Así está titulado el último libro del politólogo alemán Marcel Dirsus. Para escribir este trabajo, Dirsus extrajo experiencias cercanas de golpistas, disidentes, militares y otros actores relacionados a regímenes tiránicos y de este modo explica con detalle que los tiranos aparentan invencibilidad, pero todos están condenados a vivir con miedo y, finalmente, son derribados.
Esta columna no pretende describir el extraordinario texto, sino comentar varias lecciones y datos estadísticos que entrega.
¿Cómo se sostienen los dictadores?
En primer lugar, Dirsus comenta que dos tercios de los dictadores que pierden el poder terminan en prisión, en el exilio o muertos. Por lo tanto, para ellos es una gran apuesta aferrarse al poder porque, en ausencia de este, las opciones de salidas no son paradisíacas.
En segundo lugar, el politólogo alemán señala que los regímenes dictatoriales proyectan la imagen de ser refugios o escenarios de estabilidad, pero internamente actúan como paranoicos porque saben que tienen enemigos en todos lados, no saben en quién confiar, no saben quién les dice la verdad o quién está conspirando para derrumbarlo (militares, familiares, asesores y élites protegidas por el propio dictador).
Por otra parte, también explica claramente que los dictadores se mantienen con el apoyo de pequeños grupos leales (básicamente fuerzas militares y policiales) y que, por tanto, ellos deben premiarlos frecuentemente con dinero fresco o ascensos rápidos (solamente ver cuánto generales tiene Venezuela en comparación a la OTAN u otros países de la región).
Adicionalmente, los dictadores se sostienen por decisiones milimétricas, es decir, son individuos actuando permanentemente con miedo porque tienen bajo margen de error y están ocultando las tensiones internas para conservar felices a quienes tienen las armas en su poder. Pues, recordemos que los dictadores solo están gestionando fragilidades persistentemente, por ejemplo, guerras civiles, golpes de Estado, invasión extranjera, rebeliones guerrilleras, etc. Cualquier paso en falso, cualquier viento los tumba.
Asimismo, Dirsus plantea que los dictadores tienen poca disposición a renunciar porque se encuentran en la dinámica de la trotadora, esto es, una vez que te montas en una de esas máquinas, simplemente debes mantenerte corriendo (pensar en criminales o jefes de carteles que deben mantenerse en el negocio por la enorme estructura del mal que construyen, por el gusto al poder y, definitivamente, porque la huida es una muerte segura), no tienes salidas seguras.
Seguidamente, el libro ofrece unos números grises sobre la posibilidad de lograr la democracia por la vía de los levantamientos populares: solamente 17% es expulsado del poder de este modo.
Además, Dirsus señala que, desgraciadamente, solo 20% de los países que logran derrocar a los dictadores inmediatamente construyen democracias, en consecuencia, es más probable que asuma el poder otro tirano (similar a lo que encuentra la profesora Erica Frantz, quien señala que, entre 1950 y 2012, más de 60% de los 473 líderes autoritarios que perdieron el poder fueron sacudidos por personas al interior de la dictadura).
¿Y cuándo se involucran otros países? Considerando el último siglo, cuando Estados Unidos participó en los esfuerzos para lograr un cambio de régimen dictatorial a uno democrático, solamente en el 11% de los casos fue posible alcanzarlo.
El juego sigue abierto
En síntesis, Dirsus plantea que la clave para derrotar a estos crueles y brutales personajes de la historia es una combinación de esfuerzos que debiliten al dictador (protestas organizadas, legitimación de la oposición, cortes diplomáticos, sanciones, entre otros), acercarse a quienes lo rodean (proponer suficientes incentivos a los militares, consejeros y agentes del poder para que estimen que ahora no quieren estar en el lado perdedor del dictador) y fortalecer a la sociedad civil en su lucha organizada.
Nada fácil, nada simple. Recordemos que, en el caso de Venezuela, se ha aplicado mucho de lo anterior (a veces combinado, otras veces disperso) y lo que hemos visto es que las fuerzas militares prefieren seguir sumisas a un dictador en vez de respetar las reglas democráticas. Creo que, en este último punto, se juega el éxito de una eventual transición a la democracia: si los militares siguen jurando lealtad a un tirano en lugar de ser leales a la Constitución, definitivamente nuestro país no recuperará la democracia en un buen tiempo.
De cualquier modo, el juego sigue abierto, el conflicto político se mantiene ardiendo y, como todas las dinámicas políticas-sociales, no hay bolita de cristal mágica.
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Oscar Morales Rodríguez
Fuente de esta noticia: https://efectococuyo.com/opinion/como-caen-los-tiranos/
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