Uruguay es el tercer país de América Latina más felíz según informe mundial de la Felicidad

La distinción del trabajo elaborado por Gallup, el Oxford Wellbeing Research Centre, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU y el Consejo Editorial del Informe Mundial de la Felicidad, consolida la posición de los países nórdicos en la cima del bienestar, con Dinamarca en segundo lugar luego de Finlandia, seguido de Islandia y Suecia en tercera y cuarta posición, y por primera vez en más de una década, Alemania y Estados Unidos no figuran entre las veinte naciones más felices, ubicándose en los puestos 23 y 24 respectivamente. Costa Rica y Kuwait ingresan por primera vez en este grupo selecto, ocupando el duodécimo y decimotercer lugar respectivamente.

Entre los países latinoamericanos México ocupa el 2do lugar (puesto 25) luego de Costa Rica (12), seguido de Uruguay en tercer lugar (26), luego El Salvador (33), Chile (38), Panamá (39), Guatemala (42), Nicaragua (43), Brasil (44), Argentina (48), Paraguay (57) Honduras (61), Perú (68), República Dominicana (69), Bolivia (73), Ecuador (74), Colombia (78) y Venezuela (79).

Respecto a los países que se encuentran en guerra, el informe revela que Israel se encuentra en un lugar privilegiado en el ranking de la Felicidad Mundial ocupando el quinto lugar, mientras que Palestina se sitúa en la posición 103, mientras que Rusia y Ucrania se encuentran ubicados en los puestos 72 y 105.

Ninguno de los países más poblados del mundo se encuentra entre los veinte primeros puestos, con excepción de Países Bajos y Australia, que tienen más de 15 millones de habitantes, según el informe.

Los 6 factores claves para medir la felicidad

El Informe Mundial sobre la Felicidad, publicado anualmente desde 2012, es una medida exhaustiva que evalúa la felicidad de las personas en función de seis factores clave: apoyo social, ingresos, salud, libertad, generosidad y ausencia de corrupción. Este análisis también destaca una mayor sensación de felicidad entre las generaciones más jóvenes en la mayoría de las regiones del mundo, aunque se observa una disminución entre los jóvenes menores de 30 años en América del Norte, Europa occidental, Australia y Nueva Zelanda.

El informe proporciona una visión integral de la felicidad a nivel mundial y ofrece datos valiosos para comprender las tendencias y los desafíos en la búsqueda del bienestar individual y colectivo. Con Finlandia a la cabeza una vez más, el informe destaca la importancia de políticas que promuevan un desarrollo sostenible y una mayor igualdad para fomentar la felicidad en todas las sociedades.

La felicidad mundial según las edades

El nuevo informe sobre la Felicidad Mundial remarca la comparación entre generaciones y revela diferencias significativas en la percepción de la felicidad. Los llamados ‘boomers’ y sus predecesores tienden a reportar niveles más altos de felicidad en comparación con los ‘millennials’ y la generación Z, nacidos después de 1980. Esta brecha en el bienestar, exacerbada por factores como la polarización social y la desigualdad económica, plantea desafíos importantes para las políticas públicas y la acción social.

El profesor Jan-Emmanuel De Neve, de la Universidad de Oxford, advierte sobre una posible «crisis de la mediana edad» entre los jóvenes, especialmente en países como Estados Unidos, Canadá y Japón. Este fenómeno está relacionado con la dificultad para acceder a la vivienda y los efectos negativos de las redes sociales, entre otros factores.

Sin embargo, no todas las noticias son sombrías. Los países de Europa Central y Oriental, especialmente aquellos que alguna vez fueron parte del bloque comunista, están experimentando mejoras significativas en el bienestar, impulsadas en gran medida por la juventud de sus poblaciones. Lituania lidera la clasificación de los países con jóvenes más felices, seguida de cerca por Israel, Serbia, Islandia y Dinamarca.

Estos hallazgos subrayan la complejidad de la felicidad a nivel global y la necesidad de abordar las preocupaciones específicas de diferentes grupos demográficos. A medida que continuamos enfrentando desafíos sociales y económicos, comprender y abordar la infelicidad juvenil emerge como una prioridad para construir sociedades más saludables y prósperas.

El origen de la Declaración de la ONU

En un mundo donde las preocupaciones económicas y sociales dominan la agenda política, la felicidad y el bienestar toman un papel central en la agenda internacional con la declaración de la Asamblea General de la ONU en la resolución 66/281 de 2012. Esta resolución, que establece el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad, reconoce la importancia universal de la felicidad y el bienestar para todos los seres humanos, así como la necesidad de incorporar estos valores en las políticas gubernamentales en todo el mundo.

El origen de esta resolución se remonta a Bután, un país que ha sido pionero en reconocer el valor de la felicidad nacional sobre los indicadores puramente económicos. Desde la década de 1970, Bután ha priorizado la Felicidad Nacional Bruta por encima del Producto Nacional Bruto, estableciendo un modelo que desafía las normas convencionales de desarrollo económico. Además, como anfitrión de una Reunión de alto nivel sobre «Felicidad y bienestar: definición de un nuevo paradigma económico» durante el sexagésimo sexto período de sesiones de la Asamblea General, Bután ha liderado los esfuerzos para redefinir el éxito nacional en términos de bienestar humano y calidad de vida.

La resolución de la ONU no solo reconoce la importancia de la felicidad y el bienestar como objetivos fundamentales, sino que también aboga por un enfoque más inclusivo, equitativo y sostenible del crecimiento económico. Se destaca la necesidad de políticas que promuevan el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza y el bienestar de todas las personas, reflejando un cambio hacia una visión más holística del progreso humano.

Este Día Internacional de la Felicidad nos invita a reflexionar sobre la búsqueda de la felicidad en nuestras vidas personales, y nos recuerda la importancia de cultivar la eudaimonía, la virtud y el altruismo humano para crear sociedades más empáticas que prioricen el bienestar de todos sus ciudadanos por encima de los intereses económicos. En un momento de desafíos globales sin precedentes, la felicidad y el bienestar se revelan como pilares fundamentales para construir un futuro más próspero y equitativo para todos.