¿Eres el mayor y más responsable de los hermanos, un hijo mediano descuidado o el bebé de la familia? Para los partidarios de la teoría de que el orden de nacimiento influye en la personalidad, la respuesta a esta pregunta puede ser la clave de quién eres como persona. En fiestas, cenas familiares y sesiones de terapia, la gente puede utilizar el orden de nacimiento como una especie de abreviatura de los rasgos de la personalidad: el egoísmo de un hijo único, tal vez, o la lucha por la visibilidad de un hijo mediano.
Pero aunque tus experiencias personales indiquen que el orden de nacimiento forma las personalidades que te rodean, los psicólogos discrepan. He aquí por qué ha llegado el momento de abandonar los estereotipos.
Orígenes de la teoría psicológica del orden de nacimiento
La idea de que el orden de nacimiento influye en la personalidad de un niño podría ser tan antigua como las propias personas. Al fin y al cabo, diversas sociedades han privilegiado (o ignorado) durante mucho tiempo a las personas en función del lugar que ocupaban en su familia.
En muchas sociedades antiguas, por ejemplo, la llegada del primer hijo (y, por tanto, la transición de un padre a cabeza de familia) solía traducirse en un estatus social más elevado. También dio lugar a ceremonias como los baños especiales para madres primerizas en Micronesia y la tradicional ceremonia pidyon haben en el judaísmo, durante la cual un primogénito es “redimido” pagando cinco monedas de plata a un sacerdote.
El orden de nacimiento también ha determinado durante mucho tiempo los derechos de herencia y las líneas reales de sucesión, como en la monarquía británica, que durante mucho tiempo ha exigido un “heredero” primogénito y uno o más “repuestos” como respaldo en caso de que algo le sucediera al heredero.
Pero la teoría psicológica del orden de nacimiento no se desarrolló hasta principios del siglo XX, cuando el psicólogo Alfred Adler teorizó que el orden de nacimiento influía no sólo en el estatus social, sino en el desarrollo y la personalidad del niño. Conocido como el padre de la psicología individual, Adler teorizó que la “constelación familiar” de un individuo da lugar a rasgos de personalidad predecibles. “La posición en la familia deja un sello indeleble en el estilo de vida del individuo”, escribió Adler en 1931.
Según Adler, el nacimiento de un hermano priva a los hijos mayores de toda la atención de sus padres y, como resultado, son neuróticos, más propensos al conservadurismo y a imitar a sus mayores. Los segundos hijos son competitivos y captan la atención, mientras que los más pequeños son mimados y perezosos. Por último, teorizó que las personas que crecen sin hermanos rivalizan con su padre.
Famoso por sus conferencias internacionales, sus populares textos de psicología y sus técnicas psicoterapéuticas, la influencia de Adler aún resuena en todo el campo de la psicología y, como resultado, generaciones de psicólogos emprendieron investigaciones que intentaban demostrar su teoría del orden de nacimiento.
Qué dice la investigación sobre el orden de nacimiento
Los estudios realizados desde la época de Adler han encontrado asociaciones entre el orden de nacimiento y todo tipo de factores, desde el nivel educativo hasta la sexualidad, pasando por el éxito de los hijos medianos en los deportes de equipo.
Frank Sulloway, uno de los defensores modernos más destacados de la teoría, analizó a adultos y sus carreras en las décadas de 1990 y 2000 para evaluar la influencia del orden de nacimiento. Descubrió una tendencia a la investigación conservadora entre los científicos famosos primogénitos, mientras que la investigación más radical, como la teoría de la evolución y la relatividad, era más común entre los científicos famosos nacidos más tarde en su orden familiar. También halló diferencias entre las estrategias militares y políticas de primogénitos militantes como Maximilien Robespierre y los métodos moderados y no violentos de famosos nacidos en el medio.
Pero los estudios más aplicables al desarrollo de la personalidad se centran en los “cinco grandes” rasgos de la personalidad: apertura, conciencia, extroversión, amabilidad y neuroticismo. Y estudios más recientes sobre el orden de nacimiento echan por tierra la teoría de que el orden de nacimiento puede moldear la personalidad.
