¿Qué tienen en común Brad Pitt, Demi Moore, Tom Cruise, Lenny Kravitz y Monica Bellucci? Ya pasaron la barrera de los 60 o están a punto de hacerlo en 2024. Andrea Frigerio, Carlos Vives, Cathy Fulop, Grecia Colmenares, Marcelo Tinelli, son otros ejemplos (por dar entre tantos), en Argentina y Latinoamérica de que la sexta década los encuentra en su mejor forma y hasta casi más interesantes que en su juventud.
Incluso, recientemente, Alejandra Marisa Rodríguez, de 60 años, fue noticia porque se coronó Miss Universo Buenos Aires y competirá a nivel nacional. Es la persona más longeva en ganar este certamen.
En consecuencia, ser “grande” ya no es lo que era hace algún tiempo. Parece que la “frontera” donde comienza la vejez se corrió varios kilómetros hacia adelante. Así lo comprueba un reciente estudio publicado por la Asociación Americana de Psicología que señala cómo los adultos de mediana y avanzada edad creen que la vejez comienza ahora más tarde de lo que sus pares señalaban hace décadas.
“Hay una tendencia histórica sorprendentemente sólida hacia un aplazamiento o un comienzo subjetivo más tardío de la vejez”, explicó Markus Wettstein, psicólogo en la Universidad de Humboldt, en Berlín, Alemania y autor principal del estudio. “Y aún no entendemos totalmente el motivo”.
La doctora Mirta Goldstein, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), vicepresidenta del Consejo Internacional de Mujeres Judías (CIMJ, por sus siglas en inglés) y del Comité sobre la Condición de la Mujer de CIMJ, expresó a Infobae: “Con el aumento de la perspectiva de vida, se han reacomodado muchas percepciones, prejuicios y hasta mitos. Si alguien tiene una perspectiva de vida más larga eso mismo le da confianza en llegar a la vejez. Por lo tanto, considero que ha cambiado la concepción sobre la vida, la salud y la potencia”.
Y añadió: “Llegar a ser longevo es hoy una sensación posible e incluso han aparecido innumerables métodos que intentan garantizar lograrlo, sea con dietas, con ejercicios físicos e intelectuales, con medicamentos estimulantes, complejos vitamínicos, etc”.
La doctora también resaltó la importancia de la salud mental en este proceso: “La mejor manera de lograr una vida plena, más allá del calendario, supone no deprimirse, no aislarse, o sea, mantenerse activo socialmente”.
Los investigadores creen que a raíz de que se incrementó la esperanza de vida y los cambios que se produjeron en la sociedad (la postergación de la emancipación, el matrimonio y la maternidad), el concepto de vejez se alejó unos años o tal vez nadie quiera autopercibirse como adulto mayor en una sociedad edadista, que discrimina a los ancianos.
Diego Bernardini, doctor en medicina, profesor titular en la Universidad Nacional de Mar del Plata, director del Diplomado Internacional en Nueva Longevidad y fundador de la comunidad “La segunda mitad” explicó a Infobae: “El paper es muy bueno. Hace hincapié en la autopercepción, o sea la idea que tenemos sobre el devenir del tiempo. Este estudio siguió al mismo grupo de personas durante muchos años y lo que vio fue que ellas fueron extendiendo la edad de quienes consideraban mayores, a medida que envejecían. Las investigaciones muestran que las personas dejamos de percibirnos jóvenes pasando los 40 años, que es cuando entramos en la mediana edad, cuando se presenta un replanteo de preguntas existenciales, relacionadas al éxito o al fracaso sobre la vida que queríamos y la que tenemos. Empezamos a ver la finitud”.
Además, aclaró el médico, cuándo se considera que una persona es mayor depende de dónde lo preguntemos. “Hay una investigación del 2012 que se hizo en distintos países de Europa donde se vio que la educación, los valores sociales y la cultura influyen mucho en la respuesta. En ese momento la gente decía que una persona se volvía mayor a los 67 años aproximadamente, pero había un rango muy importante. Por ejemplo, en Turquía una persona era mayor a partir de los 55 años mientras que en Grecia era más cercano a los 70. O sea, la respuesta tiene que ver no solo dónde preguntemos, sino a quién le preguntemos”, destacó Bernardini.
Por su parte, la doctora Goldstein explicó que “la longevidad, a diferencia de la vejez, no es una etapa de la vida, sino un modo de vivir las últimas décadas. Estas décadas comienzan mucho tiempo antes de lo que creemos, por ello el mejor remedio contra el envejecimiento emocional es fortalecer los lazos familiares, amistosos y laborales”.
La experta planteó que es bastante habitual que quien deja de trabajar y no encuentra otra forma de vivir su “tiempo” existencial, se aísle y decaiga su energía física y psíquica. “Por otra parte, no todos llegan en pareja y el otro factor de riesgo es entonces la soledad. Lo más difícil es suplir los antiguos lazos y vínculos por otros nuevos. Sin embargo, muchas personas longevas se encuentran con un nuevo amor, un nuevo acompañante, una nueva vocación”, afirmó Goldstein.
