¿¡Qué hiciste, Barracas!? Imágenes y testimonios de los campeones de Segunda

-¿¡Qué hicieron!?

-Jugamos al básquet. Je.

Matías Martínez cierra la respuesta con una sonrisa de oreja a oreja. De genuina felicidad. Pícara. Fiel a su estilo.

Su equipo, Barracas Central, acababa de dar el golpe y salir campeón de Segunda tras vencer a El Nacional (por 83 a 76), el mejor elenco de la fase regular y el candidato de todos (o casi).

En quinto partido y tras un tiempo suplementario, ese grupo de amigos que se hizo fuerte ante algunas adversidades y armó la tormenta perfecta entre juego y unión, festejaba ante un colmado Norberto Tomás como testigo.

No era para menos. Acababan de ascender a la elite del básquetbol local.

El todoterreno Juan Ignacio De Pastena fue el primero en confirmar que Barracas era campeón.

Todavía con algunos segundos en el reloj y la pelota en la mano entendió que ya el tiempo no importaba. Que aunque quedaran algunos segundos por correr, el partido se había terminado.

Sonrió con todo lo que le daba la boca y mientras los árbitros daban por finalizado el juego la picó una, dos, tres veces y salió corriendo hacia la tribuna a disfrutar del primer abrazo de los cientos que dio en la noche y dará en los próximos días. Quizás, el más especial.

“Salí corriendo a buscar a mi viejo (Claudio), me fui a abrazar con él que es el que me banca siempre”, reconoció Juani en pleno festejo.

Con eso, además, se sacará para siempre la imagen del cuarto punto, cuando su equipo perdió la chance de ser campeón en la última pelota por un triple de Carci.

“El otro día en la última jugada me quería morir. Estuve dos días pensando en que la podría haber robado”, reconoció.

Esta vez la última fue para los suyos y era hora de festejar.

“No lo puedo creer… A principios de año esto era inesperado”, insistió. Creelo, Juani.

Pero antes de ese emotivo festejo de De Pastena hubo alguien que también tuvo revancha de aquel juego 4. Y en su reivindicación personal dejó a Barracas un paso más cerca de la copa.

“Me quedé triste el otro partido porque el triple de Carci me lo como yo. Pero yo sabía que iba a tener revancha”, reconoció Santiago Bussetti, autor de dos tiros libres clave en el inicio del suplementario ayer, para que El Bosque estire la ventaja a 5 puntos, con 1m27s por jugar.

“Fui sin presión, sabía que los iba a meter y que era mi chance de reivindicarme por lo que había pasado el otro día. La alegría es inmensa, estoy feliz por mí y por todo el grupo. Tuvimos que atravesar por un montón de situaciones, nos merecíamos esto porque fuimos el mejor equipo”, agregó el base.

Después de fajarse con las torres de El Nacional y en plena celebración, Mauro Montanaro coincidió y reafirmó eso que dijo Santiago.

“Imaginarse estar acá era difícil, más con dos rivales como Altense y El Nacional. La verdad, no hay nadie que se merezca esto más que nosotros”, dijo Monta.

Y enumeró: “Las pasamos todas. Hace dos meses que no tenemos cancha para entrenar y que no corremos directamente. Vamos a Barracas, hacemos dos series de tiro, vemos el partido y nos vamos. Me parece muy meritorio”.

El equipo, explicó Mauro, encontró fuerzas en esas adversidades pasadas y, también, combustible en cosas ajenas para dar el golpe ante el candidato.

“Me parece que demostramos ser humildes, que a ellos les faltó un poco. En las redes (sociales) se hacían llamar los invencibles y nosotros le ganamos más partidos en el año”, insistió Monta.

“Este momento -agregó- es para valorar todo el esfuerzo que hicimos a lo largo de todo el torneo”.

A ese receta en busca del éxito que empezaba a tomar forma luego del primer tramo del certamen, el líder de la manada, Emiliano Menéndez, le agregó un condimento de jerarquía y experiencia en beneficio colectivo: Ramiro Aguirre.

A poco meses de ser campeón en Primera con Napostá, Rama se sumó en el receso a Barracas y a lo largo del año y, sobre todo anoche, aportó su temple y gen ganador.

“Me tocó acoplarme a un grupo de buenos jugadores que, por ahí, en su momento estaba un poco… enquilombado. Quiero encontrar la palabra justa… Con esto no quiero decir nada malo, al contrario. Les agradezco desde el día uno a los chicos porque me tocó meterme a mitad de torneo, quería algún que otro cambio, y creo que las cosas salieron bien porque el factor humano es clave para permitir que eso pase”, señaló Rama.

Aguirre aportó desde su experiencia, dentro y fuera de la cancha.

“Antes del partido los agarré a Seba y a Mati (los hermanos Martínez) y les dije que este era un partido para tirar al aro. Podíamos meterla o errar, pero no podíamos pecar de no tirar al aro”, contó.

Pero si a esta historia, que terminó ayer pero se contará por mucho tiempo, hay que ponerle un inicio, ese está bien claro: 5 de noviembre de 2022.

En plena sobremesa entre amigos, Emiliano Menéndez le propuso un reto a Matías Martínez: “Si salís campeón con Napostá venís a jugar a Barracas y traes a tu hermano. Pero lo firmamos, ¿eh?”.

Aquella noche le pusieron el gancho y al tiempito también lo hizo el tercero en discordia: Sebastián.

