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Jue. Nov 21st, 2024
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La escena no tenía precedentes en Galicia. La secretaria general del PP en Galicia, Paula Prado, citó a los medios de comunicación para, ante una gran pantalla, presentar los resultados de un informe titulado Galicia. Perfiles falsos en la conversación digital (sic). La también jefa de campaña de los conservadores para las elecciones del 18F mantuvo que ese documento acreditaba que el partido estaba siendo víctima de una “trama de manipulación digital” mediante una “red de perfiles falsos” en X, una “operación organizada de desinformación” sobre la gestión del Gobierno de Alfonso Rueda en la crisis de los pellets.

Prado fue más allá. Según ese “reporte de análisis digital” -indicación que consta en la tapa del documento, mostrada por el partido-, mantiene la popular, la supuesta “red” está “coordinada desde Madrid” y “trabaja para la oposición y contra Galicia”. Los responsables de tal operación serían, en última instancia, el BNG y el PSdeG, dijo. Si bien admitió no tener pruebas, solo “indicios” que, afirmó, los acabarían llevando a encontrar esa “conexión” con los mensajes que, censuró, llegaban de “Rusia o Vietnam”, entre otros países.

Las reacciones al contenido de las declaraciones de Prado y su puesta en escena fueron diversas. Desde la amplificación en medios y perfiles de redes más afines a la formación de la derecha a la incredulidad o la hilaridad en otras posiciones ideológicas al comprobar, por ejemplo, que entre los perfiles señalados como bots estaba el de un crítico tuitero ourensano de carne y hueso. Pasando por el análisis de Marcelino Madrigal, experto en análisis de desinformación en redes, para quien el supuesto informe “es un disparate y demuestra ignorancia o, directamente, ganas de mentir”.

Pero también hubo quien recordó que, cuando el electorado acuda a las urnas el próximo 18 de febrero, se cumplirán quince años de otra campaña electoral gallega en la que, sin ninguna duda, sí existieron intentos de manipulación y campaña sucia. También por la vía digital, en ningún caso llegadas de latitudes alejadas y con unas perjudicadas claras: las dos formaciones que optaban a revalidar el Gobierno gallego, el PSdeG y el BNG.

Así sucedió, por ejemplo, el 25 de febrero de aquel 2009. En la mañana de aquel día, el candidato del BNG y vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, tenía convocado un acto electoral destinado a la juventud en el pabellón Fontes do Sar, en Santiago. A primeras horas de la mañana, una agencia de noticias dio cuenta de la cancelación del evento indicando que Quintana había sufrido un accidente de tráfico. Como suele pasar, diversos medios de comunicación se hicieron eco de la noticia y hasta la prensa que seguía la caravana electoral del Bloque cambió sus planes para la jornada.

La noticia había sido publicada sin que acabara de estar claro quién la había puesto a circular, pero lo cierto es que el accidente nunca existió. El equipo de Quintana se apresuró para aclararlo y el acto se acabó celebrando. Al acabarlo, el candidato nacionalista se mostró convencido de que la mentira había surgido del PP y señaló directamente a Feijóo.

“Por inventar, hasta es capaz de inventar un accidente de tráfico para desmovilizar un acto como este”, había censurado Quintana, responsabilizándolo de la “campaña más sucia y rastrera que se pueda recordar en la historia política de este país”. Aquel mismo día un periódico impreso publicaba una fotografía de Quintana con el empresario Jacinto Rey, tomada años atrás y que en días previos había hecho circular un digital sin apenas audiencia.

Pero hubo más. En un tiempo en el que la penetración de las redes sociales no era, ni de lejos, la de la actualidad -Facebook había empezado a implantarse en España un año antes y apenas tres millones de personas manejaban en todo el Estado algún perfil de Twitter, fundado tres años antes-, las medias verdades y mentiras completas circulaban por otros caminos digitales como los foros o los correos electrónicos enviados y reenviados.

Un correo electrónico de remitente desconocido, precisamente, fue el que recibieron en aquellos días gran parte de las redacciones de los medios de comunicación gallegos y también varios con sede en Madrid. Contenía como archivo anexo la imagen de estragos en un portón de acceso a un garaje y venía a decir sin ninguna prueba que habían sido causados por el vehículo oficial de Quintana como vicepresidente en su anterior vivienda familiar, a modo de agresión contra su expareja y madre de sus hijos. Las mismas fotos circularon a través de mensajes SMS.

Paralelamente, el presidente del PP y de la Diputación de Ourense, José Luis Baltar, había insinuado en un mitin en Punxín que Quintana había ejercido la violencia machista por “serios problemas de convivencia”. El nacionalista, como vicepresidente, tenía bajo sus competencias la Secretaría General de Igualdad y en su gestión habían destacado medidas pioneras como las ayudas económicas a mujeres víctimas de las agresiones de género. Según el popular, eso era como “poner al ratón a cuidar del queso”. Quintana y su expareja se querellaron contra Baltar, que acabó siendo exonerado en los tribunales de Justicia.

Más allá de las palabras públicas de Baltar, el PP se había desligado de aquellas pioneras fake news, del envío de correos anónimos y de divulgar el accidente que nunca había existido. También de los panfletos sin firmar que, en los últimos días de la campaña, advertían en diversos puntos de la provincia de Ourense de que, si volvían a gobernar, PSdeG y BNG “te podían quitar las tierras y dárselas a otros con la excusa de que no las trabajas” o “el gobierno del BNG y el PSOE te pueden expropiar tu casa para dársela a otra persona, si te ausentas un poco”.

Igualmente, no habían admitido ninguna relación con las banderolas que, en el primer día da campaña, tapaban la propaganda electoral del PSdeG en múltiples calles e, imitando los colores corporativos de los socialistas, mostraban leyendas como “Reformarías un despacho por dos millones de euros? Touriño sí. No premies la crisis. Reacciona”. La intención de aquellos carteles, igual que el de ciertas acciones ligadas al PP en el Facebook una década después, era desmovilizar el electorado de la izquierda.

Como es sabido, aquella campaña acabó haciéndose muy larga para socialistas y nacionalistas, que a posteriori acabaron admitiendo que “habían infravalorado” la maquinaria de los conservadores. El BNG perdió un escaño por la provincia de A Coruña y esa pérdida fue suficiente para que el PP consiguiese la mayoría absoluta precisa para que Alberto Núñez Feijóo fuese investido como presidente. El jefe de la campaña del PPdeG, puesto que ahora ejerce Paula Prado, era Alfonso Rueda.

 

Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/politica/correo-anonimo-falso-accidente-monto-pp-denuncia-fake-campana-rueda_1_1694115.html


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