La edad media de inicio de la pubertad ha descendido en el último siglo, y algunas niñas empiezan a desarrollar los pechos a los seis o siete años. Según los expertos, estos cambios en el calendario del desarrollo reproductivo podrían tener graves consecuencias para la salud física y psicológica de la población femenina.
En un metaanálisis en el que se analizaban 30 estudios, los investigadores descubrieron que la edad media de inicio de la pubertad en las niñas de todo el mundo ha descendido tres meses por década desde 1977 hasta 2013, lo que supone más de un año antes. El signo inicial de la pubertad en las niñas es el desarrollo del tejido mamario, mientras que el inicio de la menstruación (también conocida como menarquia) se produce más tarde.
Ahora, un nuevo estudio publicado en el número de mayo de 2024 de la revista JAMA Network Open sugiere que la cronología de ambos marcadores fisiológicos parece ser cada vez más temprana. Según este estudio, entre las 71 341 mujeres nacidas en EE. UU. entre 1950 y 2005, la primera menstruación de las niñas se ha ido produciendo a una edad cada vez más temprana y ha tardado más en regularizarse. Durante el periodo de 55 años cubierto por el estudio, el número de personas que experimentaron menarquia precoz (definida como antes de los 11 años) casi se duplicó hasta alcanzar el 16 por ciento.
“Está bien documentado y es un fenómeno mundial”, afirma Lisa Swartz Topor, profesora asociada de pediatría de la Facultad de Medicina Warren Alpert de la Universidad Brown y del Hospital Infantil Hasbro de Providence (Rhode Island, EE. UU.). En cuanto a por qué está ocurriendo, en este momento “hay más preguntas que respuestas”, dice Topor; “se trata de una confluencia de muchas cosas diferentes: el tema general son los cambios que ha sufrido nuestro mundo en los dos últimos siglos”.
A cualquier edad, el inicio de la pubertad lo desencadena el hipotálamo en el cerebro, que segrega la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH). La GnRH, que se ha denominado “el regulador clave del eje reproductor”, estimula a su vez a la hipófisis para que segregue la hormona luteinizante y la hormona foliculoestimulante, que ponen en marcha la pubertad. En las niñas, estas dos hormonas indican a los ovarios que empiecen a liberar estrógenos y progesterona, lo que provoca el desarrollo de las mamas, la aparición de vello púbico, el inicio de la menstruación y cambios en la silueta corporal.
Además de las posibles repercusiones a largo plazo sobre la salud, con la pubertad precoz “Tu hijo puede empezar a parecer o actuar como un adolescente antes de lo esperado”, dice Natasha Chaku, psicóloga y profesora adjunta del departamento de ciencias psicológicas y cerebrales de la Universidad de Indiana. Como resultado, “puede que los padres tengan que mantener conversaciones sobre cómo va a cambiar su cuerpo antes de lo que esperan”.
A qué se debe este adelanto
Según los expertos, se trata de una cuestión multifactorial. Por un lado, los índices de obesidad infantil llevan aumentando desde los años setenta y algunos estudios han relacionado la obesidad con la pubertad precoz en las niñas.
Esto se debe en parte a que la grasa corporal ya no se considera un tejido inerte, sino que ahora se sabe que actúa como un órgano endocrino, segregando diversas hormonas que pueden tener efectos en todo el cuerpo.
En concreto, “la obesidad puede asociarse a la liberación de distintas hormonas (como la insulina, el factor de crecimiento 1 similar a la insulina y la leptina) en el torrente sanguíneo”, afirma Aviva Sopher, profesora asociada de pediatría del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos. Estas hormonas pueden afectar al apetito y la saciedad y a la acumulación de grasa corporal, entre otras funciones corporales, y pueden influir en el eje hipotalámico-hipofisario-gonadal y, por tanto, en el momento de la pubertad.
Además, se ha descubierto que las niñas con obesidad tienen concentraciones más elevadas de estradiol (una forma de estrógeno que puede contribuir al desarrollo precoz de las mamas y a la pubertad precoz) que las niñas con un peso normal.
