM, anunció la apertura de una nueva instalación de almacenamiento en el puerto de San Antonio, capaz de almacenar 70 000 toneladas métricas de soja, trigo y maíz, así como harina de trigo y maíz.
Pero más allá de buscar ser el acopio más grande de granos, inquieta las intenciones estratégicas detrás de estos avances marítimos rusos. “No sabemos realmente que pasa en esos puertos porque no tenemos acceso, está prohibido, nadie sabe a ciencia ciertas que pasa ahí adentro”, alertó Farah.
Aviso a la región
El ascenso de Rusia en Latinoamérica, si bien dice Farah no es alarmante, inquieta. “América Latina deberá protegerse ante la avanzada rusa porque está en juego todo lo que ganó durante la Guerra Fría. El objetivo de Moscú es fracturar los valores hemisféricos que por años han sido un denominador común en la región y remplazarlos por una mezcla tóxica de valores antidemocráticos, corrupción estatal y un populismo que se basa en modelos autoritarios y no descansarán hasta lograrlo”, comentó Farah.
“Influencia maligna” dice el experto que además trae consigo riesgos de amenazas militares y de seguridad. “Ya estamos viendo que cuando el Estado empieza a fallar, que es lo que busca Rusia, entran otros actores como las redes criminales transnacionales que ya están llegando a la región exacerbando la violencia en el continente”.
Lo evidencia la escalada de violencia que vivió Ecuador a comienzos de año. “Ecuador pasó de tener una tasa de homicidio de 6 por 100 000 en 2018 a 42 en 2023, un incremento que responde a la entrada de grupos criminales provenientes de Rusia, Turquía, Albania, Montenegro”, comentó Farah.
Ante esta creciente amenaza Farah se dirige a las democracias de la región para que fortalezcan la cooperación, reconozcan y comprendan la naturaleza de lo que representa la presencia rusa en Latinoamérica. “Hay que dejar de subestimar lo que significa Rusia para la estabilidad de la región y fortalecer alianzas que permitan contrarrestar las actividades rusas y los riesgos que plantea”, recalca el experto en seguridad nacional y finaliza con un contundente llamado de alerta a los países de la región: “Tener mucho cuidado, estamos ante una Rusia que se siente mucho más poderosa que hace unos meses y en base a eso está empezando a buscar alianzas en la región, empujando cada vez más a que los países de América Latina, de derecha o izquierda, aproximen sus políticas de gobierno a los intereses rusos”.
Laura Solano
Fuente de esta noticia: https://dialogo-americas.com/es/articles/el-peso-de-la-influencia-rusa-en-latinoamerica-parte-ii/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=el-peso-de-la-influencia-rusa-en-latinoamerica-parte-ii
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