Es el momento más que perfecto para poner rumbo a una de las ciudades con más encanto que podemos encontrar en Castilla y León. Estamos hablando, cómo no, de Segovia. Allí encontramos un gran número de construcciones, monumentos y rincones absolutamente de ensueño. ¡Es un destino ideal en muchos sentidos!
Entre los monumentos más visitados y fotografiados de la ciudad se encuentra, inevitablemente, el Acueducto. Se trata de un acueducto romano que se encargó de llevar agua a la ciudad hasta el año 1973. Se erigió a principios del siglo II d.C., entre la etapa final del emperador Trajano o principios del emperador Adriano.
Esta construcción conduce las aguas del manantial de la Fuenfría, ubicado a unos 17 kilómetros de Segovia. Por lo tanto, recorre hasta 15 kilómetros hasta llegar a la ciudad. En primer lugar, el agua se recoge en una cisterna llamada El Caserón y es conducida por un canal de sillares hasta una segunda torre. Ahí se decanta y desarena para proseguir su camino.
Después avanza unos 813 metros hasta llegar a la parte alta del Postigo. En la Plaza de Díaz Sanz hace un brusco giro, dirigiéndose hasta la Plaza del Azoguejo, la parte más fotografiada del Acueducto. Entre sus curiosidades, destaca que la parte más alta mide unos 28 metros y tiene hasta dos órdenes de arcos situados sobre pilares. En total, este Acueducto cuenta con nada más y nada menos que 167 arcos.
La curiosa leyenda que esconde el Acueducto de Segovia
Como suele ocurrir en este tipo de construcciones, existen varias leyendas sobre el Acueducto de Segovia. La más conocida es la de una niña que subía todos los días hasta la parte más alta de la montaña con el objetivo de coger agua con un cántaro.
Harta de hacerlo, un día esa niña hizo una petición al demonio. ¿En qué consistió? En que construyera algo para que no tuviera que subir y bajar todos los días a por ese cántaro de agua. Fue entonces cuando, por la noche, el demonio se le apareció y le concedió esa petición a cambio de algo. Y es que, si conseguía terminar ese acueducto antes de que cantase el gallo, tendría que darle su alma.
La niña aceptó sin dudarlo, por lo que el demonio comenzó a llevar a cabo esa construcción. La joven comenzó a arrepentirse de haber aceptado el pacto pero, cuando tan solo quedaba una piedra para terminar la construcción, cantó el gallo. Por lo tanto, el demonio fracasó en su intento de hacerse con el alma de la niña. En ese hueco se colocó nada más y nada menos que la estatua de una Virgen.
Esta leyenda sigue aún presente en el día a día de los segovianos. Tanto es así que José Antonio Abella, reconocido escultor, no dudó en hacer un regalo muy especial al Ayuntamiento de Segovia. ¿En qué consistió? En una estatua de un diablo, ubicándose en las inmediaciones del acueducto para captar la atención de los turistas.
Laura Hernández
Fuente de esta noticia: https://www.lasexta.com/viajestic/escapadas/curiosa-leyenda-que-esconde-acueducto-segovia_202405316659adee8fd5210001096526.html
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