En el laberinto de la existencia, nos encontramos como enigmas, influenciados por corrientes culturales que nos moldean y nos estandarizan. Algunos avanzan sin cuestionar, aceptando los dictámenes como una guía indiscutible. Después de todo, ¿no es más fácil y beneficioso seguir el camino marcado por la normalidad, adherirse a las normas establecidas?
Pero, ¿qué sucede con aquellos que se detienen en algún momento de su viaje vital para interrogarse? La edad es solo un dato temporal; a los 30, 40 o 50 años, uno puede encontrarse de repente cuestionando su propia identidad y creencias. Un simple gesto en una tarde cualquiera puede desencadenar una profunda reflexión: ¿soy realmente quien creo ser? ¿Siento y pienso de acuerdo a lo que me han inculcado?
Los tratados y acuerdos que rigen nuestras vidas fueron firmados hace décadas, pero ¿qué pasa con la evolución constante del ser humano? A los 37 años, el enigma de nuestra propia naturaleza sigue asombrándome. El primer paso para descifrar este enigma fue interpelarme a mí misma, acoger mis propias dudas y anhelos. Pero descubrí que ser libre es aún más complejo y fascinante de lo que imaginaba; es desafiante, doloroso y a veces frustrante, pero sobre todo, es auténticamente humano.
La palabra “libre” es un término con múltiples interpretaciones y significados dependiendo del contexto en el que se utilice. En un sentido general, “libre” se refiere a la capacidad de una persona o entidad para actuar, pensar o sentir sin restricciones externas o coacciones.
En un mundo donde las expectativas y las normas sociales pueden sentirse como cadenas invisibles, el concepto de libertad adquiere un significado profundo y personal. Ser libre va más allá de la ausencia de restricciones externas; implica una liberación interna, un estado de autenticidad y empoderamiento.
La libertad también es un acto de valentía. Requiere coraje para desafiar las convenciones sociales y seguir nuestro propio camino, incluso cuando eso signifique enfrentar críticas o desaprobación. Ser libre implica tomar decisiones conscientes, incluso si son difíciles, porque sabemos que son auténticas para nosotros.
Pero la verdadera libertad no es egoísta; es inclusiva y respetuosa. Reconoce la igualdad de todos los seres humanos y abraza la diversidad en todas sus formas.
¿Qué hacemos con nuestra libertad? ¿La erramos y perdemos, o la entregamos sin siquiera darnos cuenta? ¿Acaso la sociedad nos condiciona a renunciar a nuestra libertad? ¿Tenemos miedo de ser libres y no lo intentamos siquiera? ¿El dinero o el poder ponen precio a nuestra libertad, o peor aún, la vendemos por el silencio, por el temor de pedir ayuda?.
En última instancia, creo que todos buscamos lo mismo: la libertad. Es un grito sagrado que resuena en lo más profundo de nuestro ser. En un mundo lleno de voces que intentan dictarnos cómo vivir, es crucial recordar este llamado: ¡Oid mortales el grito sagrado libertad! Escuchemos ese grito y caminemos hacia la autenticidad, hacia la plenitud de ser quienes realmente somos.
- Los artesanos celebran con todo “La noche de las heladerias” - 13 de noviembre de 2024
- Más de 1.000.000 de personas disfrutaron La Noche de los Museos 2024. - 13 de noviembre de 2024
- Noche de los Museos 2024 - 8 de noviembre de 2024