La calidad de la dieta de los niños también puede influir, sobre todo si es pobre en fruta y verdura y rica en proteínas animales y alimentos muy procesados, “que se asocian a niveles más altos de esteroides sexuales como el estrógeno”, señala Frank Biro, profesor de pediatría del Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati (Estados Unidos). De hecho, cuando unos investigadores chinos compararon tres dietas distintas (una tradicional, una poco saludable y otra rica en proteínas), descubrieron que el consumo de una dieta rica en aperitivos, postres, fritos y refrescos (la “dieta poco saludable”) se asociaba a una pubertad precoz en las niñas.
Además, el estrés, incluidas las adversidades en los primeros años de vida relacionadas con dificultades socioeconómicas o algún tipo de abuso, puede ser un factor que contribuya a ello. Un estudio publicado en un número de 2023 de la revista Psychoneuroendocrinology relacionó los altos niveles de estrés en la primera infancia con un mayor riesgo de pubertad precoz en las niñas.
“El momento de la pubertad es sensible al estrés”, afirma Jane Mendle, psicóloga clínica especializada en salud mental durante la transición de la infancia a la adolescencia y profesora asociada de psicología en la Universidad de Cornell (Estados Unidos); “los niños con antecedentes prepuberales de estrés y adversidad tienen más probabilidades de atravesar la pubertad antes de tiempo”. Una hipótesis es que esto se debe a que la respuesta al estrés también está regida por el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA), que influye en el inicio de la pubertad.
Algunas investigaciones han sugerido incluso que los factores estresantes durante la pandemia de COVID-19 (incluido el aumento del tiempo frente a la pantalla, el aislamiento social, la inactividad física, el menor acceso a alimentos saludables y otros factores) podrían estar asociados con un reciente aumento de la pubertad precoz en las niñas de la ciudad de Nueva York.
Estos factores están relacionados con la sobreproducción de hormonas sexuales como los estrógenos y la testosterona, más que con efectos directos sobre el cerebro.
Alteradores endocrinos
Mientras tanto, un creciente número de investigaciones sugiere que las sustancias químicas que alteran el sistema endocrino, como los ftalatos, los bisfenoles y otras, que se encuentran en artículos de uso cotidiano, pueden estar contribuyendo a estos cambios.
“Muchos de los alteradores endocrinos omnipresentes en nuestro entorno tienen acciones similares a las de los estrógenos”, afirma Sopher. En consecuencia, una exposición elevada a estas sustancias puede alterar el entorno hormonal del organismo de forma que se altere el desarrollo reproductivo.
Por ejemplo, un estudio publicado en la edición de 2023 de BMC Medicine descubrió que la pubertad precoz en las niñas puede deberse en parte a la exposición a compuestos perfluorados, presentes en numerosos productos cotidianos, como repelentes de manchas, pinturas, ceras, pulimentos, productos electrónicos, envases de alimentos, etc.
Un estudio publicado en un número de 2023 de Environmental Health Perspectives concluyó que las niñas con una mayor exposición residencial a las partículas de la contaminación atmosférica (mientras están en el útero y durante toda la infancia) tienden a tener la menstruación antes que las que están poco expuestas.
Según Biro, es probable que una combinación de estos factores provoque la pubertad precoz en algunas niñas.
Posibles consecuencias
Estos cambios en el desarrollo reproductivo pueden tener repercusiones físicas y emocionales en el futuro. A corto plazo, “las niñas que pasan antes por la pubertad crecen más deprisa y se detienen antes”, dice Biro. Esto puede dar lugar a una estatura final más baja de la que habrían tenido si la pubertad se hubiera producido en el momento habitual.
A largo plazo, la pubertad precoz se asocia a un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama, así como a un mayor riesgo de obesidad durante la edad adulta, señala Biro. También se asocia a un mayor riesgo de desarrollar hipertensión arterial, diabetes de tipo 2, síndrome metabólico, anomalías del colesterol y enfermedades cardiovasculares, dicen los expertos.
“Si empiezas pronto la pubertad, tu cerebro y tu cuerpo están expuestos a hormonas sexuales más altas que las de otras chicas de tu edad”, dice Chaku; “otras niñas tienen que ponerse a tu altura”. Además de hacer que estas chicas se sientan fuera de sincronía con sus compañeros y compañeras, experimentar una pubertad precoz puede conllevar un mayor riesgo de padecer ciertos problemas de salud mental.
“Con la pubertad precoz, psicológicamente tiende a ser una transición más difícil”, dice Mendle; “las niñas que maduran antes de tiempo pierden la oportunidad de desarrollar todos los recursos sociales y emocionales que les ayudan en la transición”.