Emi y Matute ya no eran sólo amigos. Desde ese momento también eran DT y jugador. Y desde ayer, son campeones. Al igual que los hermanos Martínez que por primera vez dieron la vuelta olímpica juntos en un plantel superior.

“Fue una locura. Nunca me había enterado de ese trato hasta que me llamaron para jugar. Les dije que sí, hacía tres años que no jugaba. Me subí al barco, era un lindo grupo. Se fue dando todo y lo coronamos con esto: lo más lindo que te puede pasar en el básquet”, dijo Seba, autor de 13 puntos anoche.

Para él, además, significó poder volver al básquet tras haber dejado la actividad en plena pandemia y en un contexto muy distinto. Este, si es que fue el final, tiene mucho más sentido.

“Ahora creo que sí. Ya se dio todo. Campeón con mi hermano. Ya está… hay que disfrutar y veremos cómo sigue todo”, se frenó.

“Al vivirlo con Matías se mezclan muchos sentimientos en la cancha. Nunca habíamos jugado juntos y ahora se nos dio salir campeones. No hay nada más lindo. Es increíble”, resumió Seba.

El otro Martínez, Matute, es quizás uno de los grandes responsables de todo esto que se empezó a armar entre amigos en una sobremesa y terminó entre amigos pero con la copa de campeón.

-¿¡Qué hicieron!?

-Jugamos al básquet. Je. Sabíamos que cuando nos metíamos en la lucha con ellos, no podíamos jugar. Nos costó. No fue fácil. Jugar con este marco, después de haber perdido el cuarto partido como lo perdimos… pero creo que lo supimos manejar. Nos sacaron ventaja, achicamos y casi lo ganamos en la última otra vez. Fuimos a suplementario y ahí sabíamos que a ellos les iba a pesar un poquito más. Sabíamos los jugadores que tenían que tirarla y bueno… acá estamos…

-Te encanta igual, ¿o no? Este marco, este contexto, que te puteen, da la sensación que lo disfrutás… que te agranda…

-Me gusta. Me gusta. No te voy a decir que es todo lindo porque los insultos a veces pasan el límite. Pero me la banco porque sé que a veces hago cosas que a algunos no le gustan. Pero bueno, es la idea… tengo 33 años y lo viví contra Villa Mitre (jugando para Liniers). Y no voy a cambiar ahora.

-Tuvieron un gran suplementario, quizás por contexto y lo que había en juego, lo mejor de la serie…

-Cuando fuimos a suplementario sabíamos que lo ganábamos. Era defender una bola y meterla en ataque. Ellos estaban cansados, nunca habían luchado tanto, habían tenido playoffs livianitos. Hoy (por anoche) fuimos al quinto y acá estamos…

-Llego lejos la jodita de aquel papel que firmaron con Emi… mirá dónde están ahora…

-Jajaja. Qué quilombo que armamos, ¿no? Pero bueno, contentos porque se coronó así, como queríamos.

-¿Cómo fue vivirlo con Seba todo esto?

-Una emoción gigante. Cuando nos lo propusimos no pensábamos llegar a esto, la realidad es esa. Era una promoción el objetivo. Y demostramos que con el correr de las series nos hicimos cada vez más fuertes. Y vivir todo eso con mi hermano es una alegría inmensa.

-¿Y con Emi, como fue esa convivencia, sabiendo que tu amigo era tu entrenador?

-La mejor. Siempre entendimos los roles. Aprendimos los dos de cada cosa. Él se dejaba influenciar por nosotros y él nos ayudaba. Eso no pasa siempre, que un entrenador se abra a los jugadores y entre los dos corrijan cosas, es muy positivo. Siempre con el mando de él, pero se abrió a escuchar.

-¿Los unió como grupo pasar por algunas adversidades y los hizo sacar un plus?

-Sí, sin dudas. Se hacía muy cuesta arriba porque la estábamos remando un montón y no había ganas. Creo que el grupo se unió y se aferró a eso y a cómo lo sentimos nosotros como amigos. Con mi hermano, con Emi que es mi amigo, con Lucas que es mi amigo, con el Negro De Pastena que tenía muchas ganas de jugar porque venía de estar lesionado. Armamos algo muy lindo y eso nos llevó a que hoy estemos acá.

-Por cómo se dio todo, escribieron una historia que se va a recordar por un tiempo….

-Sí, pero no pensábamos en eso. Lo hablaba con mucha gente y les decía que no levantáramos mucho la espuma porque podíamos perder, era la realidad…

-¿Entonces por qué ganaron?

-Porque tuvimos la tranquilidad de alejarnos un poco de todo lo que estaba pasando, porque el club generó esto (señala a la gente que llenó la cancha). Fijate que hoy creo que éramos mayoría. Eso lo generamos nosotros mismos, pero teníamos que apartarnos de eso y jugar al básquet que nosotros sabíamos. A veces se hace difícil, como nos pasó en Independiente. Era mucha euforia, muchos gritos y creo que eso nos llevó a jugar un poco mal. Hoy, en esta cancha más grande, sabiendo que la responsabilidad era de ellos… porque la realidad era esa… El único equipo que le ganamos fuimos nosotros. Demostramos que somos mejores.

El Norberto Tomás se fue vaciando hasta quedar en penumbras y los aros ya no tenían redes, ese grupo de amigos que se transformó en un gran equipo básquetbol se las había ganado como trofeo y como prueba de que los sueños se cumplen.

¡Felicitaciones, campeones!