Durante siglos, este destilado ha cautivado paladares a lo largo de todo el mundo. En diálogo con Infobae, especialistas reflexionaron sobre su importancia en las barras. Recomendaciones para disfrutar de su amplio abanico de sabores.
El Día Internacional del Whisky es una efeméride que se celebra desde 2012 el tercer sábado de mayo. ¿El objetivo? Honrar a este destilado que ha cautivado a paladares en todo el mundo. La iniciativa fue impulsada por Blair Bowman, un distinguido escritor y catador de bebidas escocés.
El whisky, una creación que se remonta a las abadías de Escocia y algunas regiones de Irlanda, ha trascendido fronteras y culturas. Lo que alguna vez fue un simple aguardiente, consumido en el Reino Unido, se ha convertido en un símbolo de elegancia y sofisticación a nivel mundial. Su elaboración, que implica la destilación de la malta proveniente de diversos cereales como el trigo, el centeno, el maíz y la cebada, ha sido modificada a lo largo de los siglos, resultando en una amplia variedad de estilos y sabores.
Cada botella de esta bebida es un universo de aromas y matices que reflejan la maestría del proceso de destilación y los ingredientes utilizados. Desde las suaves notas ahumadas de los whiskies escoceses hasta los intensos sabores especiados de los búrbones, existe una opción para satisfacer cada preferencia gustativa.
En primer lugar, el bartender Eduardo García Gerlach reflexionó en diálogo con Infobae: “El whisky tiene una historia rica y fascinante que se remonta a varios siglos. Su origen se encuentra en las tierras de Irlanda y Escocia, pero también se han credo otras recetas en diferentes lugares del mundo como Estados Unidos, Canadá y Japón, entre otros. Cada región tiene sus propias tradiciones y métodos de producción”.
“Su elaboración requiere cuidado, dedicación y tiempo, y cada destilería tiene su propio enfoque para crear perfiles de sabor únicos. Además, la maduración en barricas durante años añade una dimensión adicional de complejidad y carácter. El whisky ha sido mencionado en obras literarias, asociado con personajes icónicos y utilizado en celebraciones y rituales. Esta conexión emocional con el pasado y la tradición contribuye a su arraigo en la sociedad”, siguió García Gerlach, quien se desempeña en el bar One Six y fundó el Club del Whisky Santa Fe.
Al tiempo que remarcó que el whisky es un ingrediente “sumamente versátil y apreciado en el mundo de la coctelería”. ¿Por qué? Así lo explicó: “Como bebida en sí misma, representa una amplia gama de perfiles de sabor, desde las notas ahumadas, salinas o frutadas de los whiskies escoceses hasta los sabores más dulces y aterciopelados de los americanos. Como bartender, el whisky me brinda la oportunidad de explorar estas diferentes características y presentar una experiencia única en cada cóctel. Su complejidad ayuda a equilibrar otros sabores y añadir profundidad a las creaciones”.
El whisky en la coctelería
Federico Cuco es otro bartender argentino que tiene al whisky entre sus preferidos, no solo por su historia sino también por su versatilidad como ingrediente de los cócteles. “A partir de 1880, hubo un cóctel de whisky que se empezó a llamar Old Fashioned, es decir ‘a la antigua’. No hay bar del mundo que no tenga un Old Fashioned y no existe un bar de cócteles sin whisky”.
“Hay una variedad enorme, desde ahumados a no ahumados. Una receta que funciona para el que recién empieza con esta bebida es el New Yorker. Lleva dos partes de whisky, una parte de limón, media parte de granadina, batido y colado en copa, como un sour. También se le puede poner clara de huevo”, dijo uno de los creadores del bar Verne Club y docente de coctelería.
“Mientras se buscaba que la gente tomara whisky irlandés con coca, en caipiriña o en daiquiri, algunos especialistas, especialmente en Escocia, decían que no y que tenía que beberse puro. No obstante, ahora se dieron cuenta de que estaban equivocados. En ese sentido, un cóctel que no puede fallar con whisky escocés es el Mamie Taylor, que es whisky con ginger-ale. Otro trago muy famoso es el Godfather, que es whisky con amaretto”, siguió Cuco.
A su turno, Elisa Lasala, experta en coctelería, apuntó en conversación con Infobae: “El whisky es increíblemente versátil: lo podés tomar solo, con hielos, en un cóctel o con café caliente. Es un destilado que resalta y cada vez que se aplica es una experiencia distinta, ya que se logra un equilibrio particular y exquisito”.
“Para disfrutarlo, hay que aprender sus procesos y saber de qué se trata. Recomiendo tomarlo primero en un cóctel y después ir pasando a que se sirva solo, probándolo de a sorbos”, sugirió Lasala, quien aplicó sus toques de autor para capacitar, diseñar cartas y crear tragos en distintos epicentros gastronómicos de Córdoba como la pizzería Popular, el Hotel Yacanto, el Gran Hotel Nono y el bar Palenque, entre otros.
La sommelier especializada en whisky Natalia Grego fue otra de las expertas consultadas por Infobae. Para ella, esta bebida “es tradición y cuenta una porción de la historia. A la vez, es un reflejo del paso del tiempo, de la paciencia y de la meticulosidad”.