Por su lado, Bernardini agregó que según una investigación que hizo la doctora Becca Levy en Yale en Estados Unidos donde trabajó la percepción del devenir del tiempo, las personas que no se llevan bien con el paso del tiempo tienen más riesgos de salud: “Cómo nos predisponemos frente al paso del tiempo, no solo causa enfermedad, sino también muerte prematura. Las investigaciones de la doctora Levy dicen que la brecha de expectativa de vida entre una persona que se lleva bien con el paso del tiempo y alguien que que no lo soporta suele ser de aproximadamente 7 años, o sea, las personas que no aceptan el paso del tiempo viven hasta 7 años menos de acuerdo, eso es lo que hoy nos dice la ciencia”.
Cómo se hizo el estudio
Wettstein, junto con colegas de la Universidad de Stanford, la Universidad de Luxemburgo y la Universidad de Greifswald, Alemania, para el estudio sobre la edad subjetiva, examinaron datos de 14.056 participantes en la Encuesta Alemana sobre Envejecimiento, un estudio longitudinal que incluye a personas que viven en Alemania nacidas entre 1911 y 1974.
Los participantes respondieron a preguntas de la encuesta hasta ocho veces durante 25 años (1996-2021), cuando tenían entre 40 y 100 años. Se reclutaron participantes adicionales (de 40 a 85 años) durante el período del estudio a medida que las generaciones posteriores entraban en la mediana edad y la vejez. Entre las muchas preguntas que respondieron los participantes de la encuesta se encontraba: “¿A qué edad describiría a alguien como viejo?”.
Los investigadores encontraron que, en comparación con los participantes nacidos más temprano, los nacidos más tarde reportaron una percepción de envejecimiento más tardía. Por ejemplo, cuando los participantes nacidos en 1911 tenían 65 años, fijaron el inicio de la vejez a los 71 años. En cambio, los participantes nacidos en 1956 dijeron que la vejez comienza a los 74 años, en promedio, cuando tenían 65 años.
Sin embargo, los investigadores también encontraron que la tendencia hacia una percepción más tardía de la vejez se ha desacelerado en los últimos años. “La tendencia a posponer la vejez no es lineal y no necesariamente continuará en el futuro”, afirmó Wettstein.
Los investigadores también observaron cómo las percepciones individuales de los participantes sobre la vejez cambiaban a medida que envejecían. Descubrieron que a medida que los individuos se hacían más grandes, su percepción del inicio de la vejez se alejaba más.
A los 64 años, el participante promedio dijo que la vejez comenzaba en 74,7 años. A los 74 años, dijeron que la vejez comenzaba a los 76,8. En promedio, la percepción de envejecimiento aumentó aproximadamente un año por cada cuatro o cinco años de envejecimiento real.
Finalmente, los investigadores examinaron cómo las características individuales, como el género y el estado de salud, contribuían a las diferencias en la percepción de la vejez. Descubrieron que las mujeres, en promedio, decían que la vejez comenzaba dos años más tarde que los hombres y que la diferencia entre hombres y mujeres había aumentado con el tiempo.
También encontraron que las personas que informaron estar más solas, tener peor salud y sentirse mayores dijeron que la vejez comenzó antes, en promedio, que aquellos que estaban menos solos, tenían mejor salud y se sentían más jóvenes.
Los resultados pueden tener implicaciones sobre cuándo y cómo las personas se preparan para su propio envejecimiento, así sobre cómo piensan sobre los adultos mayores en general, dijo Wettstein.
“No está claro hasta qué punto la tendencia a posponer la vejez refleja una tendencia hacia opiniones más positivas sobre las personas mayores y el envejecimiento, o más bien lo contrario: tal vez el inicio de la vejez se pospone porque la gente considera que ser viejo es un estado indeseable“, dijo Wettstein.
¿Son los 60 los nuevos 40?
De acuerdo a la doctora Goldstein, los 60 no son los nuevos 40, porque en esos 20 años cambian muchas cosas en la vida de las personas y en las familias: “Un varón o mujer de 40 aún están cuidando niños, una persona de 60 empieza a plantearse qué hacer de la vida cuando los hijos se alejan”.
La psicoanalista expresó que cada etapa tiene sus características y sus riquezas. “Llegar a anciano es un privilegio pero cada longevidad es única pues es una construcción subjetiva singular que depende de eso que se llama: ‘ganas de vivir’ por ello nadie vive su vida como los otros porque las vivencias y las experiencias no solo son diferentes sino que se inscriben en cada sujeto de un modo particular”, concluyó.
