En aquel tiempo no había alguien que pudiera cultivar el suelo, y aún no llovía. Vemos en este versículo que no había necesidad de la lluvia para que la tierra fuera fértil y los árboles dieran su fruto.
En términos de hidrología, o estudio del agua, es probable que en este pasaje se esté hablando de corrientes subterráneas, las cuales son masas de agua que pasan por un intersticio de gran tamaño, como una cueva o una caverna. Una de estas corrientes subterráneas es el llamado “océano de agua dulce”, que regaba la tierra de forma cíclica.
Podemos entender mejor esta magna obra de ingeniería hidráulica divina con la descripción de cuatro ríos que están presentes en el versículo 11; estos riegan el jardín y la región que lo rodea en forma de inundaciones cíclicas. Esto también coincide con las técnicas agrícolas de la región de Mesopotamia, en las que este tipo de inundaciones mantenían los cultivos.
“Cataratas de los cielos” o fuentes de agua de bóveda celestial
La descripción que se aprecia en Génesis 7:11 tiene que ver con dos acontecimientos geofísicos: “Las fuentes del gran abismo fueron rotas y las cataratas de los cielos fueron abiertas.”
El suceso de las fuentes del gran abismo se refiere, muy probablemente, a una actividad de polvo volcánico. En el océano pre-Diluvio se abrieron grietas profundas, que fueron atravesadas posiblemente por el magma (mezcla de roca fundida y minerales que genera lava), sumado a una gran cantidad de agua sobrecalentada, la cual habría sido lanzada a una velocidad supersónica en la atmósfera celeste.
Para entenderlo mejor, estas fuentes se pueden comparar con los manantiales acuáticos del fondo oceánico actual, pero con la diferencia de que estas mismas fuentes estaban a una escala más violenta y grande. Estas fueron la causa de la mayoría de las inundaciones que cubrieron la Tierra. También esta expulsión desde las profundidades dio lugar a la tectónica de placas catastrófica, causante de terremotos hoy en día.
Respecto a la apertura de las cataratas de los cielos, este evento tiene que ver con las aguas que había encima de la atmósfera, ya que el Supremo Creador había dividido las aguas en dos bloques, y uno de estos era el cielo, como menciona Génesis 1.
Esas aguas encima de la atmósfera, consideradas por los expertos, eran un vapor de agua que rodeaba la misma atmósfera o esfera celestial, una “envoltura de vapor acuática”. (Si deseas saber sobre la bóveda celestial, te sugerimos ver el siguiente artículo: Impacto Evangelístico).
Ahora, es complejo pensar en el agua líquida suspendida en el aire, aunque el vapor de agua es más liviano que en forma líquida.
Esas “cataratas de los cielos” también nos indican que aquel vapor descendió sobre todo el planeta junto con la fuente de agua del océano expulsada, provocando, por el golpe de estos dos, que cayera esta “envoltura acuática”. Por eso las aguas encima de la atmósfera perdieron su estabilidad, descendiendo en forma de lluvia torrencial.
La medida del agua en el Diluvio
Cuando leemos la frase de Génesis 7:20 “Quince codos más alto subieron las aguas” no nos está diciendo que el Diluvio tenía solamente quince codos (o sea 6,70 metros) de profundidad, porque esta frase está calificada por la que le continúa: “Después que fueron cubiertos los montes”. Tampoco significa que de forma necesaria las montañas fueron cubiertas hasta una profundidad de solo quince codos, ya que todas las montañas antediluvianas no tenían el mismo tamaño.
La Biblia tampoco enseña que las montañas estaban todavía sumergidas el último día del noveno mes, y que luego emergieron repentinamente el primer día del décimo mes. Con igual justificación, uno podría argumentar que el suelo todavía estaba mojado el vigésimo sexto día del segundo mes, porque se nos dice que el suelo estaba seco el vigésimo séptimo día del segundo mes. Es evidencia que las Escrituras hablan de etapas de secado, definidas en los versículos 11, 13 y 14, con inferencia de un proceso uniforme entre las etapas.
Torre de Babel
En Génesis 11 se habla de una edificación hecha por sumerios, en la tierra de Sinar, “cuya cúspide debía llegar al cielo”. Esto nos da a entender que debió haber tenido una gran altura, como monumentos impresionantes que podemos ver actualmente.
Según el cálculo de la torre de Babel del profesor estadounidense de ciencias materiales, Linn Hobbs, esta colosal construcción habría medido 152 metros. O sea, 4000 ladrillos (de 3,17 cm cada uno) x 3,17 centímetros: 500 pies o 152 metros.
Impacto
Fuente de esta noticia: https://impactoevangelistico.net/noticia/curiosidades-cientificas-en-genesis-sistemas-hidraulicos-y-eventos-geologicos-en-la-biblia
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