La actividad nocturna del guayaquileño ha cambiado. Prefiere plazas de Samborondón o Daule, o quedarse en casa.
La actividad nocturna en el Puerto Principal no es la misma. Cambió mucho desde la pandemia. Hace siete años, por ejemplo, la Zona Rosa, en el centro de la ciudad, era concurrida. Bares, karaokes y discotecas eran visitados constantemente. El movimiento nocturno a lo largo de la calle Pedro Carbo era incesante.
Antes del COVID-19, en el cerro Santa Ana ocurría una situación similar. La fiesta se prendía tras caer el sol. Lo mismo pasaba en la tradicional Las Peñas y en otros sectores de la ciudad.
La pandemia fue el inicio de una serie de vicisitudes que han afectado a la industria del entretenimiento y del turismo, que han apagado la fiesta en Guayaquil.
Pero no solo fue el traumatizante coronavirus. Tras este capítulo, los toques de queda, el paro de 2022, los apagones y, lo más alarmante para la ciudadanía, una espiral de violencia que parece no cesar -aunque el Gobierno de Daniel Noboa sostiene que va menguando-obligaron a replantear la vida nocturna en la otrora vibrante y agitada Guayaquil.
En un recorrido que realizó Ecuavisa.com esta semana, en la Zona Rosa había unos pocos locales abiertos. Dentro de ellos, muy poca gente. Ese escenario se replicaba en otros sectores: Urdesa, Las Peñas, la Alborada y el centro, en general. Sectores donde hace pocos años había parranda.
“No hay seguridad ni apoyo”
Diva Nicotina ha sido un bar popular y tradicional del cerro Santa Ana. Este sitio ha sido escenario de artistas y bandas locales por 24 años. Norman Recalde, vocero de este local, sostiene que la inseguridad y el abandono de las autoridades municipales “están acabando” con el sector.
“Solo estamos abriendo viernes y sábado. Esto aquí queda botado”, aseguró.
La demanda de seguridad es una solicitud unánime. Clientes, dueños de negocios, taxistas, vendedores informales… todos los que se benefician de la actividad nocturna alrededor del cerro Santa Ana, Las Peñas o la Zona Rosa están afectados.
De acuerdo a la Asociación de Bares y Discotecas del Guayas, en Guayaquil hay 185 centros de diversión nocturna.
La fiesta ha migrado
La dinámica del guayaquileño ha cambiado por las noches. Lo primero que se analiza es el tema de la seguridad. Si no tiene vehículo propio, busca un taxi de confianza. Si lo tiene, analiza dónde estacionarlo. Luego averigua sobre el lugar y evalúa los riesgos que puede correr.
En el contexto actual, el Puerto Santa Ana se perfila como un sitio seguro. En esta zona no hay discotecas. Solo hay bares y restaurantes.
Jessica García, propietaria de Brau Gastro Pub, señala que abre de martes a domingo, pero reconoce que entre semana las ventas no son iguales a las de épocas anteriores.
Por otra parte, en esa búsqueda de un sitio apropiado, la actividad nocturna del guayaquileño se ha trasladado a plazas de la Vía a la Costa (Guayaquil), Samborondón o Daule. Aunque esas salidas pueden estar circunscritas solo a ocasiones especiales, pues el temor continúa latente.
“Hoy porque ha sido un caso especial: el cumpleaños de uno de mis hijos”, comentó Rolando Farfán, quien llegó al bar restaurante del Teatro Sánchez Aguilar, en Samborondón.
En otro grupo están los que ni siquiera consideran salir de casa. Cualquier festejo o reunión se hace puertas adentro. Y es que hasta la dinámica de la tradicional cangrejada ha cambiado en muchas familias. El crustáceo ahora se pide para llevar y comerlo en casa.
Las cifras del Gobierno
La espiral de violencia que afecta a Ecuador deja más de 2 000 muertos este año. Según el Gobierno Nacional, con la declaratoria de conflicto armado interno, entre otras políticas de seguridad, los homicidios intencionales se han reducido un 27 %, si se compara la cifra de enero a mayo de 2024 con la del mismo periodo del año anterior.
Sin embargo, la percepción de violencia e inseguridad no cambia y los ciudadanos se sienten desprotegidos.
Los principales causantes de este ascenso de la violencia en el país son las bandas del crimen organizado, dedicadas mayormente al narcotráfico.
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