Según el doctor Bernardini, “los 60 de ahora son los ‘nuevos’ 60, o sea, son los 60 de ahora, la edad existe no se puede borrar. Yo tengo 57 y estamos empezando la segunda mitad de la vida. Y lo estamos haciendo de una manera muy diferente a como lo hicieron nuestros padres o abuelos. Por otro lado, de alguna forma indirecta, también se busca evitar el número 60 o 70 como si cumplirlos fuera malo. Sigue anclada esta idea de que envejecer es un tema crítico y particularmente para las mujeres. Es una mala situación cumplir años, como si los 60 y los 70 no existiesen, siempre tenemos que aparentar menos”.
Y agregó que la longevidad hoy es un tema de agenda pública y política: “En países como Argentina no tanto, pero sí se está debatiendo muy fuertemente en la Unión Europea con el tema del cambio en la edad de retiro; se está debatiendo en Estados Unidos con el retiro de los baby boomers y en Asia con lo que es la soledad y las consecuencias de la ley del hijo único en China”.
Carlos Vives, Andrea Frigerio, Cathy Fulop (a punto de cumplir los 60) y Grecia Colmenares son ejemplos latinoamericanos de esta nueva tendencia
También destacó que no es tanto la búsqueda de la inmortalidad, de vivir el mayor tiempo posible lo que más importa, sino que el mayor desafío es “enseñarles a los jóvenes que van a tener vidas largas, que se cuiden porque todo esto tiene mucho que ver con el hábito de vida. Hay que enseñarles que una vida larga requiere de aprendizaje continuo, trabajo (porque hay que tener dinero para pagar una vida larga) y precisa de esa visión de perspectiva. Tenemos que enseñar longevidad en los distintos espacios de educación”.
Destacó que esa mirada no solo debe ser personal, sino social y colectiva. “Hoy necesitamos política pública para personas mayores, ya hay países que tienen ministerios de envejecimiento. Los tiene Singapur y Japón, Reino Unido creó una Secretaría de la Soledad, con profesionales especializados en buscar soluciones.
Y añadió: ” También necesitamos dejar de quejarnos de las amenazas que implica una sociedad con personas mayores, porque en realidad es una sociedad desarrollada que triunfó porque le brinda vida a sus ciudadanos. Tenemos que tener solidaridad frente a ellos porque son un capital humano fundamental todo eso es lo que está faltando: una nueva cultura, palabras que la construyan, nuevos referentes, todo basado en la ciencia y el sentido común”.
Finalmente, Bernardini concluyó: “Yo diría que así como siempre nos dicen que tenemos un niño dentro también debemos saber que hay una persona mayor que convive con nosotros, un viejo o una vieja de los cuales tenemos que hacernos amigos, porque probablemente vamos a convivir mucho más tiempo con ellos que con el niño que llevamos dentro”.
“El secreto está en entender que la edad que tenemos existe ( porque no es verdad que es solo un número) y es muy importante. Pero esa edad no define nuestras ideas, sueños, proyectos y ganas de hacer. Las personas en la segunda mitad de la vida tenemos mucho por aportar, qué diferente sería si en lugar de hablar de ‘viejos meados, pesados, improductivos o enfermos’ empezáramos a hablar de sabiduría, de conocimiento, de experiencia, de tradiciones, qué cambio diferente sería frente a esas personas mayores que además vamos a ser nosotros el día de mañana”, agregó.
10 hábitos para un envejecimiento saludable
Las poblaciones con mayor longevidad tienen características comunes que configuran un estilo de vida a seguir:
Mantener una dieta sana tipo mediterránea o vegetariana basada en frutas, verduras, legumbres, cereales enteros y granos.
Consumir con bajo contenido de sodio, moderar el consumo de alcohol, evitar alimentos procesados y con conservantes y reducir el consumo de carnes rojas, harinas y dulces.
No fumar.
Realizar actividad física diaria, 150 minutos semanales de gimnasia aeróbica (caminata, bicicleta, natación, trote suave, baile, etc.). También conviene complementar con ejercicios de musculación, coordinación y elongación.
Mantenerse socialmente activos e interrelacionados con la comunidad y/o familia.
Tener un propósito o motivo positivo en la vida.
Realizar un chequeo médico periódico para controlar factores de riesgo cardiovascular, detectar precozmente el cáncer y otras condiciones de riesgo para la salud y tener el esquema de vacunación al día.
Tener un descanso adecuado.
Reducir los factores negativos psicosociales (ansiedad, depresión, violencia, indigencia, injusticia, burnout).
Mantener un peso adecuado y evitar la obesidad o delgadez extrema. Este último objetivo debe lograrse y mantenerse con alimentación sana y actividad física diaria.
Junto a estas recomendaciones, la ciencia aporta día a día nuevos recursos para lograr un envejecimiento saludable, que van desde los dispositivos wearables para controlar la salud, los test de ADN que arrojan recomendaciones personalizadas sobre alimentación y ejercicio para prolongar la salud, hasta el desarrollo de terapias destinadas a contrarrestar los efectos del envejecimiento, con el objetivo de prolongar la vida útil. Pero el primer paso, es el cambio de mentalidad para empezar a diseñar ese futuro saludable y vital.
infobae.com
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