“Para que llegue al vaso que tenés en la mano, esta bebida pasó por mucha gente que se involucró en su proceso. Si es escocés o irlandés, reposó al menos tres años en barricas de roble y probablemente muchos más. Me gusta concebir al whisky como una experiencia, algo que no debería tomarse a la ligera en más de un sentido. Es para apreciar y para descifrar sus aromas. Sería un desperdicio beberlo de un solo trago y sin sentirle el sabor. Esto acompaña al hecho de que estamos ante una bebida de alto grado alcohólico, que en exceso es perjudicial para la salud. Por eso, refuerzo que al beberlo nos dediquemos a disfrutarlo”, planteó Grego.
Y sumó: “Para ser considerado como tal, el whisky debe tener al menos 40 grados de graduación alcohólica. Es por eso que no a cualquiera le gusta y no necesariamente agrada de entrada. Para probar por primera vez recomiendo evitar los que son muy ahumados. Una gran forma de iniciarse en este mundo es bebiéndolo en un cóctel. En una cata, por ejemplo, se le agrega agua para bajar su graduación y que se abran sus aromas y sabores. Para ‘acostumbrar’ el paladar sugiero empezar mojándose los labios; es clave dar sorbos chicos para preparar nuestras papilas gustativas y predisponerlas a lo sensorial. Como siempre, en estos casos aconsejo tomar agua para hidratarse”.
“Además de ser una bebida muy compleja -amplió Grego- este es uno de los destilados estrella en el mundo de la coctelería. Mi favorito, el clásico Old Fashioned, lleva whisky americano como principal ingrediente y sus variaciones también pueden ser geniales. Qué haríamos sin Manhattans, Pennicillins o bien los Whisky Highballs. Cada estilo de whisky aportará en un cóctel distintos componentes que guiarán al creador a elegir cómo armonizarlo. Especiados, frutados, de roble, ahumados y muchos otros, pero siempre con una personalidad que lo hace inconfundible”.
Roberto Cardini es uno de los fundadores de Sede, un bar en Chacarita dedicado especialmente al mundo del whisky. De acuerdo al experto, “antes se producía cerveza y vino, pero esas producciones alcohólicas se hacían a través de la fermentación natural, que puede llegar hasta 20 grados como máximo, aproximadamente. El gran paso que dio el whisky, entonces, es la destilación. Lo que se hacía en este proceso era extraer esos alcoholes obtenidos de granos de cebada y llevar ese 14% o 20% hasta un 50% o 60% de alcohol. Tiene un arraigo cultural en Irlanda y Escocia porque ahí se desarrolló esa técnica de destilación y derivó en lo que es hoy”.
“En ese proceso se empezaron a profundizar las características y, por ejemplo, se comenzó a añejar en barricas para mejorar su sabor. Así, esta bebida se convirtió en algo muy identitario de esa zona, que es fría y con un clima hostil, además de llena de tradiciones y respeto ancestral. Luego se expandió a Estados Unidos, mucho más tarde a Japón y al resto del mundo”, repasó Cardini en diálogo con Infobae.
Y añadió: “La diferencia que tiene el whisky con otras bebidas destiladas como el vodka o gin es su añejado por un tiempo en barricas de madera. Esas barricas le aportaron al destilado unas notas excepcionales. Por eso, en Escocia está legislada esta cuestión desde hace mucho tiempo y no se puede considerar whisky a las bebidas que no pasan más de tres años en barricas de roble. Esta mística, entonces, tiene que ver con su añejado por varios años y con el valor de toda su producción en general”.
“No necesitás saber de whisky para tomar, pero sí es importante saber su historia y cómo se produce para poder disfrutaron y entenderlo en su totalidad. En el mundo de la coctelería, tiene su aporte con un sabor particular. Los cócteles que tienen whisky están pensados para combinarse y no para ser un ingrediente neutral, como es el caso del vodka”, completó Cardini.
Finalmente, Gabriel Gibilbank, creador de la whiskería La Boutique de City Bell, y quien lleva adelante un ciclo de catas junto a la sommelier Ana Paula Arias, le dijo a Infobae: “Alrededor de esta bebida siempre se genera mucha intimidad. Uno puede tomarse un vino o una cerveza, pero al whisky no lo tomás con cualquiera. Hay algo en su consumo que implica conocerse y entenderse. Ese sentido de comunidad que da la elaboración de una bebida derivada del cultivo se fue perpetuando con el correr de los años y hoy todavía se siente la mística de su historia”.
Según Gibilbank, “en los cócteles, el whisky aporta lo que cualquier bartender y cualquier persona siempre esperan: potencia, aromas muy distintivos y elegancia”. Y para quienes desean beberlo solo, dejó algunas recomendaciones: “Empezar por los irlandeses que, por su modo de elaboración, tienden a ser más frescos y ligeros. También los americanos, que suelen tener una proporción importante de maíz en su composición y eso hace que sean más dulces. Otra sugerencia es agregarle un hielo o muy poca agua para que sea más bebible, ya que por la baja temperatura el alcohol se volatiliza menos”.
infobae.com
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