Las investigaciones han descubierto que las niñas que pasan por una pubertad precoz tienen altos niveles de depresión, estrés y ansiedad, peor imagen corporal y más problemas de regulación emocional.
“Pueden tener cambios en la reactividad al estrés, reaccionando al estrés de formas más pronunciadas”, dice Chaku; “la pubertad sensibiliza las partes del cerebro que son invocadas por las experiencias sociales. Algunos de estos efectos se disipan, pero la depresión puede persistir”.
“La pubertad es mucho más que la parte biológica”, dice Mendle; “se producen transiciones interpersonales y sociales porque parecen mayores. El resto del mundo empieza a tratarlas de forma diferente y pueden experimentar dificultades en las amistades”.
De hecho, las chicas que experimentan una pubertad precoz tienen más probabilidades de ser acosadas por sus compañeros, y pueden recibir atención sexual antes de estar emocionalmente preparadas para manejarla.
“La gente cree que son mayores de lo que son por su aspecto”, dice Biro; “pueden tener 12 años, parecer de 15, pero sentirse y actuar como una de 12”.
Este cambio de aspecto puede llevar a los adultos, incluidos profesores y padres, a esperar que estas chicas actúen como mayores de lo que son. Si empiezan a juntarse con un grupo de iguales mayores, las chicas que atraviesan una pubertad precoz pueden adoptar comportamientos de riesgo, como beber alcohol o mantener relaciones sexuales, añade Mendle.
Controlando los cambios
Una niña de la que se sospeche que esté madurando demasiado pronto debe ser examinada por un profesional sanitario, dice Biro. En la mayoría de los casos, simplemente se vigilará su desarrollo y se la asesorará sobre los cambios físicos y emocionales que cabe esperar.
“Si es muy precoz o progresa rápidamente, las niñas deben ser evaluadas para asegurarse de que se trata sólo de un problema de calendario y no de una causa patológica, como un tumor en el cerebro”, dice Topor. En estos casos, la anomalía cerebral puede hacer que la pubertad comience a una edad temprana. “Podemos pulsar el botón de pausa con medicamentos si se produce muy pronto”, añade Topor.
En tales casos, los médicos pueden intervenir administrando a la niña un medicamento (como un agonista de la hormona liberadora de gonadotropina -GnRH como Lupron, una inyección, o Supprelin, un implante quirúrgico-) para ralentizar la pubertad precoz y evitar así algunos de sus efectos perjudiciales, como el deterioro de la estatura. Las investigaciones han demostrado que estos fármacos pueden aumentar la estatura final (a los 18 años) en las chicas que experimentan una pubertad precoz.
Independientemente de cuándo empiece la pubertad, es importante que los padres normalicen la experiencia lo mejor que puedan. Recuerda al niño su edad y cómo cuidarse: aunque su cuerpo parezca de 12 ó 13 años pero tenga ocho, debes tratar su cuerpo como el de un niño de ocho años en cuanto a su dieta y hábitos de sueño, dice Topor.
“Tratar a tu hija como si tuviera la edad que tiene, aunque su cuerpo parezca mayor, es muy importante”, dice Topor. Esto puede ayudar a las niñas a sentirse cómodas con su propio cuerpo, a proteger su autoestima y a cuidarse física y emocionalmente.
“Muchos aspectos de la transición se sienten muy impotentes”, dice Mendle; “es algo que ocurre independientemente de si los niños están preparados para ello”.
Ésa es una de las razones por las que lo que los padres dicen y hacen puede marcar la diferencia, para bien o para mal.
“Hay muchos aspectos de la pubertad, especialmente la menstruación, que estamos socializados para considerar vergonzosos”, dice Mendle; “cuanto menos estigma le atribuyamos a la transición, mejor”.
Para ello, añade, ayuda que los padres se muestren abiertos a hablar de la pubertad y compartan sus propias experiencias al respecto.
“Si las niñas pueden extraer enseñanzas y obtener algún tipo de conocimiento de la experiencia”, añade Mendle, “les va mejor”, y pueden establecer un sentido de “continuidad entre su yo pasado, presente y futuro”.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
National Geographic
Fuente de esta noticia: https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2024/06/pubertad-ninas-por-que-que-llegan-mucho-antes
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