Rodica Damian, profesora asociada de psicología en la Universidad de Houston (Estados Unidos), llevó a cabo uno de los mayores estudios de este tipo en 2015, utilizando datos de un estudio longitudinal de más de 440 000 estudiantes de secundaria estadounidenses. Tras controlar el estatus socioeconómico, el sexo y la edad, el estudio demostró que “la asociación entre el orden de nacimiento y los rasgos de personalidad es lo más cercana a cero que se puede conseguir”, afirma.
Otro estudio de 2015 corroboró las conclusiones de Damian: Después de analizar tres muestras representativas a nivel nacional de EE. UU., Gran Bretaña y Alemania, los investigadores escribieron: “No encontramos consistentemente efectos del orden de nacimiento en la extraversión, la estabilidad emocional, la amabilidad, la conciencia o la imaginación”.
Pero ambos equipos de investigadores encontraron pruebas de un rasgo que complacería a los primogénitos (y consternaría a sus hermanos pequeños): los estudios mostraron que los primogénitos eran ligeramente más propensos a tener una inteligencia verbal elevada.
Según Damian, esto no significa necesariamente que los primogénitos sean más inteligentes o aprendan con más facilidad. Lo más probable es que se deba a que los primogénitos pasan más tiempo rodeados de adultos en su primera infancia, y señala que en su estudio la diferencia era cuestión de un solo punto de CI.
En general, el otro equipo del estudio escribió: “Debemos concluir que el orden de nacimiento no tiene un efecto duradero en los rasgos generales de la personalidad fuera del ámbito intelectual”.
¿Qué es lo que realmente conforma una personalidad?
Como científico, Damian es cauto a la hora de afirmar que una teoría ha sido “refutada”. Sin embargo, afirma que la investigación moderna básicamente desacredita la teoría de que el orden de nacimiento afecta a la personalidad, a la que llama “teoría zombi” porque no muere. Entonces, ¿por qué la idea sigue cautivando al público y por qué los investigadores continúan indagando en la cuestión?
“Todo el mundo tiene una opinión al respecto, porque todo el mundo tiene un orden de nacimiento, incluso los hijos únicos”, dice Damian. Y parte de la razón por la que no podemos renunciar a la psicología del orden de nacimiento puede tener que ver con nuestras propias experiencias, que siempre parecen respaldarla. Los niños mayores siempre parecerán más responsables y sofisticados que sus hermanos pequeños porque su desarrollo es más maduro.
“Aunque lo veas y sea cierto, no tienes una lente mágica para retroceder en el tiempo y observar a los niños a la misma edad [exacta]”, explica Damian. Es una “confusión perfecta», escriben ella y sus colegas, y es “una circunstancia en la que la experiencia personal estará equivocada y la verdad sólo podrá descubrirse mediante un buen razonamiento e investigación científicos”.
A decir verdad, la ciencia del desarrollo de la personalidad no está en absoluto asentada. Las investigaciones modernas que utilizan estudios de gemelos sugieren que la formación de la personalidad se debe en un 40% a la genética. El resto puede deberse a una compleja combinación de entorno y prácticas culturales que contribuyen a moldear la disposición con la que nacemos.
Aunque los investigadores pueden medir los “cinco grandes” rasgos de la personalidad, es más difícil cuantificar las experiencias subjetivas que conforman nuestra vida cotidiana y, tal vez, nuestra personalidad. Damian estudia actualmente los posibles efectos de las narrativas vitales de las personas (las historias que se cuentan a sí mismas sobre sus propias experiencias) en las personas en las que se convierten. Pero para gran parte del público, desentrañar el complejo entramado de la naturaleza y la crianza es mucho menos divertido que burlarse de sus hermanos.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
National Geographic
Fuente de esta noticia: https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2024/05/teoria-orden-nacimiento-efectos-personalidad-hijo-mayor-hijo-menor
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